Humilladero
El Edificio Espa?a debe cumplir las normas urban¨ªsticas que se establecieron cuando se permiti¨® demolerlo por dentro y expulsar a quienes viv¨ªan all¨ª
El Edificio Espa?a se pretend¨ªa un s¨ªmbolo de grandeza en el pie de la Gran V¨ªa. En las ¨²ltimas semanas se vienen escuchando ruegos a una de las mayores fortunas chinas para que no abandone su reforma del edificio. Si quiere tirarlo que lo tire, si quiere construir un parque de atracciones que lo haga, lo que sea, pero que nos riegue con su dinero. Ri¨¦guenos con su lluvia dorada, ri¨¦guenos Mr. Wang. Todas las normativas del Ayuntamiento pueden salt¨¢rselas si lo desean. Estamos en crisis y por lo tanto pueden hacer con nosotros lo que les salga de la cuenta bancaria. No se hab¨ªa escuchado una sumisi¨®n tan paleta desde aquellos meses en que el millonario derechista Sheldon Adelson estuvo cachonde¨¢ndose de nuestras autoridades genuflexas a costa de un casino gigante en Alcorc¨®n.
Se supone que la plaza de Espa?a est¨¢ a punto de reciclarse en un conjunto hotelero que podr¨ªa llegar a disparatar el centro de la ciudad a¨²n m¨¢s de lo que padecemos. De prosperar todos los sue?os de enanez acumulados por las autoridades madrile?as desde que nos endeudaron hasta las cejas, Madrid aspira a degradar su almendra central como lo ha hecho Barcelona en la ¨²ltima d¨¦cada, transformando avenidas tan cruciales para su car¨¢cter como el Paseo de Gracia y las Ramblas en un desfile de franquicias cuya finalidad es orde?ar al turista y espantar al vecino local, ese estorbo. La igualdad y la armon¨ªa comienzan en el orden urban¨ªstico, no nos enga?emos. La ciudad es un domin¨®. Tiras la primera pieza y empieza a caerse el equilibrio hasta el ¨²ltimo rinc¨®n del extrarradio.
Los anteriores alcaldes permitieron que el entorno de la Gran V¨ªa se degradara en un proceso de descapitalizaci¨®n de la capital nunca lo suficientemente estudiado. La degradaci¨®n vino promovida por los agentes sociales de un cambio a peor, los mismos que intentan machacar la sanidad p¨²blica, la educaci¨®n p¨²blica y el transporte p¨²blico para que todos los vecinos compren la idea de que tales lujos solo pueden funcionar desde la gesti¨®n privada. El Edificio Espa?a, m¨¢s all¨¢ de la creaci¨®n de empleos, tiene que cumplir las normas de protecci¨®n urban¨ªstica que se establecieron en el momento en que se permiti¨® demolerlo por dentro y expulsar a quienes viv¨ªan all¨ª. Error del que ahora somos cautivos. Si no se exige respeto por el Edificio Espa?a parece dif¨ªcil que se exija respeto por el Pa¨ªs Espa?a. Ese edificio podr¨ªa terminar siendo un humilladero, esos testimonios de piedad cristiana que se pon¨ªan a la entrada de las poblaciones y que representaban la sumisi¨®n a un dios. Hoy el dios dinero.
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