El blanco de los ojos nos hace humanos
El color de la escler¨®tica es una caracter¨ªstica que diferencia a los humanos de otros primates y les otorga una capacidad particular de comunicaci¨®n
Hace medio mill¨®n de a?os, una explosi¨®n en la poblaci¨®n de monos se convirti¨® en una amenaza para nuestros ancestros. Aquellos animales se convirtieron en una competencia por la fruta y los hom¨ªnidos tuvieron que buscar nuevas fuentes de alimentaci¨®n fuera del alcance de los reci¨¦n llegados. Entonces, bajo presi¨®n, los individuos m¨¢s dotados para la cooperaci¨®n, que permit¨ªa cazar animales como los ant¨ªlopes, comenzaron a prosperar. Despu¨¦s, gracias a las colaboraciones puntuales, los v¨ªnculos se fortalecieron y la dependencia entre los miembros del grupo se increment¨®, avanzando en la construcci¨®n de sociedades con las tareas cada vez m¨¢s divididas. A partir de ese momento, la capacidad para poner juntas las cabezas se convirti¨® en una cualidad que identifica a los humanos y les proporciona su poder.
Esta es una de las hip¨®tesis que plantean c¨®mo aparecieron unos animales tan peculiares como los humanos, capaces de superar, al menos temporalmente, la competencia que suele marcar la vida de casi todas las especies para embarcarse en descomunales proyectos de colaboraci¨®n como las guerras o la secuenciaci¨®n de su propio genoma.
Humanos y chimpanc¨¦s cambian el tama?o de su pupila en respuesta al cambio del que tienen enfrente
Pero antes de convertirse en la especie m¨¢s poderosa que ha pisado la Tierra, los ancestros de los humanos transitaron un camino evolutivo peligroso en el que sobrevivieron a transformaciones que parec¨ªan poco sensatas. Una de ellas es el menor tama?o de los colmillos o los m¨²sculos si se compara con nuestros parientes vivos m¨¢s cercanos, los chimpanc¨¦s.
Hace unos a?os, el descubrimiento de Ardi, un hom¨ªnido que caminaba erguido y ten¨ªa los colmillos peque?os y poco afilados, plante¨® que hace m¨¢s de cuatro millones de a?os la selecci¨®n natural hab¨ªa favorecido a machos menos violentos, m¨¢s proclives a la cooperaci¨®n y a colaborar en el cuidado de las cr¨ªas.
En una l¨ªnea similar se podr¨ªa interpretar la aparici¨®n de un rasgo f¨ªsico que se considera relevante en el florecimiento de nuestras habilidades sociales. La escler¨®tica blanca, el blanco del ojo, es un rasgo fundamentalmente humano. Aunque otros primates, como los gorilas, tienen una parte blanca en sus ojos, indicio de que esta caracter¨ªstica pudo surgir de forma progresiva, la humana es la especie en la que esta caracter¨ªstica es la norma.
La evoluci¨®n favoreci¨® a humanos m¨¢s proclives a la cooperaci¨®n aunque m¨¢s d¨¦biles en apariencia
Para una especie que cace en solitario o en la que la cooperaci¨®n es menos necesaria, ese blanco de los ojos puede ser una desventaja. Ese color no es un buen camuflaje contra un entorno oscuro y, adem¨¢s, los ojos humanos dejan ver la direcci¨®n de la mirada e incluso las intenciones del que mira. Sin embargo, cuando en la estrategia de supervivencia tiene mayor relevancia la cooperaci¨®n con los otros, esos ojos enmarcados en un fondo claro, que son una ventana a la mente de su propietario, pueden convertirse en una herramienta que favorece el bien com¨²n.
Esta teor¨ªa, fue planteada por primera vez por los investigadores japoneses Hiromi Kobayashi y Shiro Khoshima. Despu¨¦s, otros cient¨ªficos, como Michael Tomasello, del instituto Max Planck de Antropolog¨ªa Evolutiva en Leipzig (Alemania), avanzaron en el an¨¢lisis de la funci¨®n particular de este rasgo en los humanos. Comparando a nuestra especie con otros primates, se observ¨® que los gorilas o los chimpanc¨¦s siguen la mirada viendo los movimientos de la cabeza y no lo de los ojos y solo los humanos siguen la mirada independientemente de si la cabeza se mueve o no.
Otros investigadores, como Tobias Grossmann, tambi¨¦n del Max Planck, tratan de explicar c¨®mo pudo surgir la comunicaci¨®n a trav¨¦s de la mirada. ¡°Las se?ales visuales funcionan especialmente bien en interacciones cercanas sin contacto f¨ªsico, caracter¨ªsticas de muchas actividades humanas de colaboraci¨®n¡±, explica. ¡°En comparaci¨®n con las se?ales vocales, la coordinaci¨®n a trav¨¦s de la vista tiene la ventaja de ser silenciosa, haciendo que sea ideal para la comunicaci¨®n en actividades de grupo como la caza o la recolecci¨®n, cuando existe riesgo de ser detectados por las presas o por otros depredadores¡±, concluye.
La capacidad para compartir intenciones es una de las claves del ¨¦xito de los humanos
La importancia de la comunicaci¨®n visual en la cooperaci¨®n entre humanos tambi¨¦n se pudo desarrollar como un mecanismo de defensa. Grossmann y otros han mostrado que somos capaces de detectar el miedo al mirar a los ojos de nuestros cong¨¦neres, incluso si no somos conscientes de que exista ninguna amenaza. Esta cualidad supone una importante ventaja a la hora de identificar situaciones de riesgo tan r¨¢pido como sea posible. Desde un punto de vista de la empat¨ªa en general, que tambi¨¦n es una herramienta importante en la construcci¨®n de v¨ªnculos sociales, investigadores como Mariska Kret, de la Universidad de ?msterdam, han observado que tanto los humanos como los chimpanc¨¦s imitan de manera inconsciente el tama?o de la pupila de su interlocutor. En este tipo de interacciones, una escler¨®tica blanca reforzar¨ªa el efecto.
Los ojos son una herramienta fundamental en el funcionamiento social de los humanos que ha surgido de transformaciones biol¨®gicas a lo largo de millones de a?os. En ese tiempo, se han incorporado incluso se?ales hormonales, como las que env¨ªa la oxitocina para modular nuestras respuestas inconscientes a las miradas de otros. Muchos de esos cambios habr¨ªan parecido en principio una forma de hacernos m¨¢s d¨¦biles, al menos como individuos, pero el hecho de que hayan persistido sugiere que lograron justo lo contrario.
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