Tic-tac
El lujo es vivir el tiempo como una riqueza, dejarlo respirar. En este a?o que comienza les deseo tiempo. Y que la fuerza les acompa?e
Siempre corro. Cuando llego a la exposici¨®n Vistiendo el tiempo (hasta el 24 de enero, Museo del Traje, Madrid), estoy tan cansada que s¨®lo el inter¨¦s de la muestra consigue hacerme olvidar la tristeza que me produce haber conocido este museo en tiempos mejores. Me dispongo a contemplar 160 a?os de historia de la relojer¨ªa y de la moda narrados mediante una bella selecci¨®n de piezas y una efectiva contextualizaci¨®n hist¨®rica. Como voy a la carrera, me desoriento y empiezo por el final: una salita oscura con cron¨®metros para F¨®rmula 1. ?Qu¨¦ iron¨ªa! Doy marcha atr¨¢s y aterrizo en los a?os sesenta y setenta. Es demasiado tarde, pero a¨²n no lo s¨¦. Me encandilan esos vestidos de Paco Rabanne, perfectos para ligar en el bar de La Guerra de las Galaxias. Los ochenta se vistieron de ¨¦xito para acabar con el siglo XX. El XXI es un futuro usado, el apocalipsis lento y el imperio maligno difuso.
Esto no puede acabar as¨ª. De un salto regreso a mitades del XIX, cuando los relojes de bolsillo med¨ªan tiempo y poder¨ªo econ¨®mico. Eran los albores de la sociedad de consumo tal como ahora la conocemos: un modo de vida en el que los objetos marcan acontecimientos vitales. Tu primer reloj, el fin de la infancia; tu primer coche y tu primera casa, el inicio de la edad adulta; tu primer diamante, el matrimonio; el primog¨¦nito, un osito de platino. Tras la Segunda Guerra Mundial, el Holocausto y 70 millones de muertos, una campa?a de profusi¨®n: ¡°Una joven, tres relojes¡±. Actualmente, se venden billones de relojes de pulsera al a?o.
Ni mi entrenamiento de historiadora ni una mochila hiperpropulsora me librar¨ªan del agotamiento. Todav¨ªa doy cuerda al reloj de mi primera comuni¨®n y, si me descuido, se me apaga el sable de luz. Hace poco me preguntaron qu¨¦ era para m¨ª el lujo y supe la respuesta: tener tiempo para leer y escribir, estar con la gente que amo y contemplar la belleza del mundo. Vivir el tiempo como una riqueza, dejarlo respirar y saber que, a cualquier edad, se nos puede plantear una decisi¨®n vital. Cuando el c¨ªrculo se completa s¨®lo el instinto puede guiarnos. Como canta la copla intergal¨¢ctica, ¡°24 son las horas que tiene el d¨ªa; si tuviera 27, tres horas m¨¢s te querr¨ªa¡±. No lo intenten, h¨¢ganlo. En este a?o que comienza les deseo tiempo. Y que la fuerza les acompa?e.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.