'Making a murderer', la serie que te har¨¢ subir al sof¨¢ y gritar a la pantalla
Hasta Obama ha tenido que pronunciarse. Una serie que estruja las entra?as del espectador y desvela las oscuridades de la justicia estadounidense
Un individuo de la Am¨¦rica profunda es acusado injustamente de intento de violaci¨®n. Tras pasar en la c¨¢rcel 18 de los 32 a?os de la condena impuesta, sale en libertad gracias a unas pruebas de ADN providenciales que demuestran su inocencia. Dos a?os m¨¢s tarde vuelven a acusarlo formalmente, esta vez del asesinato de una joven cuyos restos aparecen cerca de su vivienda.
No estamos destripando nada. Estos hechos, que ya de por s¨ª dar¨ªan para un documental completo, se despachan expeditivamente antes de que termine el primero de los 10 cap¨ªtulos de Making a murderer. Las curvas llegan justo despu¨¦s. La convulsiva serie documental de Netflix, estrenada el 18 de diciembre, cuenta la historia de Steve Avery, un asesino (o no) que se enfrenta a cadena perpetua; y, ya de paso, destapa las oquedades de un sistema judicial corrupto hasta las trancas. O no.
Sus protagonistas, gente de a pie de un peque?o pueblo de Wisconsin, son celebridades en ascenso. Lo que cuenta es tan escandaloso que incluso la Casa Blanca ha tenido que pronunciarse
Lo que podr¨ªa parecer, a primera vista, el t¨ªpico programa de sucesos escabrosos que uno se encuentra sin querer en la tele matinal (no se dejen enga?ar por el primer cap¨ªtulo) llega mucho m¨¢s all¨¢; tanto, que no son pocos los que reconocen que no han podido desviar la vista de la pantalla en las 10 horas que dura: Netflix ofrece toda la serie del tir¨®n, sin anestesia. Otros, m¨¢s comedidos, afirman que la han visto en dos tandas. Como Sergio, quien, casualmente, trabaja en una cadena espa?ola especializada en reality shows. ¡°No me hab¨ªa pasado nunca, y menos con un documental¡±, cuenta. ¡°Empec¨¦ a verlo una tarde con mi pareja y, ya de madrugada, nos planteamos ir a un 24 horas a por un redbull. Por suerte desistimos. Al d¨ªa siguiente, lo primero que hicimos fue sentarnos a ver los cinco cap¨ªtulos restantes¡±.
Making a murderer ya es un fen¨®meno en Estados Unidos que ha convertido a sus protagonistas, gente de a pie de un peque?o pueblo de Wisconsin, Manitowoc (33.000 habitantes), en celebridades en ascenso, aut¨¦nticos semilleros de hashtags y trending topics. Lo que cuenta es tan escandaloso que incluso la Casa Blanca ha tenido que pronunciarse. El cantante de The Black Keys, Dan Auerbach (con su otro grupo The Arcs), una de las mayores bandas de rock del momento, escribi¨® una canci¨®n basada en el caso de Avery nada m¨¢s ver el ¨²ltimo cap¨ªtulo. La comunidad de hackers Anonymous ha anunciado que va a investigar qu¨¦ pas¨® realmente. El virus se extiende a nivel internacional, tambi¨¦n en nuestro pa¨ªs. Tal vez tenga mucho que ver, aparte de una historia tan enjundiosa y pol¨¦mica, la estructura de su relato, absolutamente adictiva.
Te damos aqu¨ª cinco razones por las que deber¨ªas ver Making a murderer. Y otras tres (ojo, a partir de ah¨ª empiezan los espoilers) por las que, una vez vista, no deber¨ªas olvidarte de esta serie. Al menos, por ahora.
1. Todo el mundo hablar¨¢ de Making a murderer. Obama ya lo ha hechoCuanto m¨¢s tiempo pase, m¨¢s complicado ser¨¢ empezar a ver este documental sin saber de antemano lo que cuenta. A la habitual amenaza de que un amigo te desvele el final de una serie de ficci¨®n con un comentario descuidado en su muro de Facebook, se a?ade el hecho de que la de Steve Avery es una historia real, que sigue de plena actualidad y bulle en los medios m¨¢s que nunca, precisamente, a ra¨ªz del estreno del documental. De modo que al¨¦jate de Google por unos d¨ªas y, en general, de publicaciones como la que est¨¢s leyendo en este momento.
La serie ha tenido tal expansi¨®n medi¨¢tica al haber aireado los tejemanejes de la polic¨ªa (y, de soslayo, incluso del FBI), que el gabinete de prensa de Obama se ha visto obligado a emitir un comunicado. Eso s¨ª, para desentenderse de todo. Por el momento.
2. Sus dos realizadoras han hecho un trabajo cicl¨®peoMoira Demos y Laura Ricciardi, dos estudiantes de cine de la Universidad de Columbia de Nueva York, buscaban un tema para su proyecto final. Dieron con un art¨ªculo del New York Times que relataba el caso de Steve Avery, poco despu¨¦s de que le acusaran por segunda vez tras salir de la c¨¢rcel. Pensaron que era una buena historia y viajaron a Manitowoc, la peque?a ciudad del estado de Wisconsin donde sucedieron los hechos. De esto hace 10 a?os ya, y a principios de 2015 presentaron el montaje final: 700 horas repletas de entrevistas, grabaciones del juicio, interrogatorios policiales e im¨¢genes de recurso quedaron reducidas a 10.
¡°Fuimos en un coche alquilado y con una c¨¢mara prestada de un amigo¡±, contaban hace un par de semanas al New York Times. ¡°No ten¨ªamos otra intenci¨®n que la de relatar los hechos y el transcurso del juicio, yendo y viniendo de Nueva York en funci¨®n del calendario de las vista orales¡±. Pero un acontecimiento puso sus planes patas arriba: en una inesperada rueda de prensa, el fiscal que llevaba la acusaci¨®n de Avery desvel¨® nueva informaci¨®n que le daba a la historia un enfoque mucho m¨¢s truculento. Las j¨®venes realizadoras se quedaron un a?o y medio en Manitowoc, y los ocho restantes solo viajaron a Nueva York para conseguir recursos que les permitieran seguir con un documental que, a todas luces, estaba adoptando unas dimensiones que ellas no hab¨ªan previsto. Aquello era mucho m¨¢s grande que un mero proyecto de fin de carrera.
¡°Nuestro objetivo inicial era contar desde dentro c¨®mo funciona nuestro sistema judicial penal, tomando como referencia el caso de Steve Avery¡±, recuerda Demos al New York Times, ¡°pero lo que sucedi¨® mientras grab¨¢bamos super¨® nuestras expectativas¡±. Dice lo mismo del estreno del documental: ¡°Estamos realmente pasmadas de que tant¨ªsima gente de todo el mundo est¨¦ viendo Making a murderer, generando debate y tomando partido en el caso de Avery. No cont¨¢bamos con eso ni de lejos¡±. Afortunadamente, Demos hab¨ªa estudiado Derecho antes que cine. ¡°Eso ayud¨® mucho a la hora de interpretar la cantidad ingente de informaci¨®n judicial que ten¨ªamos que manejar durante la grabaci¨®n en estos 10 a?os¡±, contaba al diario neoyorquino.
Nuestro objetivo inicial era contar desde dentro c¨®mo funciona nuestro sistema judicial penal, tomando como referencia el caso de Steve Avery. Pero lo que sucedi¨® mientras grab¨¢bamos super¨® nuestras expectativas¡±, dice una de las directoras
3. Nunca hab¨ªas estado tan cerca de un presunto asesino
Lo primero que sorprendi¨® a las dos realizadoras cuando llegaron a Manitowoc fue el hecho de que los periodistas locales tuvieran un acceso pr¨¢cticamente ilimitado a las grabaciones de las vistas orales del juicio, e incluso de los interrogatorios policiales. ¡°Wisconsin es un estado especialmente amigable con la prensa¡±, ha contaba Ricciardi. ¡°Para nosotras fue incre¨ªble que las c¨¢maras estuvieran permitidas en la sala del juzgado, que tuvieran una normativa tan relajada en cuanto a la obtenci¨®n de grabaciones¡±.
Eso incluye las conversaciones telef¨®nicas con los reos, ya que seg¨²n una ley estatal las llamadas a prisi¨®n deben quedar siempre registradas. ¡°Las autoridades nunca nos permitieron visitar a Steve en persona cuando estaba recluido durante el juicio, pero gracias a nuestras entrevistas telef¨®nicas y a sus conversaciones al tel¨¦fono con sus familiares, pudimos darle el protagonismo que requer¨ªa. Y deb¨ªa ser as¨ª, porque el documental habla de ¨¦l¡±, a?ad¨ªa Ricciardi al medio digital.
Cuando uno ve Making a murderer experimenta una inmersi¨®n total, casi obscena, en el entorno de Steve Avery, y en su misma persona. Las realizadoras han hecho tal acopio de material cedido por las televisiones locales, de las grabaciones de los dos juicios y de los interrogatorios, y de fotograf¨ªas y v¨ªdeos caseros dados por la familia, que da la impresi¨®n de que estaban all¨ª c¨¢mara en mano incluso antes de que su protagonista fuera condenado por primera vez, en 1985. Las entrevistas que han realizado Demos y Ricciardi a los padres y hermanos a lo largo de estos ¨²ltimos 10 a?os, en su propio domicilio (el terreno en el que apareci¨® el cuerpo de la v¨ªctima), rellenan los recovecos de un documental cuyo resultado es de una cercan¨ªa desconcertante.
4. ?No te gustan los documentales? Imagina que es un ¡®thriller¡¯
Lo hemos visto en The Imposter, The Jinx o Serial. El primero es una pel¨ªcula cinematogr¨¢fica, el segundo una miniserie de televisi¨®n (de la todopoderosa HBO), el tercero una serie radiof¨®nica, todos ellos documentales con una cosa en com¨²n: su estructura se atiene can¨®nicamente a la del g¨¦nero thriller, con giros de 180 grados en la trama e incluso un desenlace inesperado. Y, sobre todo, el escalofriante a?adido de que lo que est¨¢s viendo no es impostado, sino absolutamente real.
La estructura de Making a murderer sigue esta l¨ªnea y juega magistralmente con los cliffhangers, t¨¦rmino anglosaj¨®n que se usa para definir esa ¨²ltima escena de un episodio que deja en vilo a la audiencia y con unas ganas irrefrenables de ver lo que pasa en el siguiente. Un conocido actor espa?ol lo expresaba con claridad la semana pasada en su muro de Facebook: ¡°Otra noche durmiendo cuatro horas por culpa de Making a murderer. No ve¨ªa cliffhangers privadores de sue?o como estos desde Lost¡±.
Las responsables del documental son dos estudiantes de cine de la Universidad de Columbia de Nueva York, buscaban un tema para su proyecto final. Les ha llevado 10 a?os, 700 horas de entrevistas... Un trabajo cicl¨®peo
Hay que matizar que sus directoras no lo tuvieron dif¨ªcil en este aspecto: aparte de una historia indiscutiblemente cinematogr¨¢fica, se encontraron con unos personajes de carne y hueso con los que so?ar¨ªan los directores de casting de, por ejemplo, Quentin Tarantino o Sam Peckinpah: el fiscal del distrito, Ken Kratz, es un cincuent¨®n siniestro que describe sanguinarios delitos en las ruedas de prensa con susurrante voz ani?ada; uno de los dos polic¨ªas de la sala de interrogatorios, sobre los que pende la duda de la corrupci¨®n, tiene un ligero parecido con el actor Willem Dafoe, incluida su aura turbia; el otro, al que m¨¢s se le escucha durante el documental, habla con un tono pausado cuando impele al acusado para que confiese su culpabilidad, con esa terror¨ªfica serenidad que muestran los mafiosos justo antes de sentenciar a alguien.
El propio Steve Avery sufre una transformaci¨®n f¨ªsica e intelectual sorprendente a lo largo del documental. Y sus abogados parecen salidos de una de esas pel¨ªculas con trama judicial que tan bien interpretaba Gregory Peck en los a?os 60. ¡°En concreto, tienen muchas fans desde que se estren¨® el documental¡±, aseguraba a la revista Rolling Stone una de las periodistas locales que siguieron el caso. No hay m¨¢s que navegar un poco por las redes sociales: ¡°Si me encargaran hacer una de esas listas de los hombres del a?o, pondr¨ªa a Dean Strang [uno de los abogados] en lo m¨¢s alto sin dudarlo¡±, es una de tantas frases que pueden leerse de sus seguidoras en Twitter.
La v¨ªctima, Teresa Halbach, es una atractiva fot¨®grafa veintea?era que genera ternura y desconcierto en el espectador a partes iguales, especialmente tras ver un par de v¨ªdeos inquietantes que ella misma se hizo a solas en el dormitorio unos a?os antes de su asesinato, en los que parec¨ªa predecir su muerte. ?A qui¨¦n no le viene a la cabeza la primera escena de Twin Peaks?
5. Ojo con lo que viene a continuaci¨®n...
Si no has visto Making a murderer, cuidado porque entras en una zona plagada de espoilers.
6. Esta es la realidad despu¨¦s de 'Making a murderer'
Tal y como recoge el Chicago Tribune, en estos momentos Steve Avery, pr¨¢cticamente arruinado, est¨¢ pidiendo asistencia legal para recurrir su caso. Por su parte, el equipo jur¨ªdico de su sobrino, Dassey (que tendr¨¢ un papel importante en la trama), ha presentado una demanda ante un tribunal federal por arresto ilegal y obtenci¨®n irregular de su declaraci¨®n.
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A trav¨¦s de una iniciativa espont¨¢nea en Change.org que ya ha recogido m¨¢s de 250.000 firmas, se le pide a Barack Obama que libere inmediatamente a Steve Avery y a su sobrino. ¡°El trato inconstitucional que se ha dado a Avery de manos de unas instituciones legales locales corruptas es completamente inaceptable y una abominaci¨®n", ha dicho su impulsor. Con su respuesta, la Casa Blanca se ha quitado de encima la patata caliente: ¡°La Constituci¨®n de Estados Unidos otorga al presidente la facultad de conceder indultos y perdones por delitos en contra de Estados Unidos. El presidente no puede perdonarlos. En este caso se necesitar¨ªa un indulto que tendr¨ªa que ser elaborado por las autoridades competentes a nivel estatal¡±. Se refiere al gobernador de Wisconsin, Scott Walker, a quien se dirige una segunda iniciativa de Change.org que, por el momento, no llega a las 2.000 personas.
7. ?Qui¨¦n mat¨® a Teresa Halbach?
Es la pregunta que les repiten a las directoras en la infinidad de medios que ya las han entrevistado, y en todas responden lo mismo: ¡°No lo sabemos, y probablemente nadie lo sabr¨¢ nunca¡±. El fiscal de distrito que encarcel¨® a Steve Avery, Ken Kratz, asegur¨® en una entrevista reciente al Washington Times que el documental ¡°se posiciona claramente a favor del reo y omite muchas pruebas que confirmaban su culpabilidad¡±. Entre ellas cita el hecho de que Avery recibiera a Teresa solo con una toalla a la cintura, que la llamara varias veces esa semana o que encontraran sus restos de sudor en el coche de la v¨ªctima. Posteriormente, uno de los abogados que defend¨ªan a Avery respondi¨® que este ¨²ltimo apartado no estaba a¨²n confirmado.
¡°Lo que m¨¢s nos atormenta de las conclusiones de este documental no es solo que Steve y su sobrino hayan sido encarcelados injustamente, sino que los familiares de Teresa solo han podido enterrar sus restos calcinados, y el verdadero asesino no ha pagado por ello¡±, ha comentado Ricciardi en una entrevista a BuzzFeed.
8. No se descarta una segunda parte de 'Making a murderer'
Finalmente, dejamos la reflexi¨®n de las dos directoras de esta obra maestra de los documentales: ¡°Tendremos que ver qu¨¦ ocurre a partir de ahora, pero nos gustar¨ªa seguir contando c¨®mo siguen los hechos, tanto los cambios que pueda haber en las causas judiciales de Steve y su sobrino como, en el caso de que se den, los cambios que supondr¨ªan en el propio sistema judicial. Nosotras, sobre todo, queremos contar las carencias de este sistema. De momento ya hemos iniciado un debate y un di¨¢logo social importante. Este viaje de 10 a?os nos ha cambiado mucho a nosotras. Si logramos que cambie tambi¨¦n a quienes ven el documental, el sistema judicial podr¨ªa empezar a funcionar mucho mejor¡±.
Ahora solo queda una cosa: si no has visto Making a murderer no te sorprenda si te ves subido al sof¨¢ y gritando a la pantalla. Es una serie que te estruja las entra?as. Avisado est¨¢s...
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