Las tres derrotas de la Cooperaci¨®n Espa?ola
Esta pol¨ªtica ha perdido en tres frentes: presupuestario, pol¨ªtico e institucional
En mayo de este a?o Mariano Rajoy visit¨® en Bamako (Mali) al contingente de 120 soldados espa?oles que participan en la Misi¨®n de Entrenamiento de la UE. En las horas que dur¨® el viaje, y del brazo de su Ministro de Defensa, el Presidente declar¨® la guerra al terrorismo, advirti¨® del riesgo de la emigraci¨®n irregular, brind¨® por el Rey y aprovech¨® para explicar, en una naci¨®n con dos golpes castrenses solo en 2012 y una presencia militar asfixiante, porqu¨¦ "sin un ej¨¦rcito la libertad es imposible".
De lo que no hubo tiempo, lamentablemente, es de referirse a las dos d¨¦cadas de solidaridad espa?ola ¡ªp¨²blica y privada¡ª en este pa¨ªs cuya esperanza de vida es de 55 a?os y en el que la pobreza, los conflictos y el cambio clim¨¢tico se conjuran en una tormenta perfecta de indicadores sociales medievales. Una solidaridad que hab¨ªa situado a Espa?a en el mapa de los malienses mucho antes de la llegada de nuestros militares.
En materia de cooperaci¨®n, esta an¨¦cdota encapsula una legislatura que nos gustar¨ªa olvidar cuanto antes. Por mantener el lenguaje marcial del Presidente, a lo largo de estos a?os la Cooperaci¨®n Espa?ola (CE) ha sido derrotada en tres frentes: presupuestario, pol¨ªtico e institucional.
Entre los a?os 2009 y 2014 el presupuesto de la CE cay¨® en dos tercios hasta situarse en el 0,14% del PIB, su nivel m¨¢s bajo desde 1989. Tres de cada cuatro receptores no gubernamentales han visto disminuir o desaparecer su financiaci¨®n p¨²blica y dos de cada tres padecen los impagos de la Administraci¨®n. La Agencia Espa?ola de Cooperaci¨®n Internacional y para el Desarrollo (AECID) se limita a gestionar hoy un 12% del total de los recursos de la ayuda, que en su mayor parte se destina a las contribuciones obligatorias a los organismos europeos y multilaterales. El margen de maniobra de las oficinas centrales y territoriales de la CE se ha reducido hasta un punto alarmante, cerrando programas, recalibrando prioridades y poniendo en riesgo la influencia acumulada durante a?os en iniciativas p¨²blico-privadas de ¨¢mbito global.
El descalabro presupuestario de la Cooperaci¨®n Espa?ola responde en parte a las estrecheces fiscales impuestas por la recesi¨®n. Pero solo en parte, porque el recorte de la ayuda multiplica el descenso medio del gasto p¨²blico y constituye toda una declaraci¨®n pol¨ªtica: salvo en alguna ocasi¨®n puntual ¡ªcomo la campa?a del Gobierno espa?ol para acceder a un puesto no permanente en el Consejo de Seguridad de la ONU¡ª la cooperaci¨®n ha desaparecido de las prioridades de la acci¨®n exterior de Espa?a. Esta decisi¨®n ha erosionado la imagen de nuestro pa¨ªs y debilitado su posici¨®n en regiones del planeta como ?frica subsahariana, donde los intereses econ¨®micos y geoestrat¨¦gicos de Europa son cada vez m¨¢s amplios.
Aunque tampoco ayudan, ninguno de los factores anteriores es una excusa para no haber abordado los graves retos institucionales a los que se enfrenta la Cooperaci¨®n Espa?ola desde sus inicios. Estos a?os han sido una oportunidad perdida para garantizar la independencia de la AECID, evaluar adecuadamente el impacto de sus programas y garantizar la profesionalizaci¨®n directiva sobre la base de la especializaci¨®n y los m¨¦ritos. Con excepci¨®n de un esfuerzo rese?able por reducir la dispersi¨®n geogr¨¢fica de la ayuda y mejorar su orientaci¨®n sectorial, ordenar el di¨¢logo con nuestros socios a trav¨¦s de los Marcos de Asociaci¨®n Pa¨ªs e incrementar con un nuevo portal online la transparencia de los programas, la legislatura concluye en buena medida donde empez¨®.
Las razones para dar un volantazo son tan pr¨¢cticas como ¨¦ticas
Es justo reconocer que algunos de estos problemas comenzaron mucho antes de la llegada del actual Gobierno. Me entristece pensar, por ejemplo, que lo primero que escrib¨ª cuando comenc¨¦ en esta profesi¨®n en 1995 fue una propuesta de reforma de la entonces AECI cuya justificaci¨®n no ha cambiado esencialmente. Por esta misma raz¨®n, la hoja de ruta a seguir est¨¢ bastante clara y solo necesitamos un gobierno dispuesto a llevarla a cabo con un programa corto y relevante que incluya un escenario realista de reconstrucci¨®n presupuestaria (alcanzar la media de la UE al final de la legislatura parece razonable) y medidas para garantizar el impacto, la transparencia y la rendici¨®n de cuentas de la cooperaci¨®n, lo que supone inevitablemente reconsiderar sus mimbres institucionales y tomar decisiones de concentraci¨®n estrat¨¦gica basadas en nuestro valor a?adido.
La buena noticia es que mucho de lo que hagamos para fortalecer la Cooperaci¨®n Espa?ola constituye un ejercicio de inter¨¦s propio, adem¨¢s de una herramienta de solidaridad ineludible. Como saben bien pa¨ªses de un peso econ¨®mico y militar similar al nuestro, la cooperaci¨®n es una v¨ªa digna, eficaz y rentable de posicionarse en el mundo. Incluso de apuntalar sectores estrat¨¦gicos de nuestra econom¨ªa, como la I+D+i en los campos de las energ¨ªas renovables, la seguridad alimentaria o la salud.
Si esto es cierto, las razones para dar un volantazo son tan pr¨¢cticas como ¨¦ticas. Espa?a debe aprovechar el margen de maniobra pol¨ªtico y presupuestario que ofrezca la pr¨®xima legislatura para reconstruir su estrategia de cooperaci¨®n e incorporarla al coraz¨®n de la acci¨®n exterior. Los programas electorales de los principales partidos muestran compromisos variables en este sentido ¡ªaprueban PSOE y Podemos, y suspenden Ciudadanos y Partido Popular¡ª, por lo que mucho va a depender del juego de mayor¨ªas y del liderazgo visionario de algunos individuos dentro de esos partidos. Y en eso estamos trabajando.
Gonzalo Fanjul
Cofundador de la Fundaci¨®n PorCausa de periodismo e investigaci¨®n.
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