El show de Podemos
Hay que recordar al nuevo partido que el Congreso no es un plat¨® de televisi¨®n
Al margen de cu¨¢l sea el devenir de los acontecimientos, es muy positivo que la instituci¨®n parlamentaria comience a funcionar, ampliamente renovada en su composici¨®n, respondiendo as¨ª a los fuertes deseos de cambio expresados por los electores en las urnas del 20 de diciembre. Puede ser una legislatura larga o corta, seg¨²n sea la voluntad de los grupos pol¨ªticos. En todo caso, muy diferente a las anteriores, puesto que es la primera vez en 39 a?os de democracia que la C¨¢mara arranca con la primera minor¨ªa muy alejada de la mayor¨ªa absoluta.
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Esto no quiere decir que el cambio sea de tal naturaleza como para considerarlo un parteaguas de la democracia, en la l¨ªnea insinuada ayer por ??igo Errej¨®n, n¨²mero dos de Podemos. El momento invitaba m¨¢s bien a valorar la importancia de incorporarse a un Parlamento del que formaron parte Dolores Ib¨¢rruri o Rafael Alberti; de una C¨¢mara en la que se elabor¨® y vot¨® la Constituci¨®n y que, con diversos altibajos en su funcionamiento, es el centro de la legitimidad de la democracia espa?ola.
Sobran las faltas de respeto al Parlamento. Los diputados de Podemos se excedieron en las f¨®rmulas de acatamiento a la Constituci¨®n; a¨²n acept¨¢ndola, inmediatamente se sintieron obligados a proclamar que trabajar¨¢n para cambiarla. Una aspiraci¨®n pol¨ªtica perfectamente canalizable a trav¨¦s del trabajo parlamentario, sin necesidad de convertir el pleno del Congreso en una suerte de teatro donde solo cuenta la imaginaci¨®n de cada cual para montar n¨²meros presuntamente espectaculares. Podemos tiene un problema evidente: sus dirigentes est¨¢n tan acostumbrados a manejarse ante las c¨¢maras de televisi¨®n que han confundido el Congreso de los Diputados con un plat¨®.
?Era realmente necesario obstaculizar la elecci¨®n de Patxi L¨®pez como presidente, por el procedimiento de presentar a una candidata propia, Carolina Bescansa? Evidentemente no ten¨ªa posibilidad alguna de prosperar, y sin embargo se empe?aron en hacerlo como parte del juego para la galer¨ªa. Lo mismo que cabe preguntarse si Pablo Iglesias sabe lo que dice cuando trata de ¡°tr¨ªo del b¨²nker¡± a los tres partidos (PP, PSOE, Ciudadanos) que participaron en los acuerdos para la Mesa del Congreso. El mal tono con el que Iglesias empieza la legislatura queda en evidencia con su reacci¨®n a los pactos que dieron origen a la constituci¨®n de esa Mesa, que no pueden considerarse estrictamente pol¨ªticos, sino funcionales: hab¨ªa que poner en marcha la legislatura, y elegir a la Mesa era el paso imprescindible. Mal precedente que levanta obst¨¢culos casi insalvables en el prop¨®sito de Pedro S¨¢nchez de buscar una mayor¨ªa de Gobierno con esta fuerza. Por cierto, los dem¨¢s partidos han respetado a Podemos con una representaci¨®n en la Mesa proporcionada a su fuerza parlamentaria.
Es una l¨¢stima que la sesi¨®n constitutiva del Congreso se haya deslizado por tales derroteros. En cualquier caso, la instituci¨®n comienza a andar y hay que confiar en que el paso del tiempo y el rodaje parlamentario devuelvan a la C¨¢mara la seriedad que se espera de un nuevo tiempo pol¨ªtico. El buen hacer de Patxi L¨®pez puede contribuir mucho a ello.
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