Un a?o despu¨¦s, la bandera cubana ondea en Washington
La embajada reabierta en la capital de EEUU apenas despierta la curiosidad del p¨²blico
Salvo los atascos y consecuentes bocinazos en hora punta, poco m¨¢s altera la vida en la Calle 16, una de las avenidas de entrada al coraz¨®n de Washington y que desemboca en la Casa Blanca. Y eso, de por s¨ª, es ya una novedad. Sobre todo a la altura del n¨²mero 2.630. Ah¨ª se erige el edificio de propiedad cubana que, desde el 20 de julio, ha recuperado el t¨ªtulo de embajada que perdi¨® durante m¨¢s de medio siglo. La reapertura de las respectivas legaciones diplom¨¢ticas ha sido, hasta la fecha, la acci¨®n m¨¢s trascendental del proceso de normalizaci¨®n de relaciones que iniciaron los presidentes Barack Obama y Ra¨²l Castro hace ahora justo un a?o, el 17 de diciembre de 2014. Y no lleg¨® sin amenazas de revuelo y protestas furibundas. El candidato presidencial republicano de origen cubano Marco Rubio clam¨® y amenaz¨® con bloquear la nominaci¨®n del embajador norteamericano en La Habana en el Senado, idea que secund¨® el tambi¨¦n senador y tambi¨¦n candidato republicano de origen cubano Ted Cruz.
De hecho, EEUU sigue sin embajador formal en Cuba por este motivo y se ha limitado a subir de categor¨ªa ¡ªa encargado de negocios¡ª al hasta entonces jefe de la Secci¨®n de Intereses, Jeffrey DeLaurentis. Por el contrario, su par cubano, Jos¨¦ Ram¨®n Caba?as, ya goza de estatus pleno de embajador e incluso entreg¨® su carta de presentaci¨®n al presidente Barack Obama en la Casa Blanca. Cruz lleg¨® a proponer ¡ªsin ¨¦xito¡ª renombrar el tramo de la Calle 16 al que asoma la embajada cubana como Camino Oswaldo Pay¨¢, en memoria del disidente cubano fallecido en un accidente de tr¨¢fico en 2012, del que su familia responsabiliza a las autoridades cubanas. Las amenazas no han tenido grandes efectos hasta la fecha en el proceso de acercamiento que ahora cumple un a?o. La bandera cubana ondea d¨ªa y noche en pleno coraz¨®n de Washington. Los coches pasan sin inmutarse. A escasos metros, muchos esperan cada ma?ana en la parada del autob¨²s. Pocos le dedican algo m¨¢s que una mirada al edificio que durante m¨¢s de cinco d¨¦cadas fue el s¨ªmbolo en plena capital estadounidense de la guerra fr¨ªa en el Caribe.
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