Las mil y una caras de la locura
De los diagnosticados a quienes diagnostican. De la vida en las unidades de agudos a la hospitalizaci¨®n de larga estancia. Retrato de la enfermedad mental sin estereotipos.
EL DELIRIO
"La locura nunca duerme". Vicente
Todo empez¨® como un sue?o. Una utop¨ªa mesi¨¢nica que convert¨ªa a su protagonista en un enviado celestial capaz de cambiar el mundo a trav¨¦s del amor. A principios de 2003, Vicente Rubio comenz¨® a rodar una pel¨ªcula sobre este delirio de grandeza y acab¨® grabando su propia locura.
Vicente naci¨® en Villena (Alicante) en 1971. All¨ª estudi¨® Formaci¨®n Profesional de Administrativo y cumpli¨® con el servicio militar obligatorio. Se traslad¨® a Madrid para estudiar Arte Dram¨¢tico. Encaden¨® trabajos como figurante en espect¨¢culos de parques tem¨¢ticos que le llevaron desde Londres hasta Jap¨®n. De vuelta en Espa?a, compr¨® una c¨¢mara de v¨ªdeo. Quer¨ªa montar una productora, pero ten¨ªa poco m¨¢s de treinta a?os y se encontraba solo. Bloqueado. Empez¨® a concebir ideaciones m¨ªsticas. Su timidez le encerr¨® cada vez m¨¢s en el mundo interior de sus creencias. As¨ª naci¨® el sue?o de salir en busca de un alma gemela para cambiar el mundo. Y decidi¨® grabar el viaje. Entre ¡°voces y experiencias de sensibilidad, espiritualidad, posesi¨®n y energ¨ªa¡±, acab¨® metido en la piel del personaje que cre¨ªa estar interpretando. La idea inicial de la pel¨ªcula se torn¨® en autorretrato de su inmersi¨®n en la esquizofrenia.
El estallido surgi¨® en septiembre de 2003. Hab¨ªa llegado a creer que estaba pose¨ªdo por un esp¨ªritu y concluy¨® que la ¨²nica manera de deshacerse de ¨¦l era estamparse contra una pared del pasillo de la casa de sus padres. Se lanz¨® a toda velocidad hasta darse de bruces contra el muro. Su hermana presenci¨® la escena y llam¨® a una ambulancia. Vicente ingres¨® voluntariamente en una unidad psiqui¨¢trica de agudos. Acab¨® aceptando un tratamiento farmacol¨®gico de largo recorrido y la rehabilitaci¨®n ambulatoria en un centro de salud mental. En paralelo, sigui¨® grabando la evoluci¨®n de su enfermedad. Habl¨® con expertos que repet¨ªan ante su c¨¢mara: ¡°Resulta complicado saber con exactitud las causas del nacimiento del delirio¡±. El documental es un viaje de entrada y salida del t¨²nel que termin¨® de rodarse en 2009. Se titula Solo y ha sido premiado en varios festivales.
Vicente Rubio tiene hoy canas en el cabello y una enigm¨¢tica mirada verde. ¡°Mis dos hijos saben que pap¨¢ sue?a despierto. La locura nunca duerme. Solo es una forma de prolongar el sue?o. Recuperar la ilusi¨®n por vivir, por hacer cosas, tener la voluntad y el apoyo de los dem¨¢s me ayudaron a salir adelante¡±.
En 2016 se cumplen 30 a?os de la ley de sanidad que dio pie al cierre de los manicomios en Espa?a
Vicente forma parte del comit¨¦ asesor de personas con enfermedad mental de la Confederaci¨®n Salud Mental Espa?a, reunido recientemente en la sede madrile?a de esta asociaci¨®n que engloba a 41.000 familias espa?olas. Basilio Garc¨ªa ejerci¨® de coordinador durante la reuni¨®n. Y dijo ante sus compa?eros: ¡°El empleo es la piedra filosofal de la recuperaci¨®n. Yo pertenezco al 15% de los diagnosticados con esquizofrenia que tienen trabajo estable¡±.
Basilio Garc¨ªa es un ceut¨ª de 45 a?os, nariz aguile?a, perilla poblada y cr¨¢neo despejado. Lleva 20 a?os conviviendo con la esquizofrenia. ¡°Recib¨ª el diagn¨®stico y me dieron por desequilibrado. Pero no es el final de nada¡±. Encontr¨® un aliado en el tenis de mesa. Recuper¨® la autoestima y la rutina diaria. A?os m¨¢s tarde logr¨® la oposici¨®n a una plaza de auxiliar administrativo. ¡°Yo no me veo como un loco. He tenido paranoias y alucinaciones ac¨²sticas. Hoy sigo tomando medicaci¨®n y estoy al otro lado, intentando ayudar a otras personas¡±.
Tras la reuni¨®n, Basilio y sus compa?eros celebraron el D¨ªa de la Salud Mental. En un sal¨®n del Ateneo de Madrid reclamaron la prevenci¨®n y la eliminaci¨®n del estigma vinculado a la enfermedad mental, que afecta a una de cada cuatro personas a lo largo de su vida. Basilio, Vicente y el resto de sus colegas tambi¨¦n exigieron menos paternalismo hacia ellos y m¨¢s conocimiento de su realidad. ¡°Solo se habla de nosotros cuando hay un suceso. Cuando ustedes, los periodistas, ponen en una noticia el apelativo de esquizofr¨¦nico a una persona que comente un delito violento, lanzan el mensaje de que todos los diagnosticados de esquizofrenia son peligrosos, pero menos del 3% de quienes reciben este diagn¨®stico u otras psicosis cometen actos violentos¡±.
?ngel Urbina tambi¨¦n forma parte del comit¨¦ asesor de la Confederaci¨®n Salud Mental Espa?a. Tiene 49 a?os y lo que m¨¢s llama la atenci¨®n de su rostro son esos ojos chispeantes que escrutan lo que se ve y lo que no se ve. ¡°Energ¨ªas¡±, lo llama ¨¦l. Al poco de cumplir 20 a?os, este gaditano perfeccionista que estudiaba Ingenier¨ªa en Sevilla sufri¨® su primera crisis. Una noche del verano de 1990 empez¨® a sentir que escuchaba desde la cama voces que parec¨ªan venir del piso de arriba, ¡°como si atravesaran las paredes¡±. As¨ª entr¨® en el mundo de las visiones y voces que pueblan su mente.
Le diagnosticaron esquizofrenia paranoide. Luego lleg¨® la ¡°psicosis at¨ªpica¡±, seg¨²n los doctores. Pele¨® por retomar los estudios universitarios. ¡°Los m¨¦dicos dijeron que jam¨¢s terminar¨ªa la carrera. Nunca les cre¨ª. Los cambios en la medicaci¨®n me permitieron avanzar¡±. Se licenci¨® como ingeniero industrial en 1996 y se cas¨® al a?o siguiente. El matrimonio se traslad¨® a Tarragona por una oferta de trabajo que ¨¦l encontr¨® en la petrolera Repsol. All¨ª han vivido hasta hoy y en esa misma compa?¨ªa sigue trabajando ?ngel. All¨ª tambi¨¦n ha nacido su hija, que hoy tiene 13 a?os. ¡°Nunca me he planteado miedos ante la carga gen¨¦tica que pueda recibir mi hija por lo que a m¨ª me pasa. En este aspecto, resulta m¨¢s importante el ambiente donde uno se desarrolla que la carga biol¨®gica¡±.
?ngel sali¨® del armario en su trabajo hace cinco a?os. Quienes hacen p¨²blicas sus problem¨¢ticas de salud mental lo llaman as¨ª: ¡°Salir del armario¡±. Prevalece el miedo ante lo desconocido. ¡°Un trato m¨¢s humano por parte de los doctores ayudar¨ªa mucho a quienes vivimos estas experiencias. Es bueno que cuenten con nuestro punto de vista. Algunos se quedan en el camino, pero tambi¨¦n hay supervivientes¡±.
LOS OLVIDADOS
¡°Todos los trabajadores de salud mental deber¨ªan probar los neurol¨¦pticos para ver lo desagradables que son sus efectos¡±. Gonzalo
Manolo es un madrile?o bajito y risue?o. Tiene 69 a?os y desde hace cuatro vive en la unidad residencial de larga estancia del Instituto Psiqui¨¢trico Jos¨¦ Germain de Legan¨¦s, al sur de Madrid. Para llegar a su habitaci¨®n compartida hay que cruzar un pasillo donde a mediod¨ªa espera el primer turno de almuerzo un grupo de los 94 residentes. La mayor¨ªa son de edad avanzada y todos tienen una enfermedad mental grave diagnosticada. ¡°?Guapa y guapa!¡±, grita una de las pacientes a la enfermera que ayuda a levantarse a un anciano que acaba de orinarse encima.
A Manolo le encanta jugar a la loter¨ªa. Su mayor ilusi¨®n es que le toque una primitiva para irse a vivir con su novia a otro sitio. Su autor literario favorito es Julio Verne. Sue?a con escribir un libro sobre sus propias desventuras. Tiene dos hijos que le visitan en estas instalaciones y una pensi¨®n de 858 euros. ¡°Aqu¨ª vivo bien, pero algunos compa?eros est¨¢n fatal¡±.
La doctora Carmen Leal, coordinadora de cuidados residenciales de este departamento, admite que tienen la ocupaci¨®n al completo. ¡°El grado de capacidad determina mucho el ingreso en la larga estancia. Muchos de nuestros pacientes podr¨ªan pasar perfectamente a instalaciones geri¨¢tricas. Pero, cuando conocen el diagn¨®stico, no los quieren en esos lugares¡±. Gonzalo Monedero, responsable de esta unidad hospitalaria, incide: ¡°La larga estancia est¨¢ saturada porque prevalece un estigma en las residencias de la tercera edad en torno a los enfermos mentales. Siempre que puedan, es mejor que vuelvan a casa o a lugares m¨¢s normalizados de tratamiento y rehabilitaci¨®n¡±.
El doctor Monedero es un psiquiatra de 54 a?os que asegura haber probado los medicamentos neurol¨¦pticos o antipsic¨®ticos para conocer de primera mano lo que receta. ¡°Es algo que recomiendo a todos los profesionales de salud mental, para ver lo desagradables que son sus efectos¡±. Monedero lleg¨® al Jos¨¦ Germain interesado por la historia que atesora este centro, una de las primeras instituciones en llevar a cabo la reforma psiqui¨¢trica espa?ola de los a?os ochenta. La antigua Casa de Dementes de Santa Isabel, fundada a finales de 1851 como manicomio, evolucion¨® a finales del siglo pasado de servicio hospitalario a prestar atenci¨®n principalmente ambulatoria. Adem¨¢s del complejo que alberga al centenar de camas de larga estancia, la instituci¨®n cuenta con la finca Santa Isabel, donde estaba la antigua casa de dementes y hay camas para medio centenar de pacientes de media estancia. El Jos¨¦ Germain, dependiente de la Comunidad de Madrid, es tambi¨¦n centro de salud mental, hospital de d¨ªa y centro ambulatorio de tratamiento y rehabilitaci¨®n, aspecto este ¨²ltimo que constituy¨® el germen de la reforma.
En 2016 se cumplen 30 a?os de la aprobaci¨®n de la Ley General de Sanidad 4/1986, de 25 de abril. La norma ejerci¨® como espoleta de la reforma que determin¨® en Espa?a el cierre de los viejos manicomios. Los tratamientos comenzaron desde entonces a desarrollarse bajo el control de los centros de salud mental. Los antiguos hospitales psiqui¨¢tricos se reconvirtieron en centros de rehabilitaci¨®n y nacieron las minirresidencias. La reforma integr¨® en el sistema sanitario general los servicios especializados para su coordinaci¨®n con la atenci¨®n primaria y la asistencia social. El desarrollo competencial auton¨®mico determin¨® la ejecuci¨®n desigual de la reforma. Y, como insisten desde la Confederaci¨®n Salud Mental Espa?a, el peso acab¨® recayendo sobre las familias: ¡°En el 80% de los casos, los familiares se han convertido en cuidadores informales¡±.
En 1986 exist¨ªan 108 hospitales psiqui¨¢tricos en Espa?a. En 2012, el Sistema Nacional de Salud contabilizaba 99 centros de larga y media estancia. El n¨²mero de camas se ha reducido desde las 30.702 de 1986 hasta las 11.963 de 2011. ¡°Esta hospitalizaci¨®n espec¨ªfica ha permanecido para un perfil que no tiene alternativa mejor por la complejidad de su conducta y de su psicopatolog¨ªa o el consumo asociado de determinadas sustancias¡±, explica ?lvaro Romero, director del Instituto Jos¨¦ Germain. ¡°Los destinatarios de un servicio como el que prestamos son personas a las que no les queda otra alternativa por su mala adherencia a los f¨¢rmacos, una escasa conciencia de la enfermedad o altos niveles de dependencia y vulnerabilidad. El hospital psiqui¨¢trico concilia mejor la seguridad, atenci¨®n ¨®ptima y autonom¨ªa del paciente, durante el menor tiempo posible y buscando siempre la entrada y la salida¡±.
LA REVOLUCI?N
"?Qui¨¦n va a hablar mejor de la locura que nosotros los locos?¡±. Pedro
Como cada ma?ana durante los d¨ªas laborables, Laura sale en busca de Pedro hasta su casa en un barrio acomodado de Valladolid. Laura tiene 34 a?os y es psiquiatra. Pedro tiene 23 a?os y una psicosis diagnosticada. Pedro no va a la consulta de Laura. Ella sale en su busca. ¡°El objetivo es que recupere la ilusi¨®n por las cosas actuando en su entorno¡±.
Laura Mart¨ªn L¨®pez-Andrade es una granadina que lleg¨® a Valladolid en 2006 para formarse con referentes como Fernando Colina, uno de los l¨ªderes de la reforma sanitaria durante los ochenta. El doctor Colina dirigi¨® el hospital Doctor Villaci¨¢n desde 1985 hasta su cierre en 2010. All¨ª prendi¨® la llama del Colectivo Villaci¨¢n, formado por profesionales que nutrieron a varias hornadas hacia una labor menos farmacol¨®gica y m¨¢s asertiva. Laura curs¨® en 2009 el cuarto a?o de residencia en Trieste, reducto italiano de la psiquiatr¨ªa comunitaria de Europa. A su regreso, tom¨®, junto a otros j¨®venes estudiantes, el testigo del Colectivo Villaci¨¢n. El grupo dio forma al movimiento La Revoluci¨®n Delirante. Laura resume as¨ª uno de sus postulados: ¡°Los profesionales hemos de conocer qu¨¦ le pasa en lugar de qu¨¦ tiene el enfermo. La sociedad tiene que aceptar la locura¡±.
Laura fund¨® en enero de 2013 el Centro de Intervenci¨®n Comunitaria (CIC) con el apoyo del doctor Colina, quien tras el cierre del Villaci¨¢n se convirti¨® en jefe del servicio de psiquiatr¨ªa del hospital universitario R¨ªo Hortega de Valladolid. El objetivo del CIC, dependiente de este centro de titularidad p¨²blica, es la atenci¨®n intensiva a la enfermedad mental grave. Hasta 38 personas se benefician hoy de sus servicios, brindados por nueve mujeres. El equipo del CIC est¨¢ formado por psiquiatras, psic¨®logas, enfermeras, auxiliares de enfermer¨ªa y una terapeuta ocupacional. ¡°Quer¨ªamos dar la vuelta a la din¨¢mica de la inyecci¨®n y una visita cada dos meses al especialista¡±, dice Laura. Ella y su equipo act¨²an como ¡°agentes del mantenimiento del deseo¡±.
Para ello salen del div¨¢n a la calle. Van a por los pacientes a sus casas. Planifican su jornada laboral en funci¨®n de las actividades a las que pueden acompa?arles. ¡°M¨¢s all¨¢ del diagn¨®stico, nos centramos en las necesidades fomentando la escucha, ya que la psicosis dificulta el lenguaje y el deseo. Favorecemos la emancipaci¨®n de los s¨ªntomas, intentando que sean libres de la propia psiquiatr¨ªa y a veces de las propias familias para mantener una relaci¨®n sana. Trabajamos para que no nos necesiten¡±.
Lograrlo requiere implicarse hasta el tu¨¦tano. Algunos profesionales que han pasado por el CIC abandonaron por el camino. Carmen, auxiliar de enfermer¨ªa de 52 a?os, lleg¨® por una oferta en la bolsa de trabajo sin mucho inter¨¦s. Pero se enganch¨®. Ha visto resultados en personas que ven¨ªan en un estado muy dif¨ªcil. ¡°Lo nuestro es alta costura en salud mental¡±, dice Rosa, otra auxiliar de 57 a?os y sonrisa permanente. En estos casi tres a?os de vida del CIC han gestionado 150 casos. Pedro es uno de ellos.
Cuando Laura va a buscarle a su casa una ma?ana fr¨ªa y lluviosa, Pedro revisa en su ordenador unas canciones de rap de producci¨®n propia. Luce barba de varios d¨ªas y el pelo alborotado. Durante la adolescencia, devolvi¨® el bullying que sufri¨® siendo ni?o. Primero llegaron las peleas. Luego, el alcohol y las drogas. Una mala experiencia con el ¨¦xtasis le llev¨® a experimentar alucinaciones con la violencia y el sexo. ¡°Fue el viaje espiritual de un alma rota. Yo era un ni?o muy sensible. Me diagnosticaron psicosis por t¨®xicos hace cuatro a?os. Estuve ingresado en una unidad de agudos e intent¨¦ suicidarme all¨ª dentro. Cuando sal¨ª, me recomendaron venir al CIC. Aqu¨ª me han ayudado a tener ilusi¨®n. Voy al psiquiatra cada dos meses, pero la terapia con Laura es m¨¢s constante. A ella le he ense?ado mis canciones. Ahora intentamos grabar un disco con ellas¡±. Su nombre art¨ªstico es Pedradas.
El CIC se rige por un funcionamiento ambulatorio, de 9.00 a 17.30. Al mediod¨ªa, los bajos que ocupa en una esquina del hospital R¨ªo Hortega de Valladolid est¨¢n llenos de vida. Aqu¨ª tambi¨¦n ha nacido otra revoluci¨®n: la del colectivo Fuera de la Jaula, formado por diagnosticados con enfermedad mental. Ellos prefieren definirse como ¡°personas con malestar ps¨ªquico¡±. El colectivo puso primero en marcha un programa de radio comunitaria que hoy se emite desde la delegaci¨®n vallisoletana de Radio Nacional de Espa?a. Cada jueves, de 13.10 a 13.30, cuentan con un espacio de 20 minutos ¡°para batallar contra el estigma¡±.
Pedro forma parte de Fuera de la Jaula. Como cada mi¨¦rcoles, se dispone a grabar el programa con sus colegas. Preparan los contenidos en la sede del CIC antes de trasladarse al estudio de radio. Quique, de 59 a?os, cuya gran timidez y la aproximaci¨®n a la sexualidad derivaron en conflictos que acabaron en diagn¨®sticos psiqui¨¢tricos graves, charla con Pedro.
Quique. Antes habl¨¢bamos menos de psiquiatr¨ªa en el programa y era m¨¢s divertido.
Pedro. ?Y qui¨¦n va a hablar mejor de la locura que nosotros los locos? La locura es m¨¢s interesante como concepto que la enfermedad mental. Es como una historia¡
Quique. ?Es una mierda! Volverse loco es un fracaso de la leche. Dicho lo cual, dame pan y ll¨¢mame tonto.
M¨¢s tarde seguir¨¢n debatiendo, pero frente al micr¨®fono. Bajo la supervisi¨®n de Paco Alc¨¢ntara en el control de realizaci¨®n, preparan sus intervenciones Carmen, Baruque, Jos¨¦ Carlos, Manu, Guille, Nuria, Andy, Pedro y Quique. Todos pacientes del CIC. Carmen entona el lema del programa: ¡°Mi psiquiatra est¨¢ mucho mejor desde que escucha Fuera de la jaula¡±. La tertulia est¨¢ coordinada por Guille, de 26 a?os, anchas espaldas, perfil griego y un diagn¨®stico de trastorno bipolar. Durante la etapa universitaria, tras coquetear con los porros, Guille empez¨® a encadenar ingresos en unidades de agudos. Entr¨® en el CIC hace a?o y medio. Hoy se medica con litio, pero toma la quinta parte de dosis que antes de llegar a este centro. ?l mismo ha encontrado el equilibrio en la cantidad de f¨¢rmacos. ¡°Me gustar¨ªa convertirme en agente de apoyo mutuo en hospitales, una figura que existe en Estados Unidos y en Irlanda¡±.
Carmen sigue con la tertulia: ¡°Una vez que entras en contacto con la psiquiatr¨ªa, pierdes la credibilidad. Por ejemplo, con la polic¨ªa¡±. Guille pregunta: ¡°?Escuchamos y nos sentimos escuchados?¡±. Andy responde: ¡°De por s¨ª, cuesta escucharse a uno mismo¡±. Nuria concluye con su voz ¨¢spera: ¡°No necesito que interpreten mis necesidades ni que me gu¨ªen m¨¢s que el hecho de la palabra en s¨ª misma¡±.
M¨¢s de un mill¨®n de personas padecen en Espa?a una enfermedad mental grave. La esquizofrenia afecta al 0,7% de la poblaci¨®n (400.000); el trastorno bipolar, al 0,5%. M¨¢s de la mitad de quienes necesitan tratamiento no lo reciben y un porcentaje significativo no accede al adecuado. Depresi¨®n y ansiedad son los trastornos m¨¢s comunes: uno de cada cuatro espa?oles padece la primera; un 17,48%, la segunda. ¡°Los centros de salud mental est¨¢n desbordados¡±, afirma el doctor Colina, jefe de psiquiatr¨ªa en el hospital R¨ªo Hortega de Valladolid. ¡°Habr¨ªa que romper el modelo. A los centros de salud mental van los derivados por el m¨¦dico de primaria, la mayor¨ªa con angustia y depresi¨®n. Caben dos soluciones: separar dos centros, con uno asertivo y comunitario para patolog¨ªas m¨¢s graves, o bien avanzar en que los psic¨®logos colaboren en la atenci¨®n primaria y se quede all¨ª el tratamiento de trastornos m¨¢s comunes. A los centros de salud mental solo deber¨ªan ir los pacientes m¨¢s graves¡±.
LOS ESCUCHADORES DE VOCES
¡°La locura tiene una funci¨®n social¡±. Patricia
Patricia Rey es una asturiana que naci¨® en 1973 y a los 19 a?os, ¡°de forma muy florida¡±, sufri¨® su primer brote psic¨®tico. Aquel episodio de alucinaciones visuales y sonoras le llev¨® a su primer ingreso en una unidad de hospitalizaci¨®n psiqui¨¢trica de agudos. ¡°Permanec¨ª varios d¨ªas aislada, sin contacto con el exterior, sometida a un contexto de violencia, con contenciones mec¨¢nicas y qu¨ªmicas¡±.
Explot¨® por un c¨²mulo de circunstancias. Le dijeron que padec¨ªa esquizofrenia. ¡°El diagn¨®stico en s¨ª es traumatizante. He o¨ªdo voces, he sentido ansiedad y depresi¨®n. Pero para algunas personas, experiencias como la escucha de voces suponen un don si no son peligrosas. Ser¨ªa interesante que no te enjareten un diagn¨®stico cuando lo que te ocurre es una experiencia humana. La locura tiene una funci¨®n social. Nos advierte de lo que no est¨¢ bien¡±.
Hace unas semanas, Patricia pas¨® por la casa de Sara Toledano, psic¨®loga cordobesa afincada en Madrid, para ultimar los preparativos del 7? Congreso Mundial de Escuchadores de Voces, que se celebr¨® d¨ªas m¨¢s tarde en Alcal¨¢ de Henares. Patricia y Sara forman parte de Entrevoces, la red espa?ola organizadora de la ¨²ltima edici¨®n de este congreso promovido por el movimiento global Intervoice, que aglutina a centenares de grupos en m¨¢s de 25 pa¨ªses dedicados al estudio, educaci¨®n e investigaci¨®n sobre la escucha de voces. ¡°Pas¨¦ mucho tiempo buscando mi tribu¡±, dice Patricia. ¡°Formamos un espacio donde se da validez a mis experiencias. Y aprendemos a c¨®mo convivir con la locura. En una de mis ¨²ltimas crisis fui atendida por compa?eros de la red espa?ola, en lugar de ingresar en una unidad de agudos¡±. Como explica Sara, el fin de este colectivo es ¡°la gesti¨®n efectiva del sufrimiento humano¡±.
Olga Runciman, hija de madre danesa y padre argentino nacida en Arabia Saud¨ª, es una de las altas representantes de la red global Intervoice. Durante el reciente congreso mundial, iba de un lado a otro de las instalaciones del Parador de Alcal¨¢ que acogi¨® el evento hablando con algunos de los m¨¢s de 400 asistentes ¨C200 se quedaron en lista de espera¨C llegados desde m¨²ltiples rincones del planeta. ¡°Quienes escuchan voces son diagnosticados de esquizofrenia¡±, dice Olga. ¡°Pero desde Intervoice defendemos que no es una enfermedad, sino un problema relacionado con experiencias traum¨¢ticas¡±.
En 2016 se cumplen 30 a?os de la ley de sanidad que dio pie al cierre de los manicomios en Espa?a
Olga cuenta que empez¨® a escuchar voces a los cinco a?os. ¡°Al principio pens¨¦ que era Dios. Luego perd¨ª la fe y aparecieron otras voces. Hab¨ªan abusado de m¨ª cuando era peque?a en el colegio y aquel trauma regres¨® a mi mente m¨¢s tarde. A los 34 a?os me diagnosticaron esquizofrenia paranoide. Dijeron que ser¨ªa una enferma cr¨®nica y me dieron por incapacitada. Durante 10 a?os tom¨¦ mucha medicaci¨®n que mat¨® mi alma. Babeaba, era como un zombi. Mientras escrib¨ªa una carta de despedida para mi familia diciendo que ya no quer¨ªa vivir m¨¢s, decid¨ª abandonar los psicof¨¢rmacos. Hoy llevo 10 a?os sin medicaci¨®n y he recuperado las riendas. Mis voces y yo formamos un colectivo donde la jefa soy yo¡±.
Entre la nutrida asistencia de ponentes al 7? Congreso Mundial de Escuchadores de Voces tambi¨¦n estuvo Robert Whitaker, autor de los libros Mad in America y el recientemente publicado en Espa?a Anatom¨ªa de una epidemia (Capit¨¢n Swing), una escalofriante investigaci¨®n sobre la evoluci¨®n de la industria psicofarmacol¨®gica y el aumento de las enfermedades mentales. En l¨ªnea con Whitaker, el psicoanalista Darian Leader, miembro fundador del Centre for Freudian Analysis and Research en Londres, apunta en Qu¨¦ es la locura (Sexto Piso): ¡°El ¨¦xito aparente de los f¨¢rmacos contribuy¨® a que se desviara la atenci¨®n de los procesos mediante los cuales un paciente pod¨ªa mejorar sin medicaci¨®n¡±.
Rodrigo Fredes, chileno de 49 a?os y miembro del colectivo Locos por Nuestros Derechos, tambi¨¦n vino a Alcal¨¢ para participar en el congreso mundial. Rodrigo se define como un ¡°superviviente de la psiquiatr¨ªa¡±. Y proclama: ¡°La formaci¨®n de profesionales en esta materia est¨¢ secuestrada por los intereses de las farmac¨¦uticas¡±. Carina Hakansson, fundadora de Family Care Foundation en Suecia, reflexiona: ¡°Debemos reaccionar ante la pr¨¢ctica de dar diagn¨®sticos sin pasar suficiente tiempo conociendo a un paciente¡±.
Entre los asistentes al congreso tambi¨¦n se encontraban profesionales como Mariano Hern¨¢ndez, expresidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de Neuropsiquiatr¨ªa (AEN). Para Hern¨¢ndez, la nueva reforma que completar¨ªa la que arranc¨® en Espa?a hace 30 a?os deber¨ªa centrarse en ¡°contar con la vinculaci¨®n de los pacientes experimentados en nuestro trabajo¡±. Para su sucesor al frente de la AEN, Mikel Mun¨¢rriz, ¡°el reto es que las personas diagnosticadas recuperen la autonom¨ªa; ayudar¨ªan m¨¢s tratamientos psicosociales frente a los farmacol¨®gicos¡±. Paula Tom¨¦, de Radio Prometea, tambi¨¦n alz¨® la voz en Alcal¨¢. Ella aboga por un ¡°orgullo de la locura, porque el sufrimiento mental forma parte de la vulnerabilidad humana¡±. Dolors lleg¨® desde Barcelona con otros tres representantes de Radio Nikosia, colectivo alumbrado en sinton¨ªa con Radio La Colifata de Argentina. Y concluy¨®: ¡°Tenemos que hablar de personas, no de diagn¨®sticos ni de etiquetas¡±.
UN PASILLO ENTRE DOS PUERTAS ROJAS
¡°Lo m¨¢s complejo de este trabajo es realizar una contenci¨®n mec¨¢nica¡±. Juan Antonio
"Esta m¨²sica es muy importante¡±. Juan Antonio, celador de 41 a?os y brazos herc¨²leos, sube el volumen de unos altavoces que reproducen canciones de Enrique Bunbury. Hasta hace pocos minutos, la banda sonora de la unidad de hospitalizaci¨®n breve del madrile?o hospital universitario de La Paz era el silencio. La jornada arranca a las ocho de la ma?ana con la apertura de puertas de las habitaciones y las rutinas de higiene. Con las manos cubiertas por guantes de l¨¢tex, Juan Antonio ofrece un vasito de pl¨¢stico con jab¨®n l¨ªquido a una paciente.
La unidad de hospitalizaci¨®n breve de La Paz est¨¢ integrada en los recursos de salud mental de este centro sanitario p¨²blico y funciona como dispositivo para casos ¡°en situaci¨®n de descompensaci¨®n aguda¡±. Ocupa un estrecho pasillo de una treintena de metros en un semis¨®tano, flanqueado por dos portones rojos que permanecen cerrados con llaves electr¨®nicas de seguridad. Solo el personal m¨¦dico autorizado puede abrirlas. Salvo por las dos horas de visita diarias, de cinco a siete de la tarde, todo funciona aqu¨ª dentro en r¨¦gimen cerrado y de aislamiento. El as¨¦ptico corredor alberga 21 camas distribuidas en tres estancias individuales y nueve habitaciones dobles. Todas cuentan con ba?o incorporado y dentro no hay espejos ni objetos punzantes. Las ventanas son de cristal irrompible. Los sanitarios, de acero inoxidable. Las alcachofas de las duchas est¨¢n integradas en el techo por obra de mamposter¨ªa, marca de la casa, para evitar tentativas de suicidio. ¡°No se ha llegado a materializar ninguno desde la inauguraci¨®n del dispositivo en 2002¡±, dice el coordinador, Jes¨²s Mar¨ªn.
Todas las habitaciones y zonas comunes est¨¢n vigiladas por c¨¢maras de seguridad. A primera hora, varios ingresados transitan por el corredor. Vestidos con pijamas de color celeste, caminan bajo los efectos de una fuerte medicaci¨®n. Sus rostros son el vivo retrato de la crisis psiqui¨¢trica en su estado m¨¢s agudo.
El manejo farmacol¨®gico de los internos lo deciden los m¨¦dicos, que tambi¨¦n cuentan con otros tratamientos como la terapia electroconvulsiva. ¡°Lo m¨¢s complejo de este trabajo es realizar una contenci¨®n mec¨¢nica¡±, dice Juan Antonio, el celador de brazos herc¨²leos que comparte tareas con otros 10 colegas de la misma especialidad. El resto del equipo est¨¢ formado por tres psiquiatras, cuatro residentes, ocho enfermeras con una residente por turno, 11 auxiliares, una terapeuta ocupacional, una auxiliar administrativa, una trabajadora social y un psic¨®logo a tiempo parcial. En un despacho donde se custodian diversas medicaciones hay colgadas sobre la pared un manojo de correas y cinchas para realizar las contenciones mec¨¢nicas. ¡°Antes de inmovilizar, la pauta es hacer una buena contenci¨®n verbal¡±, explica Olga San Mart¨ªn, supervisora de enfermer¨ªa. ¡°Solo como ¨²ltimo recurso se lleva a cabo la contenci¨®n mec¨¢nica¡±.
En una estancia del puesto de enfermer¨ªa, los encargados de vigilar la guardia de la noche cuentan a los del turno de ma?ana las vicisitudes de las ¨²ltimas horas. ¡°Francisco, de la habitaci¨®n 10.2, padece esquizofrenia paranoide. Est¨¢ ingresado por alteraciones en la conducta. Hab¨ªa entrado en un estanco diciendo que era suyo y que iba a reorganizar el personal. Anoche rechaz¨® el parche de nicotina que le ofrecimos ante su petici¨®n de fumar. Tom¨® Risperdal y rechaz¨® Tranxilium y Orfidal¡±.
Trastornos de la personalidad. Bipolaridad. Depresivos cr¨®nicos. Esquizofrenias paranoides. Estados psic¨®ticos¡ Son algunos de los cuadros de un viernes invernal. ¡°La mayor¨ªa de diagnosticados con enfermedad mental est¨¢n en otras unidades¡±, dice Mar¨ªa Fe Bravo, jefa del servicio de psiquiatr¨ªa de La Paz, departamento reconocido recientemente como el tercero entre los mejores de Espa?a seg¨²n el an¨¢lisis del Monitor de Reputaci¨®n Sanitaria. ¡°La hospitalizaci¨®n breve atiende los momentos espec¨ªficos de crisis¡±.
Unas 450 personas mayores de 18 a?os pasan cada a?o por esta unidad de agudos. Su estancia dura una media de 15 d¨ªas. La mayor¨ªa proviene del servicio de urgencias del hospital. Tambi¨¦n llegan trasladados por el 112 y desde los juzgados. El 50% de entradas son voluntarias. Una comisi¨®n judicial ratifica o rechaza los ingresos involuntarios. La doctora Bravo vigila al mil¨ªmetro con otros facultativos cada uno de los perfiles ingresados en agudos. Para muchos se trata de su primer brote psic¨®tico. ¡°Una cosa es dar con el diagn¨®stico y otra acertar con el tratamiento¡±, dice Bravo. ¡°Nuestro objetivo es tratar bien al paciente y que su estancia en agudos sea lo m¨¢s breve posible¡±.
LA RED SOCIAL
¡°Abusar de cualquier actividad tiene sus riesgos. Yo me aisl¨¦ en el Antiguo Testamento¡±. Israel
Lola, de 32 a?os, es la cantante de la banda Repercusi¨®n. Tiene diagnosticado trastorno bipolar y esclerosis m¨²ltiple. Por su ¡°incapacidad absoluta¡± recibe 1.200 euros de su antiguo sueldo de educadora. Adem¨¢s de la m¨²sica, hay m¨¢s cosas que ocupan el tiempo de Lola. Por ejemplo, sus actividades en el Centro de Rehabilitaci¨®n Psicosocial (CRPS) de Alcal¨¢ de Henares.
Este CRPS, dependiente de la Consejer¨ªa de Familia y Asuntos Sociales de la Comunidad de Madrid, est¨¢ rodeado de edificios con soportales en el barrio alcala¨ªno de Puerta de Madrid, antiguo territorio comanche. Su inauguraci¨®n en 1989 en otras instalaciones supuso el nacimiento de la red madrile?a de atenci¨®n social a personas con enfermedad mental, que hoy cuenta con m¨¢s de 6.000 plazas y un presupuesto que en 2015 lleg¨® a los 64 millones de euros. El CRPS de Alcal¨¢ se traslad¨® en 1996 a este barrio y atiende a un centenar de personas con enfermedad mental grave. Cuenta con tres psic¨®logas, una trabajadora social, una terapeuta ocupacional y tres educadoras. El jefe de todo esto es Juan Gonz¨¢lez Cases: ¡°El tratamiento farmacol¨®gico es imprescindible, pero hace falta mucho m¨¢s para vivir en comunidad¡±.
En una de las aulas del centro, un grupo asiste a primera hora a un taller para adquirir consciencia de su diagn¨®stico. En otra sala, una terapeuta ocupacional coordina actividades de b¨²squeda de empleo. ¡°Conseguirlo es clave para ellos¡±, dice Gonz¨¢lez Cases. ¡°Pero hay que intentar que lo logren en un contexto competitivo¡±. Israel es uno de los asistentes a este taller de oportunidades laborales. Tiene 27 a?os y, junto a otros compa?eros del CRPS, tambi¨¦n imparte clases de ajedrez a ni?os problem¨¢ticos del barrio.
Israel creci¨® bajo una gran influencia de la Iglesia evang¨¦lica. Tras acabar la educaci¨®n secundaria, se matricul¨® en Filolog¨ªa Inglesa, pero empez¨® a retirarse cada ma?ana al borde de un r¨ªo. Embebido en sus creencias religiosas, desarroll¨® delirios m¨ªsticos y acab¨® con un diagn¨®stico de esquizofrenia. ¡°Abusar de cualquier actividad tiene sus riesgos¡±, dice Israel. ¡°Yo me aisl¨¦ en el Antiguo Testamento. En este CRPS he encontrado a gente que me alegra la vida¡±. Su compa?ero en los talleres de voluntariado de ajedrez es Jos¨¦, que tiene 43 a?os y un diagn¨®stico de esquizofrenia paranoide. ¡°Aqu¨ª he aprendido a ser m¨¢s aut¨®nomo¡±.
A unos kil¨®metros de aqu¨ª hay otras personas que tambi¨¦n aprenden cada d¨ªa a ser m¨¢s aut¨®nomas. Se llaman Eloy, Jos¨¦ Luis y Jos¨¦ Manuel. Son compa?eros de piso. La vivienda que ocupan en Legan¨¦s es una de las siete tuteladas por los profesionales del Instituto Jos¨¦ Germain en r¨¦gimen de alta supervisi¨®n. ¡°Todos los habitantes de estos pisos han sido diagnosticados con enfermedad mental grav¨ªsima¡±, explican los psic¨®logos Anan¨ªas Pastor y Andr¨¦s Blanco. ¡°Lo normal es que estuvieran hospitalizados en larga estancia. Los pisos tutelados son la alternativa a esas estructuras¡±.
Eloy tiene 36 a?os y lleva cinco viviendo en este piso de dos habitaciones en el centro de Legan¨¦s que comparte con Jos¨¦ Luis y Jos¨¦ Manuel. ¡°Despu¨¦s de muchos ingresos hospitalarios, varios de ellos en larga estancia, en esta casa encontr¨¦ la libertad de la independencia, una vida lo m¨¢s normalizada posible¡±. En la cocina hay tres carros de la compra, uno de cada inquilino. Los tres se organizan sus desayunos, comidas y cenas. Se reparten las tareas de orden y limpieza con la ayuda y supervisi¨®n de un psiquiatra, un psic¨®logo, una enfermera y dos auxiliares. Por las ma?anas acuden a pie hasta el Centro Ambulatorio de Tratamiento y Rehabilitaci¨®n (CATR) del Jos¨¦ Germain. All¨ª toman la medicaci¨®n y se dedican cada uno a sus actividades, en las que coinciden con otros pacientes de diversas unidades. Talleres de carpinter¨ªa, audiovisuales, cocina¡ A este CATR tambi¨¦n vienen Jos¨¦ Antonio, Juan Carlos, Olalla¡ Olalla es una malasa?era de 44 a?os que vive como puede con una pensi¨®n no contributiva de 350 euros. Antes de entrar en el taller de audiovisuales comenta su sue?o: ¡°Recuperarnos¡±.
EL DOBLE ESTIGMA
¡°Nosotros hemos cometido un delito de sangre caliente. En los otros m¨®dulos penitenciarios est¨¢n los que lo han hecho a sangre fr¨ªa¡±. Miguel
Al centro penitenciario de Brians 1 se llega por un carril de tierra que nace en el kil¨®metro 23 de la carretera de Martorell a Capellades (Barcelona). Desde el patio de su m¨®dulo psiqui¨¢trico se divisan algunos picos de las monta?as de Ordal, tupidas de espesa vegetaci¨®n bajo un radiante sol de invierno. Pero a media ma?ana, lo que m¨¢s llama la atenci¨®n aqu¨ª dentro es la mirada de Miguel. Sus ojos son los de un tipo duro que probablemente ha tenido grandes dosis de mala suerte. Su cuerpo y su rostro de p¨²gil son los de alguien que ha dado con sus huesos en la c¨¢rcel, si bien ha debido de hacerse respetar sin reparos entre rejas. Al estigma asociado a la esquizofrenia que tiene diagnosticada desde los 19 a?os, Miguel ha de unir el de ser un recluso. Le cayeron diez a?os y medio de condena. Hoy tiene 40 y le queda uno para salir. ¡°Al haber estado catalogado por dos aspectos negativos, ah¨ª fuera te consideran persona non grata. Pero nosotros hemos cometido delitos a sangre caliente. En los otros m¨®dulos est¨¢n los que lo hicieron a sangre fr¨ªa¡±.
El m¨®dulo psiqui¨¢trico de Brians 1 se ?inaugur¨® en 2003 para atender las necesidades penitenciarias en esta especialidad de toda Catalu?a. Fruto de un acuerdo entre las Consejer¨ªas de Salud y Justicia con la Orden de San Juan de Dios que gestiona el recinto en r¨¦gimen de concierto, tiene capacidad para albergar a 67 pacientes de los 1.300 internos del centro penitenciario. La unidad ocupa 4.000 metros cuadrados en un extremo aislado de la prisi¨®n. Cuenta con 10 camas para ingresos agudos en sendas estancias individuales monitorizadas por c¨¢maras de vigilancia. En la zona de subagudos hay 27 camas para estancias de tres a seis meses. El resto de plazas est¨¢n previstas para la rehabilitaci¨®n de larga estancia. Salvo en la zona de aislamiento, las habitaciones son dobles y est¨¢n separadas por sexos. Todas tienen rejas en las ventanas y disposici¨®n similar a las de un hospital de salud mental.
Las instalaciones cuentan con talleres de inform¨¢tica, de lavander¨ªa, de artes pl¨¢sticas o de encuadernaci¨®n. En este ¨²ltimo, los usuarios suelen manipular una gran guillotina. ¡°El riesgo cero no existe. Sin riesgos no hay rehabilitaci¨®n¡±, explica ?lvaro Muro, coordinador de esta unidad. ¡°Estos talleres no son ocupacionales, sino terap¨¦uticos¡±. El doctor Muro supervisa a un centenar de profesionales sanitarios repartidos en tres turnos de ma?ana, tarde y noche que operan las 24 horas del d¨ªa 365 d¨ªas al a?o, bajo la vigilancia de una treintena de funcionarios que controlan la seguridad. Vicens, de 53 a?os, es el encargado de estos ¨²ltimos. ¡°El funcionario que trabaja aqu¨ª cuenta con formaci¨®n espec¨ªfica. Prevalece el car¨¢cter asistencial¡±. Como explica Juan Carlos Navarro, director de todo el centro penitenciario de Brians 1, ¡°el criterio de entrada y salida del pabell¨®n psiqui¨¢trico es estrictamente m¨¦dico¡±.
El doctor Muro est¨¢ convencido de la existencia de una mayor proporci¨®n de problemas de salud mental dentro de las c¨¢rceles que fuera de ellas. ¡°La prisi¨®n en s¨ª misma puede condicionar que algunas patolog¨ªas se expresen m¨¢s. Si la tasa media de esquizofrenia es del 1%, en las prisiones oscila entre el 5% y el 15%. La patolog¨ªa depresiva se multiplica por 10. Otro asunto es que en el anteproyecto de la ¨²ltima reforma del C¨®digo Penal hab¨ªa una parte dedicada a las medidas de seguridad seg¨²n la cual, por el hecho de padecer enfermedad mental, un paciente podr¨ªa llegar a pasar m¨¢s tiempo de reclusi¨®n que otra persona sin enfermedad mental a la que se le impusiera una pena. Hubo oposici¨®n desde muchos sectores y, afortunadamente, este aspecto no sali¨® adelante en el proyecto de ley. La enfermedad mental no condiciona mayor riesgo. Nosotros trabajamos aqu¨ª sin juzgar¡±.
El C¨®digo Penal establece que las personas con trastorno mental que cometen un delito son inimputables, correspondi¨¦ndoles medidas de seguridad en un establecimiento adecuado al tipo de alteraci¨®n ps¨ªquica. En Espa?a, dichos centros son el hospital psiqui¨¢trico de Alicante, el de Sevilla y esta unidad de Barcelona. El estudio Salud mental e inclusi¨®n social. Situaci¨®n actual y recomendaciones contra el estigma, publicado recientemente por la Confederaci¨®n Salud Mental Espa?a con financiaci¨®n del Ministerio de Sanidad, asegura: ¡°La poblaci¨®n reclusa que convive con un trastorno mental acarrea un doble estigma: el asociado a su trastorno mental y el asociado al medio penitenciario¡±.
Puri es una de las pacientes del psiqui¨¢trico de Brians 1. Tiene 32 a?os y naci¨® en Tarrasa. Consumi¨® muchas y variadas drogas desde los 12 a?os y entr¨® en el pabell¨®n de mujeres tras cometer tres robos con violencia. Lleva casi seis a?os encerrada y le quedan dos y un d¨ªa. Su ingreso en esta unidad lleg¨® determinado por un trastorno de personalidad l¨ªmite. Le cost¨® adaptarse. Un d¨ªa se peg¨® un tajo con la cuchilla que le dejaban para depilarse y casi no lo cuenta. Su compa?era de habitaci¨®n la encontr¨® desangr¨¢ndose sobre el suelo del ba?o. ¡°Me empalmaron la vena y me salvaron la vida. Hoy prefiero estar aqu¨ª antes que en un m¨®dulo normal. He mejorado mucho. Llevo cuatro a?os sin consumir drogas. Cuando sea libre, espero estar con mis dos hijas, que ahora tienen 13 y 6 a?os¡±.
Mario, de 44 a?os, tambi¨¦n dice que no cre¨ªa en la psiquiatr¨ªa cuando le trajeron aqu¨ª. ¡°Pienso que ahora me est¨¢n aconsejando bien. Yo conviv¨ªa con una esquizofrenia diagnosticada por mi consumo de drogas desde los 12 a?os, pero aqu¨ª me han dicho que no tengo nada y me est¨¢n quitando la medicaci¨®n¡±. A Rodrigo, con 21 a?os y 34 delitos por agresiones y robos a sus espaldas, le quedan cuatro meses para salir. ¡°Espero reencontrarme con mi familia. Y estudiar geriatr¨ªa. Me gusta dar cari?o a la gente¡±. Juanmi es de Martorell y tiene 45 a?os. Est¨¢ aqu¨ª por robo con intimidaci¨®n y violencia. Le peg¨® duro al alcohol y a las drogas y hoy padece cirrosis. Tambi¨¦n tiene diagnosticado un trastorno esquizoafectivo bipolar. ¡°En esta unidad est¨¢s m¨¢s protegido por los m¨¦dicos y enfermeros que en otros m¨®dulos. Me gustar¨ªa acceder al tratamiento para mi dolencia hep¨¢tica y reencontrarme con mi hija¡±.
Miguel, el corpulento cuarent¨®n con la mirada m¨¢s cautivadora del patio, tiene un sue?o para cuando salga dentro de un a?o. ¡°Ser militar. Aunque solo sea haciendo la comida. Estar en un cuartel de la Legi¨®n¡±. Y Mario, si no un sue?o, al menos alberga un deseo: ¡°Aprender el funcionamiento de los sentimientos y las emociones. Las he tenido tapadas durante demasiado tiempo¡±.
Pinche aqu¨ª para ver el v¨ªdeoreportaje completo Las mil y una caras de la locura
elpaissemanal@elpais.es
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