Estos simuladores de sexo quieren cambiar el futuro de tu PlayStation
Hablamos con Robert Yang, creador de videojuegos sobre 'sexting', lamer polos y frotar palancas de cambios
Eres un hombre heterosexual, blanco y de mediana edad que se mueve en un entorno hostil. Esta frase podr¨ªa resumir el argumento del 90% de los videojuegos disponibles en una gran superficie comercial. Quiz¨¢ si lo complementamos con una descripci¨®n en la que la seas una mujer heterosexual, blanca y de mediana edad que se mueve en un entorno hostil con una camiseta rid¨ªculamente ajustada habremos llegado al 100%. Pero hay vida m¨¢s all¨¢ del cat¨¢logo de videojuegos convencional. La proliferaci¨®n de desarrolladores independientes y el auge de los videojuegos indies est¨¢n diversificando las opciones de los gamers y gente como Robert Yang est¨¢ cambiando las reglas del juego. O m¨¢s bien de los juegos.
Cobra Club es un simulador de sexting en el que tienes que dise?ar tus genitales y hacerles fotos para chatear con desconocidos. Succulent es un juego en el que tienes que aprender a lamer un polo de forma sugerente y Stick Shift una demo en la que hay que dar placer a un coche estimulando su palanca de cambios. Todos estos juegos, con una tem¨¢tica gay y una profundidad m¨¢s moral que jugable, pertenecen a Robert Yang, un dise?ador y escritor estadounidense que ha decidido desarrollar el tipo de argumentos que una gran empresa jam¨¢s plantear¨ªa. ¡°Actualmente la cultura conservadora defiende que los hombres cisg¨¦nero [es decir, terriblemente machotes] de 18 a 34 a?os, blancos y de estilo militar son los que deben representar a todo el planeta¡±, explica Yang por correo electr¨®nico. ¡°Quieren dominar el mundo de los videojuegos y , b¨¢sicamente, es lo que han estado haciendo todo este tiempo¡±. Pero las cosas, opina Yang, est¨¢n cambiando. Superventas como Mass Effect o The Last of us retratan, aunque de manera tangencial, las relaciones sexuales y sentimentales de forma adulta, representando realidades que hasta ahora hab¨ªan sido censuradas.
¡°El primer paso para mejorar la cultura de los videojuegos era hacer que la falta de diversidad fuera aburrida y poco rentable¡±, argumenta Yang. ¡°Y eso est¨¢ pasando ahora mismo¡±. Con este discurso, Yang no habla de mostrar felaciones en 3D (¡°aunque creo que mis juegos est¨¢n anticipando ese glorioso futuro¡±, puntualiza), sino de crear videojuegos m¨¢s realistas e inclusivos. Que estos puedan retratar el sexo con la madurez y complejidad que requiere, algo que sucede desde hace a?os en series de televisi¨®n y pel¨ªculas.
El debate ha estado centrado todo este tiempo -y en gran medida sigue est¨¢ndolo- en la violencia que pueden llegar a generar los videojuegos, pero poca gente se ha parado a pensar si estos perpet¨²an prototipos sexistas, o si fomentan que los adolescentes creen una visi¨®n distorsionada de la sexualidad. ¡°?De alg¨²n modo el sexo cruza una l¨ªnea roja mientras que el asesinato en masa est¨¢ bien?¡± se pregunta Yang. Y es que un contenido demasiado sexual (mostrar algo m¨¢s de unos pechos, seg¨²n este desarrollador) puede acabar con la retirada del juego de los supermercados y las plataformas de venta online. Esto hace que los videojuegos reflejen el sexo de forma pueril y simplista, que aumente la violencia en la misma medida que las tallas de sujetador de las protagonistas femeninas.
Los juegos mainstream son terribles en cuanto al sexo por muchos motivos. Yang apunta unos cuantos: ¡°el ¨¦nfasis en ¨¦l como una forma de subir de nivel a los personajes masculinos, la idea de que en el sexo se puede 'ganar', el concebirlo como una recompensa y no como un proceso...¡±
Todos estos clich¨¦s se dinamitan por los aires en los juegos de Yang desde el momento en el que se pulsa ¡°nueva partida¡±. M¨¢s all¨¢ de su estramb¨®tico planteamiento, sus obras ponen encima de la mesa cuestiones sociales y pol¨ªticas y hacen reflexionar al jugador. Su videojuego sobre sexting, por ejemplo, va avanzando hasta el punto en el que descubrimos que el gobierno nos ha estado espiando y ha colgado nuestras fotos en Internet. Es entonces cuando las cosas toman un cariz diferente y se plantea al jugador la duda de qu¨¦ es m¨¢s importante, continuar con sus h¨¢bitos o proteger a toda costa su intimidad. ¡°Quiero que mis obras digan algo m¨¢s all¨¢ del contexto de los videojuegos¡±, explica Yang al respecto. ¡°Toda fantas¨ªa tiene su parte pol¨ªtica y no creo que esto sea algo malo, la enriquece y la hace mejor. Las dick pics pueden representar muchas cosas sobre nuestra concepci¨®n del cuerpo o sobre la pol¨ªtica¡±.
Yang duda que juegos como los suyos vayan a jugarse en una plataforma convencional en un futuro cercano. ¡°Por eso sent¨ª que deb¨ªa hacerlos¡±, argumenta. ¡°Intencionadamente, parecen un videojuego normal de Playstation, pero ?por qu¨¦ los juegos gais no pueden ser normales? ?Qui¨¦n decide qu¨¦ es un juego normal?¡± se cuestiona. A pesar de su discurso combativo, este dise?ador americano no cree que siga desarrollando muchos m¨¢s juegos de tem¨¢tica gay en el futuro. ¡°Tengo preparados dos m¨¢s¡±, comenta, pero despu¨¦s su plan es centrarse en otros proyectos. ¡°Cuando empec¨¦ con esto sab¨ªa que iba a ser conocido como el t¨ªo de los juegos gais¡±, reconoce, ¡°y el sexo gay es genial, pero nadie quiere ser reducido solo a una cosa¡±.
Su ideal ser¨ªa dedicarse a videojuegos ¡°normales¡± que pudieran tocar los elementos que ya ha tratado a lo largo de su obra, que los videojuegos mainstream puedan reflejar todo tipo de realidades. ¡°Cuando dejen de ser sexistas, hom¨®fobos o racistas¡±, asegura, ¡°la audiencia cambiar¨¢¡±. Y en realidad, reconoce, eso es exactamente lo que est¨¢ empezando a pasar.
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