En las entra?as del cocain¨®mano
Un escritor enganchado, una generaci¨®n desesperanzada y una sustancia tan mitificada como demonizada
Ven¨ªa a decir Roberto Saviano en su ¨²ltimo libro Cero cero cero (Anagrama) que la coca¨ªna, y no la lucha de clases (como dec¨ªa Marx) ni la ternura (como dice Don Algod¨®n), es lo que mueve el mundo. Ni siquiera el sexo o el dinero: la farlopa. Espa?a tiene el honor de ser cabeza mundial en algunas cosas de suma importancia: f¨²tbol, consumo de prostituci¨®n y de coca¨ªna. No en vano, la puerta de entrada en Europa del preciado polvo son las r¨ªas gallegas, cuya historia, vinculada a unos narcos paletos, ostentosos y horteras, se narra en otro libro, m¨¢s reciente, Fari?a, de Nacho Carretero (Libros del K.O.).
Ahora llega otro volumen que aborda el asunto desde una ¨®ptica diferente a los citados: Coca¨ªna, de Daniel Jim¨¦nez (Galaxia Gutemberg), que acaba de ganar el premio Dos Passos a la primera novela. En este caso pasamos de la esfera p¨²blica a la privada, del ensayo a la ficci¨®n, y nos adentramos en la peripecia cotidiana de un cocain¨®mano -su diario durante el a?o 2013-, en un texto de pulso coca¨ªnico que ahonda en la frustraci¨®n y el absurdo, en lo c¨ªclico de una vida con un sololeit motiv: llamar al camello, hacer una raya, enrollar un billete, esnifar. "Un gramo y donde siempre", la frase con la que el personaje se cita cotidianamente con su dealer.
"Tenemos noticias cuando se incauta grandes alijos, pero normalmente no sabemos en qu¨¦ medida circula la droga, solo que se encuentra en los billetes o incluso en el agua de los r¨ªos"
Pero no es esta una narraci¨®n que trate exclusivamente sobre la droga blanca: "Es tambi¨¦n un reflejo de todas las frustraciones por las que pasa la gente de nuestra generaci¨®n, sean adictos o no", dice el autor, "sienten que ciertas ilusiones se han echado a perder, que ciertas promesas han sido incumplidas, que nuestro futuro no era tan bonito como cre¨ªamos. Pero hay que tener esp¨ªritu de lucha y una m¨ªnima esperanza en que las cosas puedan cambiar".
El protagonista vive, en efecto, inmerso en una continua frustraci¨®n acrecentada por el hecho de ver a amigos y conocidos triunfar laboralmente y formar familias (hay aqu¨ª una obsesi¨®n con la paternidad como definitivo rito de paso hacia la madurez, en una generaci¨®n que procrastina sistem¨¢ticamente en eso de la procreaci¨®n), mientras ¨¦l no avanza en el abandono de su adicci¨®n a la coca¨ªna ni consigue llevar a buen puerto su otra adicci¨®n: la literatura (tanto es as¨ª que, dentro de la ficci¨®n novelesca, consulta a el escritor Juan Soto Ivars, colaborador de esta secci¨®n quien, por cierto, tambi¨¦n particip¨® en la correcci¨®n del texto en eso que llamamos vida real).
Porque el protagonista, adem¨¢s de cocain¨®mano, es escritor, el mismo que escribe este diario que se convierte en novela: "Utilizo ese clich¨¦ del escritor que escribe sobre que escribe", dice Jim¨¦nez, "un recurso que se utiliza con frecuencia, por ejemplo en textos de Auster, Vila Matas, Bola?o o, de alguna manera, Carrere. Pero me aproximo a ello con cierta iron¨ªa". Tanto es as¨ª que en cierto momento del relato, hilarante, el adicto llega a preguntarle a su camello qu¨¦ es la literatura.
?Es cierto que la coca¨ªna mueve el mundo? ?D¨®nde est¨¢ la coca¨ªna? ?Hay velo de silencio sobre el consumo masivo de esta droga? "Es algo de lo que no se suele hablar, es un tab¨²", dice el escritor, "conozco alg¨²n caso de adicci¨®n y a varias personas que trabajan tratando a estos adictos. Y llega a todo tipo de personas: j¨®venes y mayores, clases pudientes, amas de casa, hombres y mujeres. Tenemos noticias cuando se incauta grandes alijos, pero normalmente no sabemos en qu¨¦ medida circula la droga, solo que se encuentra en los billetes o incluso en el agua de los r¨ªos". Coca¨ªna, por llamarla de alguna manera: "Ni siquiera sabemos qu¨¦ es lo que contiene realmente esa sustancia que llaman as¨ª, suele estar cortada con cafe¨ªna, medicamentos o laxantes. Es parad¨®jico que esa falta de pureza, esa mala calidad, evite que los estragos que causa sean a¨²n mayores".
Y aunque muchas veces en el mundo del arte y la cultura se tenga una postura complaciente con la droga (muchos cayeron en la hero¨ªna emulando a sus ¨ªdolos del rock, el consumo de alcohol y otras drogas entran dentro del estereotipo de escritor maldito), Jim¨¦nez no toma aqu¨ª la v¨ªa mitologizante y ensucia su historia con el lado m¨¢s oscuro del abuso. "Supongo que se espera que los artistas rompan las convenciones sociales, como juguetes rotos o ni?os malcriados, aunque sea de esta manera tan absurda, cuando sabemos que mucha gente normal y corriente consume coca", reflexiona el novelista, "yo obvio la parte rom¨¢ntica y me centro en esta tendencia autodestructiva, en el momento en el que la droga ya ni siquiera proporciona placer y se convierte en pura necesidad. Pero el consumo ha dejado de estar criminalizado y se ha socializado, lo que indica que algo marcha mal en la sociedad y en la mente de las personas".
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