Mario o el ardor

El viernes pasado, a las seis de la madrugada, un mont¨®n de adolescentes permanec¨ªan apostadas en la puerta del Paraninfo de la Universidad de Zaragoza. Hac¨ªa fr¨ªo y cierzo, pero les daba igual. Su obsesi¨®n era hacerse con una de las 350 invitaciones que, a partir de las nueve, se repart¨ªan para asistir a un coloquio con Mario Casas y el equipo de la pel¨ªcula Palmeras en la nieve. A las 9.10 las invitaciones se hab¨ªan agotado. Cuando, a las ocho de la tarde, Mario entr¨® en el sal¨®n de la charla, se desataron el barullo y la excitaci¨®n que le acompa?an desde hace a?os. Al acabar, decenas de chicas se pusieron a correr detr¨¢s del coche en el que Mario se alejaba. En ese momento, esas chicas representaban a los cientos de miles de adolescentes espa?olas que estar¨ªan dispuestas a hacer cualquier cosa por ¨¦l.

Mario encara el torbellino con calma, alegr¨ªa y una cierta retranca gallega. Peor ser¨ªa no vivirlo, insin¨²a. Mientras tanto, ¨¦l va a lo suyo, a ser mejor a cada rato.

Los chicos no se suelen comportar as¨ª con sus ¨ªdolos. En la adolescencia, el fen¨®meno fan revela esa llamativa diferencia de un modo espectacular, pero, en general, las mujeres mantienen con las emociones y sentimientos una relaci¨®n menos estrecha y pudorosa. No es un clich¨¦. Es una evidencia que tambi¨¦n se manifiesta en el tipo de cultura por el que las mujeres, como creadoras o consumidoras, se sienten m¨¢s atra¨ªdas. Quiz¨¢ los hombres tememos que se nos vean las costuras, sentirnos vulnerables o que nos tomen por unos mo?as. Aunque es muy probable que todo se reduzca a que somos un poquito m¨¢s imb¨¦ciles.