Los otros hijos africanos de la 'banlieue', los que se saltan las trampas identitarias
Las migraciones son una cosa, un tema de estudio, serio, sobre la manera en que han ido evolucionando, mezcl¨¢ndose inevitablemente las sociedades, transcultur¨¢ndose las formas y avanzando el mundo en la diversidad.
Otra cosa son (o parecen ser) las migraciones hacia Europa, especialmente las que vienen ocurriendo a partir de la d¨¦cada del 60, cuando se necesitaron obreros para la reconstrucci¨®n continental de la posguerra.
De alg¨²n modo, la lectura que podemos hacer a la luz de los ¨²ltimos acontecimientos segregacionistas es que, por ¨¦pocas, se ha reconocido la necesidad de mano de obra (y los aportes j¨®venes para las pensiones) pero no a los ciudadanos. ?O s¨ª? Un poco.
No siempre fue as¨ª. No siempre la discriminaci¨®n se sinti¨® de manera tan virulenta, atravesando poderes, instituciones y pueblos. Hubo un tiempo en que, aun algo rezagados, los inmigrantes construyeron su peque?o hogar en Europa, criaron a sus hijos con atenci¨®n y algunos de ellos ya tienen voz propia en los gobiernos, en la vida ciudadana -como cualquier europeo (porque lo son)-, en el arte y, de manera destacada, en el deporte.
Hablemos especialmente de africanos y magreb¨ªes que, en general, vienen de culturas religiosas diferentes a la cristiana. Hablemos de Kamal Moummad, uno de los hijos de la inmigraci¨®n de los 60 ('segunda generaci¨®n de marroqu¨ªes', diremos, cuando nos pidan etiquetas), el octavo de diez hermanos y el primero nacido en Francia. ?l, que ahora vive y trabaja en Hollywood, como modelo y actor, se define a s¨ª mismo como un "hijo de la ley de reagrupaci¨®n familiar de 1974, de Jacques Chirac, un ¡®escorpio de noviembre del 74¡¯, concebido en ?frica y nacido en una localidad cercana a Par¨ªs".
En estos d¨ªas, sin embargo, rueda en Marruecos, a las ¨®rdenes de un director de su regi¨®n, Zagora, dando vida a un emigrante maliense que quiere llegar a Espa?a
"Somos una gran familia. Somos diez hermanos: siete varones y tres mujeres. Nuestro origen es la emigraci¨®n. Mi padre trabaj¨® toda su vida en una f¨¢brica de coches. Soy de la generaci¨®n de ¡®la reagrupaci¨®n familiar¡¯, que permiti¨® a los inmigrantes traer a la familia, mujer e hijos. Hasta esa ley, mi padre trabajaba todo el a?o en Francia y ven¨ªa durante el verano a Marruecos. Fue muy dif¨ªcil para la generaci¨®n de mis padres¡±, nos cuenta Kamal en una charla a las puertas del desierto, cerca del peque?o pueblo en el que nacieron sus abuelos y su padre, en Zagora, y en el que ahora lo reciben como hijo dilecto.
Sonriente, Kamal bromea (como buen marroqu¨ª) con todo el mundo y posa en la pose que le piden los vecinos de sus t¨ªos y primos. Viene de Los ?ngeles, donde "el clima es como el de Agadir, la ciudad de mi madre¡±; en fin, aprovecha para alimentar el personaje, hablando en ingl¨¦s bien costa Oeste, cuando sube al escenario del Festival de Cine Transsahariano, al que acude como invitado de honor.
Pero lo cierto es que el darija (¨¢rabe dialectal marroqu¨ª) es su idioma ¨ªntimo, el ¨²nico que se hablaba puertas adentro de su casita familiar en Mantes-La Ville, a 50 kil¨®metros de Par¨ªs, donde creci¨®. "Mis padres hicieron un gran esfuerzo para que no perdi¨¦ramos las ra¨ªces marroqu¨ªes. Pas¨¢bamos todos los veranos en Marruecos".
En la terraza de la casa de los abuelos, en Marruecos, con buena parte de la familia.
En Mantes-La Ville, en la periferia (banlieue)de Par¨ªs, comenz¨® muy joven a jugar al b¨¢squet, animado por sus hermanas mayores que ya eran jugadoras y entrenadoras en un club local. "Tengo una hermana que es, actualmente, ¨¢rbitro oficial de baloncesto en Francia. Se llama Hassna y es la presidenta del club en el que empec¨¦ ¨Ccuenta Kamal¨C. Me benefici¨¦ de una muy buena educaci¨®n y de la protecci¨®n de mis hermanos mayores. Jugu¨¦ a un buen nivel pero mi sue?o de infancia era viajar a EE.UU. y jugar all¨ª. En aquella ¨¦poca yo le¨ªa una revista que se llamaba Maxib¨¢sket, y que hablaba de la NBA y de la liga universitaria. As¨ª que, en cuanto pude, part¨ª a Estados Unidos para jugar en la liga universitaria. Durante un a?o y medio, me hab¨ªa dedicado a estudiar ingl¨¦s, a aplicar a todas las universidades, saqu¨¦ un cr¨¦dito de la banca francesa y, finalmente, part¨ª a los 20 a?os, con dos maletas y 500 d¨®lares. All¨ª encontr¨¦ a una muy buena familia estadounidense de acogida, hice mis estudios de Comunicaci¨®n y Literatura en San Jos¨¦ State University (California), en el Sillicon Valley, cerca de San Francisco".
?Fue como lo hab¨ªas so?ado?, le preguntamos. "S¨ª, fue como lo hab¨ªa so?ado, aunque tuve varios entrenadores diferentes en muy poco tiempo. El caso es que obtuve un diploma americano y volv¨ª a Europa a jugar. Entonces, supe que quer¨ªa vivir en Estados Unidos. Extra?aba California, y la mente americana del ¡®todo es posible¡¯. En Francia, hay mucho m¨¢s pesimismo, o realismo. Pero a m¨ª me gustaba m¨¢s el ¡®?por qu¨¦ no?¡¯ como respuesta a los sue?os¡±.
Y en eso, un amigo de f¨²tbol americano tent¨® a Kamal con la idea de ser modelo publicitario. Tan guapo, con ese tipo f¨ªsico de beduino (re¨ªmos cuando se lo digo), r¨¢pidamente result¨® contratado por una agencia de San Francisco. As¨ª empieza, en 2002, la segunda parte del sue?o americano, o la tercera, porque "la agencia empez¨® a mandarme a audiciones para la televisi¨®n. Me propusieron hacer cursos de actuaci¨®n. Entonces, descubr¨ª la pasi¨®n por el cine y la interpretaci¨®n¡±.
En 'Semi-pro' (2008), una comedia con Will Ferrell y Woody Harrelson, su primer 'bolo' en el cine de Hollywood.
Al principio, todo muy bien, como en cualquier american dream, pero luego s¨ª que hubo cavilaciones y, por fin, la firme decisi¨®n de establecerse en Los ?ngeles y dedicarse a la actuaci¨®n, pase lo que pase, cueste lo que cueste. En esas estamos, con algunos mojones importantes, m¨¢s o menos desde 2008, cuando surgi¨® el peque?o bolo en Semi-pro, una comedia con Woody Harrelson y Will Ferrell. Siguieron papeles en series, cortos y filmes independientes, adem¨¢s de la eterna vida de programas pilotos, prueba y error.
Aunque en Hollywood sufra esto que se llama typecasting ("te encasillan en todos los personajes con un mismo tipo f¨ªsico y un mismo origen"), Kamal quiere apostar por el cine y por ahora continuar¨¢ intent¨¢ndolo en la Meca del cine.
A este lado del Atl¨¢ntico, seguiremos debatiendo si es correcto o no hablar de segunda o tercera generaci¨®n de emigrantes cuando de lo que se trata es de europeos que, como Kamal, sienten un fuerte v¨ªnculo con ?frica, pero tambi¨¦n un gran cari?o y preocupaci¨®n por su hogar en el viejo continente. "Agradezco a la gente que me educ¨® en Francia, no solo mis padres, tambi¨¦n mis profesores. Yo vengo sintiendo que algo ha cambiado desde hace unos diez a?os y se lo digo a mis hermanas, a mis hermanos y a mis sobrinos (menos uno en San Francisco, todos en Francia). Lo que ahora veo desde el exterior, claramente, es que hay gente que se siente rechazada y se ha radicalizado. Mucha gente ha comprendido mal la religi¨®n y Francia, por su parte, no ha asumido su propia responsabilidad, ha ido dejando pasar las cosas y ahora esto estalla¡±.
Kamal con sus padres, en Los ?ngeles, EE.UU.
"Sin duda ¨Capostilla el actor¨C el problema es ahora mucho m¨¢s profundo que cuando me fui. Pero vayamos m¨¢s lejos: la generaci¨®n de mi pap¨¢ se integr¨®. No sab¨ªan la lengua, Francia no estaba preparada para aceptarlos. Era una inmigraci¨®n que quiso ser controlada pero estuvo mal calculada, quer¨ªan hacer venir la mano de obra por dos o tres a?os y luego hacerlos regresar a sus pa¨ªses de origen. Pero empez¨® a haber mucho trabajo y los inmigrantes se quedaron. La generaci¨®n de mi padre, a pesar de todos esos obst¨¢culos, hizo un esfuerzo por integrarse. Lo hicieron con mucho valor, algo que hoy no hace la generaci¨®n nacida en Francia, ya franceses criados en Francia que se sienten rechazados¡ porque oyen todo el tiempo esto de ¡®ah, s¨ª, t¨² eres franc¨¦s pero ?de qu¨¦ origen? Pues, entonces eres argelino o senegal¨¦s¡¯".
Lo que antes parec¨ªa mera curiosidad o se viv¨ªa como riqueza cultural, ahora se percibe con otra intensidad y otra carga. Hoy suena, seg¨²n Kamal, a ¡®t¨² no eres completamente franc¨¦s¡¯.
En fin, las pol¨ªticas y pr¨¢cticas europeas que venimos padeciendo en los ¨²ltimos a?os, la pereza intelectual y las normas de exclusi¨®n que avivan el miedo al diferente, nos dificultan ver tantas otras historias como las de Kamal Moummad. Gente que, a pesar de las trampas identitarias, reivindica lo mezclado, lo m¨²ltiple, lo que no tiene un solo nombre, y lo ofrece.
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