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'Sufragistas' no s¨®lo es una de las mejores pel¨ªculas que he visto en muchos a?os: adem¨¢s es sorprendente
Cuando se encendieron las luces en el abarrotado cine en el que vi Sufragistas hace un par de d¨ªas, durante unos segundos nadie se mene¨® de sus asientos. Est¨¢bamos sumidos en esa especie de trance que atrapa a las audiencias que se han sentido sobrecogidas. No s¨®lo es una de las mejores pel¨ªculas que he visto en muchos a?os: adem¨¢s es sorprendente, porque parece incre¨ªble que nadie haya hablado antes de todo eso. Ya ven, hemos tenido que adentrarnos en el siglo XXI y esperar hasta la llegada de una directora mujer, la formidable Sarah Gavron, una brit¨¢nica de 45 a?os, y de sus dos productoras, tambi¨¦n mujeres. Ha habido algunos (muy pocos) largometrajes en donde han aparecido sufragistas, como en Las bostonianas (1984), pero, si no recuerdo mal, creo que el tema no ha sido tocado nunca antes de manera central.
Y resulta que es un tema tremendo, esencial en el devenir del mundo, en nuestra realidad, en lo que todos somos. Incluso yo, que me considero feminista y que conoc¨ªa bien la historia de las Pankhurst, de las primeras sufragistas, de las alimentaciones forzadas con sonda g¨¢strica a las presas en huelga de hambre y de la inmolaci¨®n de Emily Davison, he quedado anonadada por la dimensi¨®n ¨¦pica de la lucha de las mujeres que evidencia esta pel¨ªcula. Estamos tan acostumbrados al machismo, una ideolog¨ªa en la que se nos educa a hombres y mujeres, que normalmente no somos capaces de apreciar en toda su enormidad el colosal abuso, la indecente e inhumana injusticia del sexismo. Hasta hace un siglo, la mitad de la humanidad viv¨ªa sometida a la esclavitud m¨¢s total y aberrante; las mujeres carec¨ªan por completo de derechos, no eran due?as de s¨ª mismas, de sus posesiones, de sus destinos. De los esclavos negros se han hecho, afortunadamente, bastantes pel¨ªculas, series televisivas y novelas. De la inmensa esclavitud femenina apenas se ha hecho nada. Con el agravante de que sigue existiendo en gran parte del mundo.
La pel¨ªcula ¡®Sufragistas¡¯ muestra la heroicidad callada de muchas luchadoras que lo dieron todo por la libertad de la mujer
En los ant¨ªpodas del panfleto y de la estridencia, esta contenida pero emocionant¨ªsima pel¨ªcula nos muestra los abismos de donde venimos las mujeres. Es cierto que, contemplada nuestra historia reciente con ojos de ¨¢guila y desde lo m¨¢s alto, la evoluci¨®n ha sido tremenda. En apenas cien a?os, cinco o seis generaciones de mujeres y de hombres hemos cambiado el mundo. Pero no es suficiente. S¨ª, lo s¨¦, ahora impera la acomodaticia y banal idea de que ya no existe ninguna discriminaci¨®n, que las mujeres y los hombres est¨¢n por completo equiparados y que hablar de estos temas es absurdo y antiguo. Nada m¨¢s falso; las estructuras del sexismo perviven incluso en Occidente y, por cierto, el hombre tambi¨¦n paga por ello un precio, aunque a menudo no sea capaz de comprenderlo. Pero es que adem¨¢s la mitad del mundo sigue siendo un infierno para la mujer. No es s¨®lo que no puedan votar en Arabia Saud¨ª, por ejemplo, como apuntan ir¨®nicamente en un cartel al final de Sufragistas; es que las mujeres y las ni?as siguen siendo secuestradas, violadas, prostituidas, mutiladas sexualmente, encerradas en casa, lapidadas, vendidas como mercanc¨ªa, forzadas al matrimonio, apaleadas hasta la muerte, quemadas con ¨¢cido; es que hay 60 millones de ni?as sin escolarizar en el mundo y los fan¨¢ticos isl¨¢micos queman las escuelas femeninas y matan a las cr¨ªas que quieren estudiar. Es que cientos de millones de mujeres viven una vida de constante abuso y tormento, y las Naciones Unidas no parecen tomarse esta atrocidad muy en serio. Que el indecible dolor de la mujer nunca sea una prioridad pol¨ªtica internacional es una muestra del nivel de sexismo de Occidente.
Sufragistas, en fin, me ha hecho no ya saber, porque lo sab¨ªa, sino sentir en lo m¨¢s profundo de mi cerebro y de mi coraz¨®n lo terrible de esta lucha. Y tambi¨¦n me ha permitido recordar la heroicidad callada de tant¨ªsimas mujeres que, a lo largo de los dos ¨²ltimos siglos (y apoyadas por unos cuantos hombres), lo han dado todo, incluyendo la vida, por la libertad. Por nuestra libertad, lectora, la tuya y la m¨ªa. Y por la libertad subsidiaria de los varones, porque los verdugos tambi¨¦n est¨¢n condenados a un destino miserable. A todas esas mujeres an¨®nimas que han sido insultadas y despreciadas; a las que arrebataron a sus hijos, a las que pegaron y echaron de casa; a todas las que encerraron en las c¨¢rceles o en los manicomios o que incluso fueron ejecutadas, como Olimpia de Gouges en la guillotina; a las ind¨®mitas luchadoras de la dignidad que, en suma, hab¨¦is conquistado para m¨ª el derecho a votar, a estudiar, a decidir y a vivir, gracias, hermanas, pioneras, guerreras admirables. Muchas, muchas gracias.
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