Lo que queda de la cooperaci¨®n espa?ola
Los pa¨ªses desarrollados como Espa?a destinan una parte de su riqueza para el desarrollo de naciones pobres. ?Qu¨¦ legado hemos dejado? ?Qu¨¦ quedar¨¢ despu¨¦s de los recortes?
Nelia en Mozambique, F¨¢tima en Marruecos, Jacinta en Colombia, Hadjiatou en Mauritania, Lesbia en Guatemala y Rafael en Nicaragua tienen a Espa?a en com¨²n. Concretamente, la pol¨ªtica de cooperaci¨®n internacional del pa¨ªs que, en alg¨²n momento de sus vidas, cambi¨® su destino. Porque tuvieron acceso a un trabajo decente y cualificado, aprendieron a defender sus derechos laborales frente a patrones desalmados, recuperaron parte de sus tradiciones ind¨ªgenas o recibieron el impulso necesario para emprender un negocio. Son seis de miles que han evitado la pobreza, la explotaci¨®n o el hambre con ayuda de proyectos apoyados por la ayuda oficial al desarrollo espa?ola, ese porcentaje del PIB que se destina a aquellos lugares del mundo maltratados por la Historia condenando arbitrariamente a millones de seres humanos a una existencia precaria. Ellos, convertidos en germen de cambio en sus propias sociedades, son el legado del esfuerzo econ¨®mico y personal de los espa?oles. F¨¢tima, Nelia, Jacinta, Hadjiatou, Rafael y Lesbia son la respuesta que hemos ido a buscar a diferentes partes del planeta para responder a la pregunta: ?Qu¨¦ queda de la cooperaci¨®n espa?ola?
No hace tanto que Espa?a era considerada por el Banco Mundial como un pa¨ªs en v¨ªas de desarrollo. As¨ª era en la d¨¦cada de los setenta, cuando todav¨ªa era receptor de ayuda internacional. Hasta 1981. Ese a?o deja de ser categorizada como tal pues sus aportaciones le convierten en donante neto. Muchos acontecimientos han acaecido desde entonces hasta este 2015, A?o Europeo del Desarrollo en el que la cooperaci¨®n espa?ola tiene poco que celebrar si se tiene en cuenta que es la pol¨ªtica que m¨¢s ha sufrido la tijera presupuestaria, con un recorte del 70% desde que comenz¨® la crisis en 2008.
El pr¨®ximo a?o, el presupuesto establece un un 0,21% del PIB. Con esto, la cooperaci¨®n tomar¨ªa un poco del ox¨ªgeno que trae la aireada recuperaci¨®n. Lejos queda el objetivo casi ut¨®pico de destinar el 0,7% que defend¨ªan los acampados por tal causa en el Paseo de la Castellana, frente al Ministerio de Econom¨ªa y Hacienda, en septiembre de 1994. Estaban en los titulares y las televisiones. Un importante grupo de la sociedad se movilizaba por algo m¨¢s que un n¨²mero, por la idea abstracta de la solidaridad con quienes est¨¢n en la parte m¨¢s baja de la palabra desigualdad, aunque vivan muy lejos y sean unos completos desconocidos, quiz¨¢ tengan otro color de piel o le recen a un dios distinto.
El compromiso de elevar la AOD al 0,7 fue asumido, no solo ante los manifestantes, acampados y huelguistas que demandaban m¨¢s solidaridad en las calles, sino tambi¨¦n ante la comunidad internacional. Eso fue mucho antes, el 24 de octubre de 1970. Esto dec¨ªa la resoluci¨®n de la ONU en la 25? Asamblea General: "Todos los pa¨ªses econ¨®micamente avanzados incrementar¨¢n progresivamente su Ayuda Oficial al Desarrollo a los pa¨ªses en desarrollo y realizar¨¢n sus mayores esfuerzos para alcanzar una cantidad neta m¨ªnima equivalente al 0,7% de su producto nacional bruto a precios de mercado antes de la mitad de la d¨¦cada". Es decir, para 1975, como indica el amplio informe la Realidad de la Ayuda de Oxfam Interm¨®n. Pese a los avances, el mundo lleva 40 a?os de retraso en el cumplimiento de aquella promesa.
Desde entonces, todos los representantes espa?oles (y no han sido pocos) que han anunciado o reiterado la promesa de alcanzar el 0,7%, han incumplido. Y con ellos, todos los espa?oles.
Con m¨¢s o con menos recursos, 35 a?os de ayuda han dejado un legado. En Manhi?a, Mozambique, hoy cuentan con un centro de referencia en la investigaci¨®n de enfermedades infecciosas como la malaria, la tuberculosis o el VIH, muy extendidas en el pa¨ªs africano, uno de los diez m¨¢s pobres del mundo. Desde que iniciara su actividad en 1996, gracias a un acuerdo de cooperaci¨®n internacional entre el Gobierno de Espa?a y el mozambique?o, ha contado de manera sostenida con el apoyo econ¨®mico de los espa?oles.
En Nicaragua, se puso en marcha la Planta de Residuos S¨®lidos Urbanos (RSU) que reemplaz¨® al antiguo vertedero de La Chureca, el mayor a cielo abierto de Am¨¦rica Latina, donde a lo largo de 40 a?os se acumularon cuatro millones de metros c¨²bicos de basura. Casi 2.000 personas rebuscaban diariamente en ese lugar adonde llegaban sin cribar residuos dom¨¦sticos, industriales y hasta deshechos hospitalarios y de mataderos. Entre ellas, Jennifer, de 22 a?os. Criada entre la porquer¨ªa, hoy es supervisora de higiene y seguridad se criaron como ella en La Chureca.
35 a?os como donantes
Algunos hitos destacan especialmente en los 35 a?os de historia de la Espa?a donante. Se inicia un festival de siglas que el pa¨ªs va incorporando a su estructura de cooperaci¨®n. En 1985, se crea la Secretar¨ªa de Estado para la Cooperaci¨®n Internacional y para Iberoam¨¦rica (SECIPI) capitaneada entonces por el socialista Luis Y¨¢?ez, y dependiente del Ministerio de Exteriores. Un a?o despu¨¦s (1986), el pa¨ªs se adhiere a la Uni¨®n Europea, lo que supone que parte de la ayuda se canalizar¨¢ a trav¨¦s de este organismo internacional. En 1988 nace la Agencia Espa?ola para la Cooperaci¨®n Internacional para el Desarrollo, la AECID, como entidad encargada de la definici¨®n, gesti¨®n y ejecuci¨®n de proyectos y programas de desarrollo, bajo el paraguas de la SECIPI.
En 1991, Espa?a entra a formar parte del Comit¨¦ de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la Organizaci¨®n de Cooperaci¨®n y Desarrollo Econ¨®mico (OCDE), asumiendo las directrices de este organismo. Una integraci¨®n esperada y reclamada por el editorial de EL PA?S del 7 de abril de aquel a?o. "Hoy, Espa?a, una de las 12 primeras econom¨ªas del mundo, no pertenece al CAD porque su contribuci¨®n no llega al 0,35% del PIB que, como media, aportan sus miembros. Pese a ello, desde 1982, el Gobierno ha mejorado sustancialmente su cuota: la media de contribuci¨®n para 1991 es de casi el 0,2% del PIB". 25 a?os despu¨¦s, la noticia no es muy distinta. Seg¨²n el presupuesto elaborado por el Partido Popular para el pr¨®ximo a?o, Espa?a sigue en ese 0,2% del PIB. Eso es lo anunciado, porque el ¨²ltimo dato consolidado publicado por la OCDE refleja que el pa¨ªs destin¨® un 0,14% de su riqueza al desarrollo en 2014, menos de la mitad de la media del resto de pa¨ªses (0,29%). Un porcentaje que ha experimentado la ca¨ªda libre durante la legislatura y que desde las organizaciones de la sociedad civil aglutinadas en la Coordinadora de ONG para el Desarrollo han calificado como la del "desmantelamiento de la pol¨ªtica de cooperaci¨®n".
Y formaci¨®n para ind¨ªgenas en la regi¨®n colombiana del Cauca, un sistema log¨ªstico para llevar pescado a la poblaci¨®n vulnerable en el interior de Mauritania... Miles de proyectos que salpican la geograf¨ªa mundial, desde Filipinas hasta Guatemala.
Los objetivos y los instrumentos que deben regir y servir para la implementaci¨®n de programas como los descritos quedaron fijados en 1998, con la aprobaci¨®n de la Ley de Cooperaci¨®n hoy vigente, despu¨¦s de un largo proceso de negociaci¨®n entre las organizaciones de la sociedad civil y los partidos pol¨ªticos, y de estos entre s¨ª. Esto dice: ¡°La cooperaci¨®n espa?ola impulsar¨¢ procesos de desarrollo que atiendan a la defensa y protecci¨®n de los Derechos humanos y las libertades fundamentales, las necesidades de bienestar econ¨®mico y social, la sostenibilidad y regeneraci¨®n del medio ambiente, en los pa¨ªses que tienen elevados niveles de pobreza y en aquellos que se encuentran en transici¨®n hacia la plena consolidaci¨®n de sus instituciones democr¨¢ticas y su inserci¨®n en la econom¨ªa internacional¡±.
Este es proceso ha sido acompa?ado, a veces impulsado y otras vigilado en paralelo por la acci¨®n de la sociedad civil. Creado el entramado institucional y articulada la ley, solo faltaba que se tomara el rumbo hac¨ªa el 0,7. El trayecto ascendente hacia la anhelada cifra se trunc¨® en 2009 cuando hab¨ªa alcanzado el m¨¢ximo hist¨®rico de un 0,46% del PIB. Desde entonces, este presupuesto solo conoce el recorte, sobre todo desde 2011, momento en que el descenso ha sido en picado y sin paraca¨ªdas hasta el 0,14 en 2014.
Tambi¨¦n se han reducido, por razones estrat¨¦gicas y de eficiacia, seg¨²n explican los responsables de esta pol¨ªtica internacional, los pa¨ªses receptores de ayuda. En etapas anteriores llegaron a superar la media centena, pero la intenci¨®n es la retirada de m¨¢s de la mitad de ellos hasta reducir la lista a un m¨¢ximo de 23, como establece el Plan Director de la Cooperaci¨®n 2013-2016. De los que 12 est¨¢n Am¨¦rica Latina y el Caribe (Bolivia, Colombia, Cuba, Ecuador, El Salvador, Guatemala, Hait¨ª, Honduras, Nicaragua, Paraguay, Per¨² y Rep¨²blica Dominicana); cuatro en el norte de ?frica y Oriente Pr¨®ximo (Mauritania, Marruecos, poblaci¨®n saharaui y territorios palestinos); tres en ?frica subsahariana occidental (Mali, N¨ªger y Senegal); tres en ?frica central, oriental y austral (Etiopia, Guinea Ecuatorial y Mozambique); y finalmente, uno en Asia (Filipinas). En ellos, se seguir¨¢n cosechando logros, aunque no sin dificultades.
As¨ª, en Marruecos, cientos de mujeres, trabajadoras del campo explotadas, podr¨¢n ser formadas en derehos laborales como viene haciendo la ONG Oxfam Interm¨®n para evitar que sufran abusos. F¨¢tima Harhour era una de esas jornaleras analfabetas que nada sab¨ªa de contratos, horarios o respeto por parte de su patr¨®n. Hasta que aprendi¨® que estaba protegida por la ley y pod¨ªa disponer de d¨ªas libres, bajas por enfermedad o una jornada limitada en el tiempo. Hoy, es presidenta de la Asociaci¨®n para el Desarrollo de la Mujer Rural de Laghdira para que otras no tengan que pasar por su mismo calvario. Un logro personal, pero tambi¨¦n colectivo en el que los espa?oles han participado.
F¨¢tima, Selma, Nelia, Jacinta... son el final del camino del dinero. Personas con nombre y apellidos, con inquietudes, necesidades, planes de futuro y sue?os, pero sin oportunidades. ?D¨®nde vana? aparar los impuestos que se destinan a ayudar a otros? Ellos son la respuesta. Con su historia nunca m¨¢s olvidada y an¨®nima entre los 3.500 millones de pobres del mundo.
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