¡®Star Wars¡¯, la Primera Orden es Disney
Est¨¢ previsto que ¡®El despertar de la Fuerza¡¯, la ¨²ltima entrega que ha dirigido J. J. Abrams, recaude en torno a 3.000 millones de d¨®lares
Star Wars Episodio VII (SWVII) aspira a convertirse en el fen¨®meno cinematogr¨¢fico del siglo. Est¨¢ previsto que recaude en torno a 3.000 millones de d¨®lares, ingresos que solo est¨¢ capacitado para igualar el episodio VIII. El Imperio aut¨¦ntico no es de los Sith, ni la Primera Orden; es Disney. Aspira a dejar muy atr¨¢s a los superh¨¦roes de la Marvel, a los de DC Comics, a los dinosaurios y, por supuesto, a los Bond. No hay un episodio sociol¨®gico o cultural (taxonom¨ªa convencional obliga) tan invasivo ni tampoco tan previsible desde el momento en que el Imperio encarg¨® a J.?J.?Abrams que ¡°despertara la fuerza¡±. Y la fuerza no es otra que la emoci¨®n; mejor dicho, la pulsi¨®n sentimental pr¨®xima a la nostalgia.
La emoci¨®n es un di¨¢logo complejo entre la raz¨®n y la reacci¨®n que provoca una frase, una p¨¢gina o una imagen. En el caso del cine, brota necesariamente del conflicto dram¨¢tico expresado a trav¨¦s de la palabra, de la interpretaci¨®n de los actores, del movimiento dentro del plano y de la sucesi¨®n de planos. SWVII nada sabe de eso. La respuesta que busca es la nostalgia de quienes vivieron el estreno del primer episodio de la franquicia (una pel¨ªcula mediocre), es decir, el recuerdo de que fueron j¨®venes y pueden volver a serlo.
?Es cine SWVII? A duras penas. La industria ha perdido el inter¨¦s por los directores de cine; ahora prefiere los organizadores de producci¨®n. Abrams es de los buenos (organizadores de producci¨®n). Ni siquiera es necesario mirar con atenci¨®n para seguir las costuras por las que Abrams corta, pega y mimetiza el episodio IV (el inici¨¢tico) con la convicci¨®n de que est¨¢ rodando una percha para gadgets. La falsilla es la misma: el mal (el lado oscuro) anida en la familia, aunque en este caso sea en el hijo y no en los padres; existe un mal organizado (Imperio-Primera Orden); el aventurero es el mismo (Harrison Ford) y hace las mismas cosas; la princesa es la misma (Carrie Fisher) y deja de hacer las mismas cosas; y la estructura burocr¨¢tica del mal (a priori ten¨ªa posibilidades) replica la misma cadena de staff (un genio del mal, un servidor enmascarado con molde familiar y un responsable militar que en el episodio inicial se beneficiaba de un excelente actor, Peter Cushing, y en este caso no se beneficia de nada).
Pero ?est¨¢ toda la aldea global ocupada por el invasor SWVII? ?Toda no! Una aldea irreductible resiste con fuerzas inferiores a la marea del Imperio. Es Espa?a. Aqu¨ª un dram¨®n colonial (Palmeras en la nieve) se atreve a aproximarse a la recaudaci¨®n gal¨¢ctica (2,5 millones en el ¨²ltimo fin de semana frente a los 3,2 millones del Imperio). Mario Casas hace m¨¦ritos para protagonizar los pr¨®ximos cap¨ªtulos del la teolog¨ªa gal¨¢ctica. De paso, el Imperio tiene la oportunidad de descubrir a Juan Bonilla o Santiago Segura como int¨¦rpretes de Luke Skywalker. Son mejores actores que Mark Hamill y se aproximan por edad a la que debe tener el personaje.
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