El Papa pierde dentro lo que gana fuera
El ¨¦xito pastoral y diplom¨¢tico de Francisco contrasta con las resistencias en el Vaticano
Mil d¨ªas despu¨¦s de ser elegido, el papa Francisco sigue perdiendo dentro lo que gana fuera. A cada gran triunfo desde el punto de vista pastoral, diplom¨¢tico o medi¨¢tico de sus viajes ¡ªSudam¨¦rica, Cuba, Estados Unidos, ?frica¡ª le sucede, a su regreso a Roma, una derrota en su objetivo de cambiar la mentalidad del Vaticano. Ya no se trata tanto de saber cu¨¢ntos obispos siguen estando en contra de abrir la Iglesia a las nuevas parejas, facilitar las nulidades matrimoniales o limpiar las finanzas, sino hasta qu¨¦ punto la curia pontificia y el complejo mundo que la rodea ¡ªcongregaciones, fundaciones, embajadas¡ª est¨¢n dispuestos a asumir en su propio comportamiento la apuesta de Jorge Mario Bergoglio por las periferias. Eso que, en el a veces tan c¨ªnico y procaz lenguaje de los mentideros vaticanos, ya se conoce como ¡°la man¨ªa del Papa por los pobres¡±.
Un ejemplo es el ¨²ltimo esc¨¢ndalo por la filtraci¨®n de documentos reservados. Al margen de si monse?or Vallejo Balda ¡ªel sacerdote espa?ol que a¨²n contin¨²a detenido¡ª es declarado culpable o si, como ¨¦l alega, se acost¨® con una mujer casada y por ello sufri¨® chantaje, un vistazo a su vida reciente refleja cu¨¢n viejos y profundos son los vicios de la Roma vaticana. Aun siendo un advenedizo, Vallejo manejaba fondos sin control, cultivaba a plena luz relaciones perjudiciales para la Iglesia y participaba en las frecuentes fiestas mundanas organizadas por algunos embajadores ante la Santa Sede, m¨¢s preocupados en apariencia por el noble linaje de sus invitados, la a?ada de un vino o la pol¨ªtica dom¨¦stica que por sintonizar con Bergoglio.
La cuesti¨®n es saber hasta d¨®nde llega la paciencia de Francisco, pero ya hay datos para pensar que es finita. Por lo pronto, ha vuelto a anular sine die su visita a Mil¨¢n, donde reina el cardenal Scola, pr¨ªncipe de los d¨ªscolos, y ya ni se esfuerza en sonre¨ªr a los diplom¨¢ticos demasiado preocupados por las plumas del uniforme. Desde su habitaci¨®n sin vistas de viajante por la tierra, Bergoglio sigue teniendo claro que quiere cambiar el Vaticano. Cueste lo que cueste.
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