Trasplantes o la fabricaci¨®n del ¨¦xito
La alta tasa de donantes est¨¢ empujada por el dinero y no por el altruismo. Sin los incentivos financieros se desplomar¨ªa
Tambi¨¦n en el llamado modelo espa?ol de trasplantes, tan aplaudido como chef d¡¯oeuvre de nuestra sanidad p¨²blica e imbatible campe¨®n mundial de la especialidad, es muy necesario hacer luz y limpieza a fondo. Tambi¨¦n ah¨ª, aunque muchos se asombren. Desde un principio se ha ocultado a la sociedad espa?ola c¨®mo es de verdad el modelo: un habilidoso mecanismo montado por la Organizaci¨®n Nacional de Trasplantes con abundante dinero irregular, pocos escr¨²pulos, falta absoluta de transparencia y la complicidad entusiasta de las autoridades sanitarias para producir altas tasas de donantes. Un sistema asentado en la perversi¨®n de que el fin justifica los medios y dise?ado para conseguir resultados como sea. Tres hechos, mantenidos siempre en penumbra, explican c¨®mo se ha fabricado su ¨¦xito: unos inusitados incentivos financieros a la producci¨®n de trasplantes, la despreocupaci¨®n por la injusticia y la desigualdad y una estudiada comparaci¨®n de las cifras del modelo espa?ol con las de otros pa¨ªses.
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1. Incentivos financieros. El personal de la sanidad p¨²blica es retribuido en todas las autonom¨ªas con una cantidad mensual (sueldo, antig¨¹edad, guardias, complementos) acorde con la categor¨ªa laboral, cualquiera que sea la especialidad cl¨ªnica y la dificultad t¨¦cnica o el volumen del trabajo que presta. Todo lo que un m¨¦dico, o un enfermero, o un auxiliar puedan hacer est¨¢ incluido en la mensualidad. Todo, salvo los trasplantes, que se pagan aparte. Excepci¨®n sorprendente, jam¨¢s razonada, que adem¨¢s arrastra circunstancias tambi¨¦n chocantes: el pago es de muy dudosa legalidad (probablemente las autonom¨ªas vulneran la competencia exclusiva del Estado en materia de prestaciones) y se hace por trasplante cumplido, o sea un pago por acto, forma desusada y casi proscrita en la sanidad p¨²blica que hace depender la cuant¨ªa de los ingresos del n¨²mero de actos. De este modo se establece un verdadero incentivo financiero a la producci¨®n de trasplantes, ins¨®lito y ¨²nico en el Sistema Nacional de Salud e ins¨®lito y ¨²nico en el resto del mundo desarrollado.
Los incentivos son sustanciosos (por ejemplo, m¨¢s de 13.000 euros en Andaluc¨ªa o m¨¢s de 15.000 en Murcia por trasplante de h¨ªgado) y sumados al salario ordinario elevan la remuneraci¨®n de los m¨¦dicos y enfermeros de los equipos de trasplantes a cantidades muy abultadas en el sistema: el doble o m¨¢s de lo que perciben sus compa?eros profesionales que, con igual esfuerzo y utilidad asistencial, ejercen en otros servicios cl¨ªnicos (un cirujano que hace trasplantes en un hospital de 500 camas puede ingresar al a?o m¨¢s de 150.000 euros, mientras que otro cirujano del mismo hospital con igual experiencia profesional y similar habilidad quir¨²rgica que no hace trasplantes, no m¨¢s de 60.000 euros).
La perspectiva de rentas tan crecidas apremia, claro est¨¢, a todos los miembros de los equipos de trasplantes en los 186 hospitales facultados para este tratamiento en Espa?a a detectar donantes potenciales y persuadir a los familiares (incluso sin grandes miramientos: ¡°La correcci¨®n de los medios para convencer¡ parece tener una importancia secundaria¡±; Rodr¨ªguez Arias, tesis doctoral, pag. 143, U. Salamanca) de que autoricen la extracci¨®n del ¨®rgano. En realidad, el dinero extra se paga, m¨¢s que por trasplante hecho, por donante conseguido (y no s¨®lo de modo impl¨ªcito: varias comunidades pagan descaradamente por detectar un donante; ejemplos: Andaluc¨ªa, 2.800 euros; Murcia, 1.800), lo que se asemeja mucho, si no es igual, a una compra indirecta de ¨®rganos por el sistema p¨²blico.
La alta tasa de donantes, medida del ¨¦xito del modelo espa?ol, est¨¢ empujada por el dinero y no por el altruismo. Sin los incentivos financieros se desplomar¨ªa. En la donaci¨®n de sangre, un acto mucho m¨¢s simple que no tiene est¨ªmulos econ¨®micos, Espa?a est¨¢ en los ¨²ltimos lugares de Europa.
La prioridad de estos servicios responde a intereses pol¨ªticos y econ¨®micos
2. Injusticias y desigualdades. Adem¨¢s de su eventual ilegalidad y su patente inmoralidad, los incentivos financieros a los trasplantes originan dolorosas e inaceptables desigualdades en la asistencia a los enfermos y en el trato a los profesionales sanitarios que rompen con descaro la equidad, principio esencial del sistema. De hecho, instalan con car¨¢cter oficial la arbitrariedad y la insolidaridad en la sanidad p¨²blica. ?Por qu¨¦ se dedica dinero extra, millones de euros, a las operaciones de trasplante mientras otros tratamientos que tambi¨¦n rescatan enfermos en grave peligro, muchos m¨¢s enfermos aunque menos visibles en los medios, han de ajustarse a la escasez de recursos? ?Por qu¨¦ ese dinero para incentivar los trasplantes ha sido eximido (otra excepci¨®n pasmosa) de los dur¨ªsimos recortes hechos a la asistencia p¨²blica con motivo de la crisis? ?Por qu¨¦ los ingresos de los profesionales que hacen trasplantes son superiores a los que reciben los restantes m¨¦dicos y enfermeros del sistema? (en Murcia un celador recibe 238 euros por trasplante de h¨ªgado, mucho m¨¢s de lo que se le paga a un cirujano no trasplantador por cada operaci¨®n en horario de tarde). ?Por qu¨¦, en fin, se infringen derechos sociales y laborales y se desprecia la justicia por las propias autoridades sanitarias para privilegiar el tratamiento de trasplante? No se encuentran respuestas, pero bastan las preguntas para ver que la prioridad de los trasplantes en la sanidad p¨²blica se debe, no a razones ¨¦ticas y sociales sino a oscuros intereses pol¨ªticos y econ¨®micos. El modelo espa?ol es un foco de corrupci¨®n del sistema.
3. Comparaciones convenientes. Cuando la Organizaci¨®n Nacional de Trasplantes pregona la primac¨ªa del modelo espa?ol siempre omite circunstancias y datos comparativos que evidencian la inconsistencia de tal liderazgo, como las siguientes:
a) Distinto c¨®mputo de donantes. Espa?a registra como donantes a todos a los que se ha extra¨ªdo un ¨®rgano, sea ¨¦ste apto para el trasplante o no lo sea y deba descartarse. La mayor parte de los pa¨ªses desarrollados (Alemania, Austria, B¨¦lgica, Canad¨¢, Croacia, Dinamarca, Eslovenia, Finlandia, Francia, Holanda, Hungr¨ªa, Islandia, Luxemburgo, Noruega, Suecia) cuentan como donantes solamente a aquellos cuyos ¨®rganos extra¨ªdos han sido efectivamente trasplantados (es decir, excluyen a los donantes de ¨®rganos descartados que Espa?a incluye). Si Espa?a aplicase este mayoritario y realista criterio de utilidad terap¨¦utica, su tasa de donantes descender¨ªa: la de 2014, por ejemplo, que fue de 36 por mill¨®n de habitantes, bajar¨ªa a 30,8, inferior a la de Croacia, 33,7, que tambi¨¦n habr¨ªa superado a Espa?a en los cinco a?os anteriores. Desde 2010 Espa?a no habr¨ªa sido l¨ªder (Eurotransplant Annual Reports 2010-2014).
b) Tasa de trasplantes hechos o n¨²mero de enfermos tratados. Seguramente porque los incentivos financieros ablandan el debido rigor en la selecci¨®n de donantes, en Espa?a el porcentaje de donantes de ¨®rganos desechados es alto (14%) e influye en que la tasa de trasplantes sea regularmente inferior a la de otros pa¨ªses: en 2011, en Espa?a se hicieron 86,4 trasplantes por mill¨®n de habitantes y en Noruega 91,4 y en Estados Unidos 91,1; en 2012, en Espa?a 87,6, en Noruega 94,0 y en B¨¦lgica 93,9; en 2013, en Espa?a 88,8 y en Noruega 92,8, y en 2014, en Espa?a 90,2 y en Austria 92,6 (Newsletter Transplant Vol 17,18, 19, 20, 2012/2015). En contra de lo que tantas veces se dice, los ciudadanos espa?oles no son los que m¨¢s posibilidades tienen en el mundo de acceder a un trasplante.
En fin, el modelo espa?ol est¨¢ dopado con dinero, suma donantes de ¨®rganos no utilizables y salva menos vidas (hace menos trasplantes) que los de otros varios pa¨ªses. Esta es la realidad que la Organizaci¨®n Nacional de Trasplantes esconde y la enga?ada sociedad aplaude y galardona.
Enrique Costas Lombard¨ªa es economista y Carlos Lozano Trotonda, m¨¦dico.
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