?Sirven para algo las Naciones Unidas en el siglo XXI?
A pesar de sus imperfecciones y fallos, sesenta a?os despu¨¦s de su fundaci¨®n sigue prestando muy importantes servicios a la humanidad
Hoy, 14 de diciembre, hace sesenta a?os que Espa?a entr¨® en la ONU. La organizaci¨®n, que naci¨® hace setenta con enormes expectativas, vive una ¨¦poca desva¨ªda, anodina. Criticada con frecuencia a principios de siglo por su impotencia, marginada de hecho en problemas vitales de la escena internacional, parece que sus adversarios, principalmente en Estados Unidos pero no solo, ni se molestan ya en lanzarle puyas. La ven como una instituci¨®n decorativa, caduca e inoperante. Recientemente el prestigioso Le monde diplomatique¡± titulaba ¡°?Est¨¢ muerta la organizaci¨®n de las Naciones Unidas?¡±. Se la ridiculiza, a veces, diciendo que su sede es una jaula de cotorras en la que los diplom¨¢ticos discursean interminablemente, escudri?an el sexo de las comas de cualquier borrador de acuerdo y no resuelven los temas importantes.
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La acusaci¨®n es francamente exagerada, injusta en buena medida, aunque tenga su base porque la organizaci¨®n ha dado en ocasiones pie para ello.
El objetivo primordial de la ONU es mantener la paz y seguridad internacionales, ¡°preservar a las generaciones venideras del flagelo de la guerra¡±. Recientemente, sin embargo, los ejemplos abundan en que las Naciones Unidas han sido pasivas o impotentes para detener una cat¨¢strofe internacional que quebranta ese principio de salvaguarda . Un ejemplo llamativo ser¨ªa el de Ruanda; all¨ª, a fines del pasado siglo, unos 800.000 miembros de la etnia tutsi fueron exterminados a machetazos por elementos de la etnia hutu. La masacre dur¨® 100 d¨ªas. Era dif¨ªcil que los Gobiernos de los pa¨ªses integrantes del Consejo de Seguridad, encargado de velar por la paz, no estuvieran enterados. En el pa¨ªs hab¨ªa destacamentos de cascos azules de la ONU que tuvieron que dar cuenta de lo que estaba ocurriendo.
En la desintegraci¨®n de Yugoslavia y en el genocidio de Sud¨¢n ¡ªen Darfur hubo unos 400,000 muertos y cuatro millones de desplazados¡ª, las Naciones Unidas tambi¨¦n han jugado un papel poco glorioso.
La ONU, por otra parte, permanece ausente de problemas trascendentales. La cuesti¨®n palestina llama especialmente la atenci¨®n. Naciones Unidas, no Estados Unidos sino la mayor¨ªa de las naciones que las integraban en los a?os cuarenta, vot¨® mayoritariamente en 1947 el nacimiento de dos Estados en Oriente Pr¨®ximo: Israel y Palestina. El primero vio la luz en mayo de 1948 , el segundo a¨²n no existe. El Consejo de Seguridad ha aprobado numerosas resoluciones, citadas con arrobo por los onusianos, tratando de deshacer el entuerto de que, transcurridos 67 a?os de la primera, los palestinos no tengan la patria que la propia ONU les otorg¨®. Esfuerzo est¨¦ril. Los avances en el asunto, Camp David, Madrid, Oslo, exiguos o no, se hacen al margen de la organizaci¨®n con la que no se cuenta.
Los Estados son reacios
a proporcionar los recursos necesarios
Otro tanto ocurre en otro tema reciente pero asimismo candente, las negociaciones con Teher¨¢n para que abandone su programa nuclear. Las acometen media docena de potencias, la ONU act¨²a de comparsa. Las grandes potencias recurren ahora a menudo a un ¡°minilateralismo¡± para hincarle el diente a un problema.
Los titulares period¨ªsticos de los ¨²ltimos a?os nos ponen sobre la mesa otros dos asuntos espinosos, la guerra de Siria y la injerencia de Rusia en Ucrania. El veto ruso-chino en el primero y el ruso en el segundo impiden que la ONU funcione.
Terminemos, para no ensa?arnos, con otra cuesti¨®n crucial, la lucha contra el terrorismo. La ONU se movi¨® un tanto en el 2001 a ra¨ªz del ataque a las Torres Gemelas, aprob¨® resoluciones y se dot¨® de un comit¨¦ para luchar contra el terrorismo. Poco efectivo; dando la raz¨®n a sus denostadores, el comit¨¦, del que fui presidente, naci¨® est¨²pidamente maniatado; necesitaba el consenso para aprobar cualquier medida, el consenso es el veto del pobre, con que un miembro de los quince que lo componen est¨¦ en contra todo se paraliza. El ataque terrorista en Par¨ª parecer¨ªa haber sacado a la ONU de su somnolencia en esta cuesti¨®n. El Consejo aprueba una resoluci¨®n el pasado 20 de noviembre que faculta a los Estados miembros a tomar todas las medidas necesarias para combatir al Estado Isl¨¢mico etc¡ pero intencionadamente no menciona las militares no invocando el art¨ªculo 7 de la Carta, es decir la Constituci¨®n de la ONU, que contempla el empleo de la fuerza.
Un observador ingenuo podr¨ªa indagar las causas de la galbana, del quiero y no puedo de Naciones Unidas, podr¨ªa concluir que sus funcionarios son unos pasotas incompetentes. Se equivocar¨ªa. La ONU es lenta, incompetente o, sobre todo, impotente principalmente porque en los Gobiernos de los pa¨ªses que la integran priman rotundamente los ego¨ªsmos, los intereses nacionales sobre los de la comunidad internacional.
Los que alumbraron la organizaci¨®n en 1945 lo hicieron sobre dos principios : la preponderancia clara y formal de las grandes potencias y el de la soberan¨ªa de los Estados. El respeto sacrosanto de la soberan¨ªa (art 2, p¨¢rrafo 7 de la Carta) ha venido dificultando en exceso que se pueda actuar dentro de las fronteras de un Estado aunque en su interior se est¨¦n cometiendo tropel¨ªas.
Muchas de las decisiones son
tomadas en Washington, Pekin, Bruselas o Mosc¨²
De otro lado, el antidemocr¨¢tico e inmenso poder de las cinco potencias fundadoras(Estados Unidos, Rusia, China, Gran Breta?a y Francia) est¨¢ reflejado en el veto. Cualquiera de ellas puede ejercerlo en cualquier tema importante lo que enerva cualquier decisi¨®n sobre la materia en cuesti¨®n. La tardanza del ingreso de Espa?a en la Onu se explica porque el ¡°democr¨¢tico¡± y pacifista Stalin vetaba al ¡°desestabilizador¡± dictador Franco, paralelamente Estados Unidos vetaba a estados cercanos a las antigua Uni¨®n Sovi¨¦tica. Finalmente, en 1955 los dos se?ores dijeron pelillos a la mar y dejaron que entraran los aliados del contrario y algunos neutrales. 16 pa¨ªses ingresaron en diciembre de 1955.
Actualmente, Rusia en Crimea o Estados Unidos en actuaciones de Israel paralizan de ese modo la maquinaria. ?Cabe imaginar cualquier asociaci¨®n de 193 miembros en que la voluntad incluso s¨®lo levemente insinuada de uno solo (caso de Rusia en Kosovo) baste para maniatar a todos los dem¨¢s. Resulta obsoleto, aristocr¨¢tico y frustrante, pero cierto. Una reforma que elimine o m¨ªnimamente recorte este inconmensurable privilegio est¨¢ abocada al fracaso: los cinco arist¨®cratas, sentados permanentemente en el Consejo de Seguridad, tienen derecho de veto incluso sobre la mera reforma. Un ignaro en la materia deducir¨ªa que estamos en el teatro del absurdo.
Los Estados, por otra parte, grandes y peque?os, son reacios a proporcionar a la organizaci¨®n los recursos necesarios para desenvolverse. Cuando se aprueba una misi¨®n de paz, los Gobiernos refunfu?an al tener que costearla y el secretario general, dado que la ONU no cuenta con un ej¨¦rcito propio, debe literalmente ir mendigando a los Gobiernos para que faciliten unos batallones o los medios log¨ªsticos necesarios.
Hay que concluir, pues, que La ONU no es un gobierno mundial ni como dijo el brit¨¢nico Lord Halifax en las fechas de su fundaci¨®n un palacio encantando. Muchas de las decisiones que afectan a la comunidad internacional son, en consecuencia, tomadas en Washington, Pekin, Bruselas o Mosc¨².
Sin embargo, a pesar de sus imperfecciones y fallos es una organizaci¨®n necesaria. Es un foro universal de discusi¨®n y ha prestado muy importantes servicios a la humanidad en el tema de los refugiados, la infancia, el cese de hostilidades con sus cascos azules etc¡ Su costo es reducido, el presupuesto total de la ONU equivale a 2% de lo que los pa¨ªses del mundo gastan anualmente en armamento. No hay la menor duda de que si se desintegrara millones y millones de personas estar¨ªan bastante peor de lo que est¨¢n. Dicho de otra forma, si las Naciones Unidas no existieran habr¨ªa que inventarlas. Ahora bien, parafraseando a aquel escritor que dec¨ªa que si el hubiera estado presente en el d¨ªa de la creaci¨®n le habr¨ªa sugerido a Dios un par de reformas pertinentes cualquier observador de la operatividad de la ONU podr¨ªa concluir que en junio de 1945 el podr¨ªa haber sugerido en San Francisco media docena de cosas que har¨ªan que la organizaci¨®n respondiese m¨¢s acertadamente a los ideales para los que fue fundada. Cuesti¨®n diferente es que los Estados, los vencedores de la guerra mundial fundamentalmente, la hubieran aceptado.
Inocencio F. Arias, diplom¨¢tico jubilado, fue embajador de Espa?a en la ONU.
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