Ideolog¨ªa y coraz¨®n
Me parecer¨ªa inaudito que en una casa de tantos todos vot¨¢ramos lo mismo. Discutimos de pol¨ªtica, s¨ª, pero s¨®lo un rato
En cuanto se tiene m¨¢s de un hijo o se ha sido miembro de una familia numerosa las ideas sobre la sangre, el ADN o los supuestos m¨¦ritos heredados se esfuman. Al final, los padres, incapaces de explicar por qu¨¦ un hijo le ha salido de una manera y una hija de otra, acaban concluyendo, ¡°cada uno es de su padre y de su madre¡±. Una frase simple que viene a resumir los caprichos infinitos de la herencia gen¨¦tica. A lo que se refiere, con toda seguridad, Pablo Iglesias cuando dice que lo suyo del compromiso pol¨ªtico viene de f¨¢brica, o que lo lleva escrito en el ADN, es sin duda al ambiente en el que se cri¨®. Y a¨²n as¨ª tampoco est¨¢ claro que el ambiente determine de manera absoluta el comportamiento, porque muchos de los antifranquistas que el franquismo aliment¨® vinieron, precisamente, de familias fieles al r¨¦gimen del dictador. En esa rebeld¨ªa hab¨ªa, por supuesto, un componente ideol¨®gico, pero tambi¨¦n el deseo de no ser lo que tus padres o tus abuelos hab¨ªan esperado de ti. Ni qu¨¦ decir de las mujeres: aunque culturalmente pudieran estar destinadas a quedarse en casa y contentarse con la crianza de los hijos fueron ya muchas las que decidieron seguir una vocaci¨®n y aspirar a la independencia econ¨®mica. Y lo que ocurri¨®, al menos en mi generaci¨®n, es que las madres acabaron aplaudiendo esa ruptura con las tradiciones y sintieron una especie de sue?o vicario de libertad a trav¨¦s de los logros de sus hijas. Tambi¨¦n muchos padres cambiaron influidos por los hijos, produci¨¦ndose una reeducaci¨®n a la inversa. Y es que el ADN tiene razones que la ideolog¨ªa no entiende.
Como vengo de una familia numerosa, acepto que no todos los hermanos votaremos lo mismo y, como por mi cuenta form¨¦ tambi¨¦n una familia numerosa (algo m¨¢s inusual en estos tiempos), asumo que habr¨¢ votos para todos los gustos. Cierto es que todos van del centroizquierda a la izquierda, incluso alguno que se descolgar¨¢ en una abstenci¨®n muy elaborada por unas empecinadas tendencias ¨¢cratas. La verdad es que a no ser que alg¨²n hijo nos hubiera salido un reaccionario, cosa que nos producir¨ªa desaz¨®n y extra?eza, en la letra peque?a de sus convicciones no entro. Es m¨¢s, me parecer¨ªa inaudito que en una casa de tantos todos vot¨¢ramos lo mismo. Discutimos de pol¨ªtica, s¨ª, pero s¨®lo un rato, porque despu¨¦s, mire usted, las conversaciones versan sobre los libros que se han le¨ªdo, la comida, las pel¨ªculas, los problemas laborales o los amorosos. Est¨¢ la vieja creencia de que todo es pol¨ªtica, o de que todo es susceptible de juzgarse desde un plano pol¨ªtico. No sabr¨ªa decir, pero desde luego no todo es campa?a electoral. Por fortuna.
En esas conversaciones pol¨ªticas entran, desde hace ya tiempo, antes de aquellas europeas en las que Podemos se mostr¨® como la gran revelaci¨®n, las discrepancias sobre la naturaleza de ese partido. La ventaja de capitanear una familia numerosa es que, por estad¨ªstica, siempre vas a contar con un zascandil que se mueve por los bares de Lavapi¨¦s y anda alerta a lo que se cuece antes de que aparezca en los medios. Por ese zascandil tuve yo noticias del nuevo partido y una descripci¨®n bastante acertada de sus dirigentes en esos momentos en los que, por andar fuera de Espa?a, nunca los hab¨ªa visto en la televisi¨®n, que es donde se ven¨ªan curtiendo estos a?os atr¨¢s. La cuesti¨®n ahora es que, seg¨²n mi informador, si Podemos ha perdido una parte del ins¨®lito respaldo popular que alcanz¨® en sus inicios, y que ven¨ªa a situarlo como l¨ªder en caso de celebrarse las elecciones en ese enero de 2015, se ha debido a un viraje al centro en su intento desatado por conquistar a los votantes socialistas. El desinfle (ahora de remontada, seg¨²n ese pitagor¨ªn tan peculiar como brillante que es Errej¨®n) vendr¨ªa provocado por cierta decepci¨®n. Pero mientras unos se desenga?an por lo que consideran una deriva tacticista, otros, como yo, se tranquilizan al sentir que dicho partido ha ido dejando atr¨¢s sus sue?os bolivarianos. Y al mismo tiempo que existe la esperanza, por parte de los que cre¨ªan en el Podemos de hace un a?o, de que una vez que atraigan al votante m¨¢s moderado volver¨¢n a sus andadas; persiste la desconfianza de esos otros que se alegran de su actual sensatez, por considerar que dicha moderaci¨®n pudiera ser una farsa destinada a alcanzar el poder.
El caso es discutir, la tranquilidad de que los desacuerdos no merman el cari?o y la afici¨®n por unas sobremesas en la que se sabe que nadie va a enemistarse. Tambi¨¦n est¨¢ el triunfo de haber criado hijos que no est¨¢n hechos a tu imagen y semejanza, pero que han entendido, al menos, que puestos en una balanza la ideolog¨ªa y el amor materno-filial, siempre se inclinar¨¢ el peso hacia el lado correcto, el del coraz¨®n.
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