Diez momentazos musicales de 2015 entre lo sublime y lo bochornoso
Cosas que nos gustan aunque no debieran gustarnos. O que nos dejan mala conciencia despu¨¦s de escucharlas a 100 decibelios en el sal¨®n de casa
La distancia entre el amor y el odio es tan ¨ªnfima y vol¨¢til como entre lo sublime y lo hortera. Ya lo cantaban Chryssie Hynde y Annie Lennox (el original es de The Persuaders, pero a ellos nadie les recuerda): Thin line between love and hate. Incluso ellas mismas pueden servirnos de ejemplo: eran molonas, estilosas o temperamentales, pero ahora sugieren una ligera sensaci¨®n de pereza. 2015 se nos desvanece con un alijo de canciones y circunstancias que no queda claro si idolatrar o someter al delete de la memoria. Por el momento, asa¨¦tenlas con las consabidas estrellitas en el iPod o en las listas de reproducci¨®n por streaming. Pero asuman el riesgo: dentro de 12 meses, puede que no sigan dispuestos a asumir tama?as veleidades. O que las consideren deslices propios del subid¨®n de sacarina que sobreviene siempre en estos temibles balances prenavide?os¡
1. Adele o la bendici¨®n del agua
Esta es la historia de una humilde muchacha brit¨¢nica que conquist¨® al mundo con una voz arrolladora y sin que a nadie le importara, en esta sociedad tan asquerosamente condicionada por las apariencias, que la b¨¢scula le haya estado jugando malas pasadas hasta hace muy poco tiempo. La chavala public¨® su primer ¨¢lbum a los 19 a?os y lo titul¨® as¨ª, 19. El segundo pas¨® a los anales como 21 y este a?o ha llegado por fin a las estanter¨ªas el tercero, de t¨ªtulo (?oh, sorpresa!) 25.
La rumorolog¨ªa (?prepara nuevo disco Adele?) acab¨® de un plumazo el 23 de octubre con la publicaci¨®n en todas las plataformas digitales de Hello, una balada (?oh, m¨¢s sorpresas!) con reminiscencias soul (?qui¨¦n lo habr¨ªa podido predecir!) y tem¨¢tica de ruptura sentimental y recuerdos marcados por la distancia (?inaudito!). Uno escucha Hello una vez tras otra, por voluntad propia, ajena o interpuesta, y no le encuentra nada en particular. ?Resultado? R¨¦cord absoluto de visualizaciones en YouTube (27,7 millones en las primeras 24 horas, 100 millones en cinco d¨ªas), n¨²mero 1 en 28 pa¨ªses, acontecimiento musical del a?o, los servidores ca¨ªdos cuando media Espa?a quiso adquirir entradas para sus conciertos de mayo en Barcelona. Nuestras abuelas ya nos dec¨ªan aquello de ¡°Algo tendr¨¢ el agua cuando la bendicen¡±. Por desgracia, no se encuentran entre nosotros para preguntarles qu¨¦ opini¨®n les merece esta mujer.
2. Coldplay, su peor disco con su mejor 'jitazo'
Coldplay es con toda seguridad, y sin que haga falta ning¨²n estudio cient¨ªfico para avalarlo, el grupo con m¨¢s detractores por metro cuadrado del planeta. Paralelamente es tambi¨¦n un absoluto catalizador de pasiones colectivas (observen c¨®mo pulverizaron las entradas para sus dos noches en el Estadio Ol¨ªmpico de Barcelona), pero el r¨¦gimen opositor nunca ha soportado que Chris Martin fuera un tipo alto, guapo, carism¨¢tico, brillante, sensible y buen m¨²sico. Este a?o, por fin, los enemigos del ex de Gwyneth Paltrow llevan las de ganar: A head full of dreams, el s¨¦ptimo disco de Coldplay, tiene todas las papeletas de pasar a la posteridad como el peor de la colecci¨®n.
Pero quienes hemos disfrutado de buenos ratos con ellos, y hasta algunos de los que afilan sus lenguas viperinas, no podemos reprimirnos: el primer sencillo, el ultrabailable Adventure of a lifetime, mola. S¨ª, lo sabemos: los redentores de la humanidad y herederos de los honorables Radiohead han acabado convertidos en carne de macrodiscoteca. Pero Adventure¡ es eso que los locutores de radio conocen con el nombre de ¡°jitazo¡±. Y desde el d¨ªa que descubrimos su v¨ªdeo, con Chris Martin y sus compinches convertidos en orangutanes bailongos, nos gusta todav¨ªa m¨¢s. No tenemos remedio.
3. Giorgio y Britney, tal para cual
La cantautora neoyorquina Suzanne Vega jam¨¢s pudo sospechar que Tom¡¯s diner, la breve melod¨ªa a capela (sin ninguna instrumentaci¨®n) que abr¨ªa el ¨¢lbum Solitude standing (1987) acabar¨ªa convirti¨¦ndose en su pieza m¨¢s popular, incluso por delante de la afamada Luka (que era la siguiente en aquel vinilo). Por si la lista de versiones no fuera lo bastante extensa, a?adamos este a?o la que facturaron, o tal vez perpetraron, dos personajes dispares, pintorescos, controvertidos¡ y separados por 41 a?os de edad.
Casi nadie recordaba ya a Giorgio Moroder (Ortisei, 1940) cuando los franceses Daft Punk lo reivindicaron en Random Access memories, su aclamad¨ªsimo trabajo de hace un par de temporadas, as¨ª que el regreso del productor italiano, famoso por sus trabajos junto a Donna Summer o la banda sonora de Flashdance, era solo cuesti¨®n de tiempo. El ¨¢lbum resultante, D¨¦j¨¤ vu, result¨® ser un fiasco monumental, pero la colaboraci¨®n con Britney Spears para reverdecer Tom¡¯s diner, de puro inveros¨ªmil, ten¨ªa cierta gracia. Incluso con Moroder exhibiendo voz de ultratumba en el pasaje que recita en mitad de la canci¨®n.
4. A los ¡®indies¡¯ les gusta Perales
Es de lejos uno de los autores que m¨¢s recauda en las liquidaciones anuales de la SGAE, pero el conquense Jos¨¦ Luis Perales lleva muchos a?os en un discret¨ªsimo segundo plano, alejado de los focos y el papel couch¨¦, sin meterse en lo que no le importa ni publicar apenas nuevas canciones. Su gran novedad de este a?o, de hecho, se titula La melod¨ªa del tiempo y carece de estrofa o estribillo: hablamos de su primera novela, ¡°un homenaje a la vida del campo, una obra coral sobre el amor¡± (sic). Sin embargo, uno de los mayores ¨¦xitos de Perales, la ultrarrom¨¢ntica, atildada y megacal¨®rica Te quiero (¡°Te quiero, te quiero, eres el centro de mi coraz¨®n / Te quiero, te quiero, como la tierra al sol¡±), ha reverdecido ahora de la mano de los barceloneses Elefantes, que ya en el pasado hab¨ªan dado muestras de aprecio por otra de nuestras voces de ayer, de hoy y de siempre: Raphael.
Orgullosos, raciales y con la cabeza bien alta, Shuarma y sus aliados convocaron a dos de las bandas m¨¢s populares de la escena catalana, Sidonie y Love of Lesbian, para que su versi¨®n resultara a¨²n m¨¢s ardorosa e hiperb¨®lica. Todo bien, salvo por el inquietante detalle de que en el v¨ªdeo Perales protagoniza, apostado en el lateral del escenario y con semblante serio, un cameo inquietante. Desde all¨ª observa a sus cachorrillos indies con un haz de luz en los ojos, como reci¨¦n llegado de alguna guerra intergal¨¢ctica. Caramba con los poetas del amor pleno.
5. Ol¨¦, ELO
Quien inventara esa expresi¨®n inglesa del ¡°guilty pleasure¡± (¡°placer culpable¡±) probablemente estar¨ªa escuchando en ese preciso instante Discovery o cualquier otro disco cl¨¢sico de la Electric Light Orchestra. S¨ª, es cierto: son bomb¨¢sticos, desmesurados, de producci¨®n recargada hasta finiquitar todas las pistas disponibles en la mesa de mezclas. Pero si tienes cierta edad y te pinchan a traici¨®n Last train to London en alguna fiesta de viejas glorias, puede que agites tus huesos macilentos hasta la mism¨ªsima dislocaci¨®n.
Jeff Lynne, en realidad ¨²nico art¨ªfice y superviviente de la banda, decidi¨® en este 2015 publicar un pu?ado de nuevas canciones tras un silencio de ?14 a?os! Ignacio Juli¨¤ despach¨® el resultado, Alone in the universe, con un 3 (s¨ª, 3 sobre 10: muy deficiente) en su cr¨ªtica para El Pa¨ªs. Y tal vez no le faltara raz¨®n. Pero luego recuerdas que Lennon alab¨® Eldorado como ¡°el disco que habr¨ªan hecho los Beatles en los setenta¡± y dudas. Un poquito. O escuchas When I was a boy y viene a la cabeza Hey, Jude!, que tampoco es mal referente. Ay, qu¨¦ dilemas.
6. Hasta los cr¨ªticos duros se rinden a Justin
El rostro de Justin Bieber es el primero que aparece cuando tecleamos en Google la palabra ¡°ni?ato¡± (de acuerdo, exager¨¢bamos: no le encontramos hasta la quinta imagen). Seguramente usted tambi¨¦n figure entre quienes piensan que el rubio querub¨ªn es un jovencito consentido, un producto prefabricado, un profesional de comportamientos dudosos (preg¨²ntenles por la espant¨¢ a los chicos de Los 40) y blablabl¨¢. Pero tambi¨¦n quiz¨¢s nos chinche reconocer que nunca nos fichar¨¢n para anunciar los gayumbos de Calvin Klein, una faceta de la que el quesazo canadiense, con o sin Photoshop, sali¨® bien airoso.
El caso es que Bieber ha registrado unas cuantas atrocidades fonogr¨¢ficas durante su adolescencia, pero en febrero se erigi¨® en la voz de Where are ¨¹ now, el nuevo zambombazo de los productores Skrillex y Diplo, y a m¨¢s de uno se le qued¨® el gesto at¨®nito. Quiz¨¢s nos siga cayendo solo regular, pero, igual que pap¨¢ Julio testimoni¨® en su d¨ªa el paso ¡°de ni?a a mujer¡± de Chabeli, ahora es Justin quien ha evolucionado de chiquilicuatre a buen mozo. Lo atestiguan los 346 millones de visionados del v¨ªdeo, que no pueden corresponder solo a adolescentes en flor. Y las sesudas cr¨ªticas que le reconocen a Bieber una interpretaci¨®n sensible, vulnerable y emotiva en un tema de rollito oriental bailable. A saber si nos quedan por verle y escucharle muchos disparates al sumo sacerdote de los beliebers, pero en 2015 nos dej¨®, al menos, con el beneficio de la duda.
7. Travis y Daniel Br¨¹hl: extraordinariamente petardo... y divertido
Los escoceses Travis siempre han cargado con el sambenito de grupo blandurrio. Autores de melod¨ªas bonitas pero ef¨ªmeras, evanescentes, tan suaves que apenas dejan huella. En su haber contabilizan algunos t¨ªtulos maravillosos (Flowers in the window, Driftwood, Battleships, el reciente Where you stand), pero a Francis Healy, su vocalista y autor principal, han llegado a echarle en cara hasta que aparenta m¨¢s a?os y peina m¨¢s canas de las que debiera a sus 42 a?os.
Quiz¨¢s un poco hartos de tanta mandanga, los de Glasgow se han destapado en estas ¨²ltimas semanas del a?o con un sorprendente nuevo sencillo, Everything at once, mucho m¨¢s desenfadado, chirriante y alegre de lo que acostumbraban, incluso un puntito maquinero. Lo m¨¢s alocado de todo es el v¨ªdeo, en el que Healy sufre un percance en una atracci¨®n y los tres miembros restantes acuden, con gesto contrito, a una especie de reality juvenil a relatar lo sucedido. El presentador es un despepitado y delirante Daniel Br¨¹hl, el actor medio alem¨¢n y medio barcelon¨¦s de Goodbye, Lenin!, que les recibe con bigotito, camisa rojo chill¨®n y pantalones verdes estridentes. Es todo muy hortera, s¨ª. Extraordinariamente petardo y bufo. Pero muy, muy divertido.
8. Brian Wilson, o c¨®mo desafinando se puede ser genial
La figura de Brian Wilson da para varios libros (y hasta para un biopic, el reciente Love & mercy), pero ya no pronostic¨¢bamos demasiadas novedades musicales a cargo del ilustr¨ªsimo y venerable fundador de los Beach Boys. Sorpresa, el autor de Good vibrations se desmarc¨® este a?o con No pier pressure, un disco bastante m¨¢s decente que el ¨²ltimo manufacturado junto al resto de la familia, That¡¯s why God made the radio (2012), con el que debimos exprimir los l¨ªmites de la indulgencia. Ahora esa genial cabecita loca, en todos los sentidos, nos canta con un hilo de voz peque?as miniaturas como The last song. Ojal¨¢ que el t¨ªtulo, La ¨²ltima canci¨®n, no sea premonitorio: este Wilson talludito, endeble, titubeante y ligeramente desafinado sigue siendo, pese a todo ello, mejor que el 95 por ciento de las cosas que escuchamos.
9. Ryan, querido, ?de verdad era necesario versionar a Taylor Swift?
Ryan Adams asombr¨® al mundo desde Carolina del Norte cuando inaugur¨® el siglo XXI con Heartbreaker (2000), un disco sobre rupturas sentimentales tan enorme y descorazonado que recibi¨® comparaciones incluso con Blood on the tracks, de Bob Dylan. A la altura de su segundo ¨¢lbum, Gold (2001), la cr¨ªtica internacional ya lo hab¨ªa canonizado: era el mejor cantautor de la nueva generaci¨®n yanqui, un genio de creatividad imparable, la voz m¨¢s autorizada del country alternativo y la m¨²sica de ra¨ªz desde los tiempos de The Band. Y as¨ª todo. Adams no ha parado de publicar discos de manera casi siempre incontinente; ninguno tan bueno como los dos mencionados, pero a menudo interesantes, incluso excitantes. Un valor seguro, vaya.
Por eso a¨²n no nos hemos repuesto con su m¨¢s reciente ocurrencia, la de homenajear un disco ajeno grabando una por una todas sus canciones. ?Alguno de los Byrds, quiz¨¢s? ?Dylan, los Stones, Neil Young? ?Un reconocimiento a Gram Parsons como pionero del country-rock? ?Steve Earle, Steve Forbert, su indisimulada devoci¨®n por los Smiths? No, 1989, el m¨¢s reciente trabajo de la joven diva pop Taylor Swift, una muchacha que casi podr¨ªa ser su hija. De acuerdo, esas canciones suenan ahora m¨¢s afiladas, y hasta puede que Bad blood o Welcome to New York sean francamente buenas. Pero he aqu¨ª la pregunta que subyace: Ryan, querido, ?de verdad era necesario?
10. Igual dentro de poco ni nos acordamos, pero ahora nos parece irresistible
No sabemos si creernos la historia esa seg¨²n la cual los dos teclistas y compositores de Years & Years descubrieron las virtudes de Olly Alexander, su ani?ado y carism¨¢tico jefe de filas, porque le oyeron cantando en la ducha. Hasta entonces Alexander era solo un actor emergente (secundario en Grandes esperanzas, protagonista en God help the girl), pero ahora es una de las caras m¨¢s risue?as, quer¨²bicas y reconocibles del synth-pop brit¨¢nico. Buena parte de culpa la tiene King, un tema maquinero pero, aggggg, incuestionablemente pegadizo.
Y su v¨ªdeo (116 millones de reproducciones), en el que Olly aparece descamisado y sobeteado por una amplia n¨®mina de damas y caballeros. Puede que en un par de a?os ni nos acordemos de ellos, y seguro que no lo considerar¨ªamos una p¨¦rdida irreparable, pero esta temporada los hemos tenido hasta en la sopa. A?adamos que el ricitos oficializ¨® su relaci¨®n con Neil Amin-Smith, el guapito violinista de Clean Bandit, y as¨ª conocimos a la pareja arco¨ªris m¨¢s enternecedora de 2015.
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