La dinast¨ªa del sonido
Peter Bang y Svend Olufsen unieron sus fuerzas para fundar con sus apellidos una de las firmas danesas m¨¢s reconocibles. Su aventura en la alta fidelidad cumple 90 a?os
Puede que Lego y Bang & Olufsen sean las dos marcas danesas m¨¢s reconocibles en el mundo. En Struer, la ciudad en la que la familia Olufsen tiene todav¨ªa su granja, bromean con que su empresa naci¨® de un huevo. Fue la obsesi¨®n de su hijo Svend lo que hizo que Anna Olufsen ahorrase parte del dinero que obten¨ªa con la venta de huevos para financiar los experimentos de este, que fabric¨® su primer aparato de radio en el desv¨¢n de la granja con 24 a?os. Le acompa?aba otro ingeniero reci¨¦n licenciado y m¨¢s obsesivo que ¨¦l. Peter Bang acababa de regresar de Am¨¦rica. All¨ª hab¨ªa logrado un puesto en una f¨¢brica de radios, una industria que florec¨ªa en Estados Unidos. Corr¨ªa el a?o 1925 cuando Bang y Olufsen construyeron su primer producto. Nueve d¨¦cadas despu¨¦s, es de nuevo la obsesi¨®n ¨Ctras seis a?os de absoluta dedicaci¨®n¨C lo que se esconde tras la presentaci¨®n del BeoLab 90, un altavoz capaz, seg¨²n dicen, de llevar una ac¨²stica de auditorio al sal¨®n de una vivienda.
Todo comenz¨® en Struer, una ciudad situada en Jutlandia, la parte peninsular de Dinamarca. Con motivo del 90? aniversario de la conocida marca de imagen y sonido, la familia Olufsen abre las puertas de su conocida casa y las instalaciones de la f¨¢brica. La firma ha querido festejar su cumplea?os haciendo lo que ha hecho en los mejores momentos de su historia: innovar. Su curr¨ªculo, con 11 dise?os en la colecci¨®n del MOMA de Nueva York, combina invenci¨®n y dise?o a partes iguales. El m¨ªtico CD plano con seis cabezales BeoSound 9000 que el dise?ador David Lewis convirti¨® en 1995 en un ¨¦xito de ventas sin precedentes es, seguramente, su pieza m¨¢s conocida. As¨ª, aunque no es la primera vez que una de sus creaciones rompe moldes, el m¨²sico alem¨¢n Cai Broockmann ¨Cdirector de la revista tecnol¨®gica Fidelity¨C ofrece a El Pa¨ªs Semanal su opini¨®n sobre el nuevo altavoz: ¡°Es la domesticaci¨®n de la alta fidelidad¡±. Broockmann explica que en el mercado hay otros altavoces sobresalientes cuyo precio puede alcanzar los 300.000 euros. As¨ª, aunque ni ¨¦l ¨Cni casi ninguno de los empleados de la firma danesa¨C pueda pagarlo, la filarm¨®nica en casa por 70.000 euros (34.900 cada altavoz) le parece a Broockmann ¡°una ganga¡±. Una ganga con el precio de una vivienda.
Puede que sea por la granja por donde haya que comenzar. Que el altavoz BeoLab 90 no es para todos viene anunciado por el m¨ªnimo espacial que precisa: 30 metros cuadrados. Abstenerse clase media. ¡°Innovar es muy caro, pero luego las tecnolog¨ªas acaban estandariz¨¢ndose y pueden llegar a mucha gente¡±, explica Tue Mantoni, CEO de la empresa. Con 40 a?os, en apenas cuatro ha conseguido sacar a la firma danesa de las p¨¦rdidas que la hicieron tambalearse en la primera d¨¦cada del siglo XXI. Y todo por haber sabido recuperar su esencia: esa b¨²squeda de innovaci¨®n que persiguieron obsesivamente sus fundadores.
La familia Olufsen vive todav¨ªa en la legendaria granja de Quistrup en la que creci¨® Svend Olufsen. Siguen criando gallinas y vacas. Por eso hoy, Susanne, viuda de Peter Skak Olufsen, sobrino de Olufsen (¡°Svend nunca se cas¨®, fue soltero pero no solitario¡±, cuenta), recuerda la importancia de las mujeres de la familia: ¡°El padre de Svend era esc¨¦ptico ante los experimentos de su hijo¡±. Susanne ha abierto la vivienda que comparte con la familia de su hijo.
La casona es inmensa. En ella la alta tecnolog¨ªa convive con escalones de madera que crujen. El lugar ha logrado absorber el paso del tiempo sin momificarse ni deteriorarse. Desde que en 1974 saliera a Bolsa, los Olufsen son tambi¨¦n accionistas de la empresa que cre¨® su t¨ªo-abuelo.
Hasta hace poco, todos los cines en Dinamarca empleaban altavoces Bang & Olufsen. La primera pel¨ªcula sonora de la historia del cine dan¨¦s, Han, Hun og Hamlet (1932), grab¨® su sonido con aparatos de esta marca. Pero hoy es la digitalizaci¨®n la que manda. Lo sabe bien Geoff Martin, un canadiense que estudi¨® ¨®rgano y acab¨® haciendo un doctorado sobre digitalizaci¨®n musical. Hace 13 a?os que vive en Struer. Convertido en el tonmeister (mezclador de sonidos) de la empresa, es algo as¨ª como un catador de tonos. Locuaz y con ese tipo de humor que lleva a hacer chistes con logaritmos, Martin habla del sonido con onomatopeyas.
De la misma manera que un catador descansa y bebe agua, cuenta que, para no empacharse de sonidos, siempre ¡°se limpia¡± con la misma canci¨®n: Bird on a Wire, de Leonard Cohen, ¡°interpretada por Jennifer Warnes¡±. ¡°Desde 1989 no he pasado un d¨ªa sin escucharla por lo menos 10 veces¡±. Martin hace cambiar de lugar a esta periodista en la sala de pruebas. Esa es la gran aportaci¨®n de estos nuevos altavoces, que le sirven al mel¨®mano cuando est¨¢ solo, pero tambi¨¦n cuando se junta con amigos. ?l lo explica con un s¨ªmil: ¡°Los altavoces profesionales son una moto, se dirigen a un punto. Estos son un coche familiar¡±.
Las pruebas ac¨²sticas y las de resistencia se realizan en la primera f¨¢brica que Bang y Olufsen mandaron construir, en 1927, para comercializar su primer invento: el Eliminator (un componente para que las radios funcionaran enchufadas a la corriente el¨¦ctrica, sin pilas). Como no ten¨ªan claro que su empresa tuviera futuro, les aconsejaron construir la f¨¢brica con forma de escuela: siempre podr¨ªan venderla. All¨ª era habitual que los empleados, al llegar por la ma?ana, encontraran a Bang en pijama y en plena faena. Hoy Bang & Olufsen da empleo a buena parte de Struer. Cerca de 2.000 habitantes de los 10.000 de esta ciudad ocupan los siete edificios de la empresa. Los propios Peter Bang y Svend Olufsen tienen calles ¨Cdiscretas como sus productos¨C cerca de la antigua f¨¢brica que siguen denominando ¡°la escuela¡±.
En ese viejo inmueble est¨¢ lo que llaman ¡°la c¨¢mara de torturas¡±. Los productos pasan pruebas de vibraci¨®n, ca¨ªda libre, humo y resistencia a ?temperaturas extremas. El ?ingeniero Peter Loff explica que cada a?o piensan nuevas formas de romper las cosas. El dise?ador alem¨¢n Andr¨¦ Poulhein, autor de los nuevos altavoces, cuenta que recurri¨® a las telas tensadas que el arquitecto Frei Otto emple¨® en el Estadio Ol¨ªmpico de M¨²nich. Tuvo que buscar suministradores de la industria del autom¨®vil, pero hoy han patentado esas telas. Todos los materiales, componentes y dise?os de esta empresa se producen en Europa. En la cantina de la f¨¢brica, una de las paredes est¨¢ decorada con multitud de marcos blancos. Conocido como el wall of fame (el mural de la fama, en espa?ol), es una historia gr¨¢fica de la empresa. Son los retratos de todos los empleados que han permanecido en la firma m¨¢s de 25 a?os. Al principio hab¨ªa sobre todo hombres. Hoy d¨ªa prefieren los dedos de las mujeres para terminar los productos a mano. Svend Olufsen muri¨® meses antes de haber dedicado el tiempo suficiente para que su fotograf¨ªa estuviera colgada en la pared. Su retrato no acompa?a al de Bang. A pesar de haber fundado la empresa, que Olufsen no est¨¦ en el muro demuesta la normativa sin fisuras y el calado democr¨¢tico de esta f¨¢brica de bienes elitistas que tiene una idea de la calidad sin florituras ni a?adidos.
elpaissemanal@elpais.es
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