Defensa constitucional
Proteger la Constituci¨®n equivale hoy a reformarla para garantizar su vigencia
La Constituci¨®n no est¨¢ grabada en m¨¢rmol y no deben ignorarse las energ¨ªas que brotan para reformarla. Abundan las propuestas entre los partidos pol¨ªticos que compiten en la carrera hacia las elecciones generales del 20 de diciembre, desde los defensores del Estado federal (PSOE) hasta los partidarios del derecho a decidir (Podemos, IU); desde los que proponen reforzar la protecci¨®n constitucional de ciertos derechos sociales (Ciudadanos y las opciones de izquierda) hasta los que plantean cambios de las reglas electorales o la supresi¨®n del Senado. Sin entrar ahora en cada una de esas ideas, lo que importa es dejar claro que la m¨¢xima ley es reformable, 37 a?os despu¨¦s del refer¨¦ndum en que fue ratificada.
La excepci¨®n procede del Partido Popular, al que los sondeos dan como ganador del 20-D. El PP ha excluido toda propuesta de reforma constitucional en su programa electoral. Las t¨ªmidas expectativas abiertas por el propio Mariano Rajoy en el verano pasado han cedido hasta el punto de no incluir alusi¨®n alguna en el programa electoral. Sin embargo, el presidente y candidato acepta la posibilidad de discutir alg¨²n cambio, no por su propia iniciativa, sino a partir de las que presenten los dem¨¢s partidos, con una serie de l¨ªneas rojas basadas en la unidad de Espa?a y la igualdad de derechos de los espa?oles.
Editoriales anteriores
La perspectiva de un Parlamento probablemente m¨¢s fragmentado que el anterior no debe dar alas a las voluntades inmovilistas. Es una obviedad que la Constituci¨®n necesita de un amplio consenso para su reforma, dadas las mayor¨ªas reforzadas que los constituyentes establecieron en caso de intentarlo. La cuesti¨®n es si el consenso se plantea como un requisito previo a cualquier tipo de reforma o debe ser el resultado de din¨¢micas tan inherentes a la vida pol¨ªtica como son la negociaci¨®n y el compromiso. Desde este punto de vista, un Parlamento sin mayor¨ªa absoluta de un solo partido funcionar¨¢ de un modo necesariamente distinto a lo que hemos vivido entre 2011 y 2015. Es deseable que los contactos y la transacci¨®n entre las diversas minor¨ªas sustituyan a los titubeos y los bloqueos de tiempos recientes, de forma que pueda discutirse la reforma constitucional en la pr¨®xima legislatura. Hay que apelar a la capacidad de construir acuerdos que permitan regenerar la vida pol¨ªtica, y la reforma constitucional puede ser un buen eje vertebrador de cambios muy reclamados en el funcionamiento de la vida p¨²blica.
Defender la m¨¢xima ley equivale hoy a reformarla para asegurar la pervivencia de los fundamentos de nuestra organizaci¨®n pol¨ªtica y sanear lo que no funciona. Incluso Podemos, que hasta hace muy poco tiempo defend¨ªa la necesidad de un proceso constituyente completo, ha desistido de tal objetivo en beneficio de una serie de cambios minuciosamente citados en su programa electoral. Nadie que aspire a opciones de gobierno puede renunciar a un elemento vertebrador de la democracia, que ha rendido buenos servicios a los ciudadanos en t¨¦rminos de garant¨ªa de las libertades y del reparto del poder. Lo que tampoco tiene sentido es aplazar o bloquear toda reforma.
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