Barbie, la ambici¨®n rosa
A punto de cumplir 57 a?os, la mu?eca m¨¢s comprada del planeta ya tiene nueva cara (y cuerpo)
Apagaron las luces de la cabina para que los pasajeros durmieran. La mujer que volaba a mi lado se coloc¨® un antifaz y reclin¨® el asiento. Aguard¨¦ todav¨ªa 10 minutos antes de sacar con sigilo el libro. Era un volumen grande y apaisado, con tapa dura y de un llamativo color rosa. Barbie, icono de moda (Caelus Books). Hab¨ªa esperado casi seis horas para poder abrirlo cuando nadie me viera y no morir de verg¨¹enza. El cap¨ªtulo se llamaba ¡®Habla con dulzura y lleva un bolso exquisito¡¯. Empec¨¦ a leer: ¡°La novedosa tarjeta de cr¨¦dito American Express hizo que el viaje en avi¨®n pareciera tan accesible y excitante como los conjuntos del vestuario de Barbie¡±.
¨COh, Barbie! I love Barbie!
Di un respingo. No hab¨ªa o¨ªdo acercarse a una de las azafatas de American Airlines. Cerr¨¦ de golpe el libro y me llev¨¦ un dedo a los labios. La azafata era una mujer muy delgada, maquillada como si fuese a una fiesta y con el cabello rubio recogido en un cardado. Me sonri¨® con complicidad y se alej¨® hacia la parte delantera del avi¨®n. Sus tobillos se balanceaban levemente sobre los altos tacones, un calzado sorprendente para un vuelo de 14 horas a Los ?ngeles. Deb¨ªa de tener la edad de Barbie, unos 57 a?os. De estar viva, Barbie, que fue en sus inicios azafata de American Airlines, se habr¨ªa parecido a aquella mujer.
Escond¨ª de nuevo el libro. No me conven¨ªa hablar de la mu?eca: hab¨ªa firmado un contrato de confidencialidad con su fabricante, ?Mattel, la mayor compa?¨ªa de juguetes del mundo. Al d¨ªa siguiente iba a descubrir la nueva Barbie, que ser¨ªa lanzada al mercado en 2016. Dadas las medidas de seguridad, m¨¢s parec¨ªa que fuese a conocer a Barack Obama. Solo 55 personas de las 31.000 que trabajan en la compa?¨ªa estaban al corriente de la ¨²ltima reencarnaci¨®n de la mu?eca. Le hab¨ªan dado incluso un nombre en clave: Proyecto Amanecer.
Mattel, donde entrar en d¨¦cadas previas era tan dif¨ªcil como penetrar en el Kremlin en tiempos de la Guerra Fr¨ªa, abrir¨ªa sus puertas a varios medios seleccionados, uno por pa¨ªs. No se nos permitir¨ªa grabar ni hacer fotograf¨ªas. Los m¨®viles deber¨ªan permanecer guardados. Como nos dir¨ªa durante la visita la vicepresidenta, Evelyn Mazzocco, ¨ªbamos a asistir al ¡°inicio de una nueva era¡±.
La s¨²bita pol¨ªtica de apertura de Mattel, su gl¨¢snost, no era casual. Durante d¨¦cadas, Barbie, la Barbie, ha sido su gallina de los huevos de oro. La mu?eca m¨¢s vendida del planeta ¨Cdos cada segundo¨C ha generado miles de millones de d¨®lares. Pero, a punto de cumplir 57 a?os, Barbie se enfrenta a serios problemas: sus ventas han ca¨ªdo un 20%, la competencia es feroz y a¨²n m¨¢s feroces son las cr¨ªticas. Se la acusa de fr¨ªvola, se ataca su delgadez imposible, se cuestiona la estereotipada imagen rosa que proyecta a las ni?as. A ella, que ha demostrado una capacidad camale¨®nica para adaptarse a las modas, no se la identifica con Madonna, sino con ?Paris Hilton! Hace dos a?os, el continuo declive hizo saltar las alarmas en la compa?¨ªa, donde existe el dicho ¡°As Barbie goes, Mattel goes¡±. Seg¨²n le va a Barbie, le va a Mattel. Decidieron, con total discreci¨®n, replantearse la filosof¨ªa de la mu?eca. Reinventarla.
Devolverle su trono no es un reto f¨¢cil. Atr¨¢s quedan los tiempos en que Barbie era la encarnaci¨®n del sue?o americano. Una encarnaci¨®n en pl¨¢stico, s¨ª, pero, como dir¨ªa ella, ¡°cuando te ves tan bien, ?qu¨¦ importa que seas de pl¨¢stico!¡±. En 1976, en la celebraci¨®n del bicentenario de la independencia de Estados Unidos, fue introducida una Barbie en una ¡°c¨¢psula del tiempo¡± junto a otros objetos que representaban la quintaesencia del pa¨ªs. Se dec¨ªa entonces que en EE UU hab¨ªa m¨¢s Barbies que personas, pero las cosas se han torcido. Sigue siendo un icono, pero tambi¨¦n la bestia negra de las feministas. La ¨²ltima andanada le lleg¨® de la combativa Camille Paglia, que se refiri¨® a la cantante Taylor Swift como ¡°Barbie nazi¡±. Pero lo peor de todo es la traici¨®n de las ni?as, que desde hace a?os prefieren otras mu?ecas, como las Bratz o Elsa, la protagonista de Frozen.
?Y las burlas! La ¨²ltima Barbie, una mexicana con la green card, la codiciada tarjeta de trabajo en Estados Unidos, provoc¨® ¨¢speras risas en la comunidad latina. Puede que Barbie sea a¨²n la mu?eca m¨¢s deseada, pero tambi¨¦n es la m¨¢s parodiada. En los a?os noventa salt¨® a la fama la Organizaci¨®n para la Liberaci¨®n de Barbie (Barbie Liberation Organization), formada por un grupo de artistas y activistas muy cr¨ªticos con los roles de g¨¦nero, que intercambiaron clandestinamente las voces grabadas de Barbie y de G.I. Joe, un soldado para ni?os, en cerca de 500 mu?ecos a la venta. Cuando las ni?as accionaban su nueva Barbie, la o¨ªan exclamar con furia:
¨C?La venganza es m¨ªa!
Mientras que los ni?os miraban at¨®nitos c¨®mo sus aguerridos mu?ecos, a punto de atacar al enemigo, dec¨ªan dulcemente:
¨CLa playa es el lugar ideal para veranear.
El pasado oto?o, Mattel lanz¨® un v¨ªdeo con un mensaje: ¡°Imagina las posibilidades¡±. Era un claro gui?o a las feministas: hablaba del empoderamiento de las ni?as a trav¨¦s de varias cr¨ªas que jugaban con sus Barbies. Pero era asimismo la inteligente preparaci¨®n para el lanzamiento de su gran secreto. ?La Barbie feminista?
Pronto lo averiguar¨ªamos.
El secretismo de la nueva Barbie es equiparable al del ¨²ltimo filme de ¡®Star Wars¡¯
El d¨ªa siguiente a mi llegada, a las ocho de la ma?ana, una furgoneta nos recogi¨® en el hotel para llevarnos a El Segundo, la localidad californiana donde se encuentra el centro de dise?o de Mattel. Todos los colegios del condado de Los ?ngeles, m¨¢s de 900 centros, hab¨ªan cerrado sus puertas a primera hora por un aviso de bomba. Tras los cristales tintados del veh¨ªculo, una francesa, una italiana, una inglesa y una espa?ola, custodiadas cada una por un representante de Mattel, atravesamos las calles vac¨ªas de ni?os. Nos detuvimos ante una anodina nave industrial que result¨® ser la fortaleza de Mattel y, con la curiosidad de los invitados a la impenetrable f¨¢brica de chocolate de Willy Wonka, entramos.
All¨ª estaban los padres de Barbie para recibirnos. Como gigantescos guardianes en blanco y negro, Elliot y Ruth Handler, el matrimonio que la cre¨® en 1959, parec¨ªan observar a los hombres y mujeres que entraban y sal¨ªan, desfilando ante su inmensa fotograf¨ªa mural igual que mu?equitos de carne y hueso. Algo as¨ª debi¨® imaginar Ruth al fabricar aquella primera mu?eca adolescente: que las ni?as jugaran con adultos en miniatura. La bautiz¨® con el nombre de su hija, Barbara. Los Handler ten¨ªan tambi¨¦n un hijo, Kenneth. No hace falta que diga m¨¢s: ya saben c¨®mo se llama el novio de Barbie. A saber si aquel origen fraternal no fue el detonante de los rumores posteriores sobre la ambigua sexualidad de Ken.
Ruth fue una visionaria, pero la primera Barbie no surgi¨® de la nada. En un viaje a ?Europa, vio una mu?eca alemana, rubia y curvil¨ªnea, llamada Lilli, que la entusiasm¨®, sin saber que estaba inspirada en unas vi?etas para adultos. La Lilli original ten¨ªa una lengua r¨¢pida y p¨ªcara; si un polic¨ªa le dec¨ªa que los biquinis estaban prohibidos, contestaba: ¡°?Qu¨¦ pieza prefiere que me quite?¡±. Elliot Handler compr¨® los derechos de la mu?eca alemana para detener su producci¨®n y fabricar la que su esposa deseaba. Muri¨® Lilli y naci¨® Barbie. As¨ª surgen las leyendas. Barbie hered¨® las largas piernas, la cintura de avispa y el voluminoso pecho de la alemana. Tambi¨¦n los tacones y el exagerado maquillaje. A las ni?as les encant¨®.
En Mattel, dejamos los bolsos con los m¨®viles en una habitaci¨®n pintada de rosa Barbie. Esa tonalidad, el 219 C de Pantone, es propiedad de la compa?¨ªa, que tiene los derechos de su explotaci¨®n. Guiados por la Guardia Pretoriana de Barbie, los que hab¨ªan dirigido su misteriosa transformaci¨®n, empezamos el recorrido que nos llevar¨ªa a la revelaci¨®n del gran secreto: la Barbie que acallar¨ªa las voces cr¨ªticas y encabezar¨ªa de nuevo las ventas. Kimberly Culmone, responsable del dise?o de todo lo relativo a la mu?eca, se present¨® as¨ª:
¨CSoy una chica Barbie ¨Cy nos gui?¨® un ojo.
La luminosa nave parec¨ªa un laberinto por los paneles que compartimentan el espacio en cub¨ªculos. Muchos ten¨ªan cortinas improvisadas para proteger el trabajo de las miradas curiosas. Aunque en Mattel se fabrican otros juguetes, como los populares Fisher-Price, Barbie sigue siendo el buque insignia de la empresa, como recordaban las gigantescas fotos en color de la mu?eca que aparec¨ªan aqu¨ª y all¨¢. Por una Barbie, que empez¨® a venderse a tres d¨®lares, han llegado a pagarse 302.500 en una subasta de Christie¡¯s.
Al volver una esquina, nos detuvimos. Ensartadas en peque?as varas negras hab¨ªa m¨²ltiples cabezas calvas, igual que Barbies jibarizadas, donde una mujer hac¨ªa pruebas de maquillaje aplicado a mano. Muy cerca se escuchaba el sonido de la m¨¢quina de coser donde otra operaria insertaba un suave y esponjoso cabello rubio en otra cabeza. En un estante hab¨ªa bobinas con fibras de 52 colores, lisas y rizadas.
¨CTrabajan con Barbie dise?adores gr¨¢ficos, licenciados de escuelas de arte, estilistas para adultos¡ ¨Cexplic¨® Culmone¨C. Se requiere mucha habilidad manual.
La trabajadora liber¨® la peque?a cabeza de pl¨¢stico de la aguja taladradora y, con un rascador de perro, desenred¨® con energ¨ªa la rubia pelambrera antes de tendernos en silencio la cabeza ya peinada, como el gato que ofrece a su due?o los restos de un p¨¢jaro reci¨¦n cazado.
Encima de una mesa, como si estuviesen sobre una pasarela, hab¨ªa varias mu?ecas ataviadas con distintos modelos. ¡°Los iconos de la moda vienen y van. Bueno, algunos solo se van¡±, es una de las c¨¦lebres frases de Barbie. Otra: ¡°No s¨¦ qu¨¦ talla tengo: toda mi ropa est¨¢ hecha a medida¡±. A medida y tambi¨¦n a mano. Al igual que su rostro, el cuerpo de Barbie ha ido cambiando con los a?os. Un estudio de la Universidad de Helsinki demostr¨® que una mujer con sus proporciones no podr¨ªa menstruar y a¨²n menos respirar, y tampoco podr¨ªa mantenerse erguida dado el reducido tama?o de sus pies. Mattel acept¨® la cr¨ªtica: la figura de la mu?eca se hizo m¨¢s atl¨¦tica, perdi¨® pecho y su cintura ensanch¨®. Su vestuario tambi¨¦n cambi¨®.
Un hombre menudo y sonriente, vestido de negro y con un cintur¨®n con la hebilla plateada de Herm¨¨s, se incorpor¨® al grupo. Era Robert Best, el dise?ador jefe, algo as¨ª como el Alexander McQueen de Barbie o su Tom Ford.
¨CBuscamos cosas m¨¢s cercanas a las ni?as: la ropa que llevan sus hermanas mayores o sus ¨ªdolos, como Taylor Swift¡ Estamos pendientes de las revistas, de Internet, de las pasarelas, de la calle. Para muchas personas, Barbie es su primer contacto con el mundo de la moda.
Best trabaj¨® con Donna Karan e Isaac ?Mizrahi antes de entrar en Mattel. Su perfil profesional comienza as¨ª: ¡°Hace 20 a?os, un brillante y joven dise?ador de moda encontr¨® a su musa, Barbie¡±. Con ¨¦l, la mu?eca ¨Ca la que han vestido Pertegaz, Oscar de la Renta, Calvin Klein, Karl Lagerfeld, Armani, Dior o Moschino¨C empez¨® a lucir ropa m¨¢s ¡°democr¨¢tica¡±.
¨CNo queremos ser vanguardia, sino reflejar el mundo actual ¨CBest hablaba con un suave tono pedag¨®gico¨C. Y que el vestuario no sea ofensivo para los padres, que son quienes compran.
Algunas ni?as y sus madres ya hab¨ªan tenido entre sus manos la nueva Barbie en reuniones organizadas por los responsables del Proyecto Amanecer. Como en un disciplinado ej¨¦rcito, cada miembro del equipo de Barbie iba tomando la palabra para describir los distintos aspectos del proyecto. Era el turno de Tania Missad, que supervisa todas las marcas para ni?as de Mattel.
¨COrganizamos grupos de chicas entre cinco y nueve a?os: algunas reuniones eran informales para ver c¨®mo jugaban; en otras hab¨ªa un moderador que les preguntaba. Las ni?as son muy sinceras. Y adem¨¢s son nuestras clientas.
¨C?Qu¨¦ les pareci¨® la nueva Barbie? ¨Cpregunt¨¦.
Puede que la Barbie sea la mu?eca m¨¢s deseada, pero tambi¨¦n es la m¨¢s parodiada
Missad alz¨® las cejas con gran misterio y no contest¨®.
¨C?Y a las madres? ¨Cinsist¨ª.
Una mujer con flequillo y melena casta?a, que irradiaba una clara autoridad, intervino:
¨CA las madres les gusta Barbie, pero la identifican con belleza y con moda, y lo que ellas buscan ahora para sus hijas son valores emocionales y sociales: empoderamiento, amistad, integraci¨®n.
Era Evelyn Mazzocco, vicepresidenta y directora general de Barbie en todo el mundo.
¨CNos dimos cuenta de que nos faltaba profundidad. Empezamos a trabajar con tres conceptos: posibilidades, imaginaci¨®n, historias que contar.
¨C?Las reuniones eran de ni?as y de madres? ?No hab¨ªa ni?os y padres?
Mazzocco lade¨® la cabeza.
¨CBueno, digamos que eran de padres e hijos.
¨CPero ?invitaron a ni?os?
Hubo un breve silencio hasta que Missad medi¨®:
¨CBarbie es un juguete para chicas.
En la nave laber¨ªntica nos observaban los ojos inm¨®viles de centenares de mu?ecos, como ni?os sorprendidos en un encantamiento. ?Qu¨¦ estar¨ªa pasando fuera de aquel espacio protegido, en un pa¨ªs donde hay casi tantas armas como personas? ?Habr¨ªa llegado a mayores la amenaza de bomba que oblig¨® a cerrar los colegios?
¨CEn tiempos tan violentos, ?nunca sienten que hay un desequilibrio entre su trabajo con Barbie y la realidad?
Robert Best neg¨® con la cabeza.
¨CAl contrario. Un juguete aporta siempre una peque?a dosis de felicidad. Es un escape saludable.
Pero ?de qu¨¦ hablamos cuando hablamos de juguetes? En los ¨²ltimos a?os, como una reacci¨®n a la a¨²n poderosa imagen de Barbie, han aparecido en el mercado mu?ecas con proporciones reales, otras con discapacidades f¨ªsicas¡ ?Se pueden exigir responsabilidades sociales a un juguete? ?Acusar a una mu?eca de no ofrecer un modelo positivo no es similar a reprochar a Modigliani, con sus estilizadas esculturas, que fomenta la ?anorexia?
?C¨®mo ser¨ªa la Barbie que est¨¢bamos a punto de conocer? ¡°Imagina las posibilidades¡±, dec¨ªa el v¨ªdeo de Mattel. ?Ha de contentar la imaginaci¨®n los criterios sociales o feministas, por valiosos que sean? Si el juego es un instrumento de la imaginaci¨®n y la imaginaci¨®n es anarquista, gamberra y transgresora, ?es tarea de los juguetes convertir a los ni?os en ciudadanos responsables?
Mazzocco nos contemplaba, atenta a nuestras reacciones y a nuestras preguntas, igual que si fu¨¦semos ni?as en una de sus reuniones.
¨C?C¨®mo se plante¨® Mattel el cambio de Barbie? ?Pensando en el icono o en el juguete? ¨Cle pregunt¨¦.
Ella se encogi¨® de hombros.
¨CEs una cuesti¨®n dif¨ªcil. Barbie engloba muchas categor¨ªas: nos dirigimos a las ni?as, a las madres, a la sociedad y al mundo de la moda.
¨CNo me ha contestado. ?Pensaban en el icono o en el juguete?
La vicepresidenta tens¨® levemente los labios.
¨CBarbie es un juguete, un icono de la moda y un icono social. Resulta dif¨ªcil precisar lo que es Barbie: eso lo deciden las ni?as.
Desde un expositor, mu?ecas de tez p¨¢lida, verdosa, violeta¡ parec¨ªan mirar nuestro paso con expresi¨®n burlona. Eran las Monster High, inspiradas en Dr¨¢cula, en Frankenstein, en la Momia¡ Ellas hab¨ªan sido la respuesta de Mattel al duro rev¨¦s que les supuso la aparici¨®n de las Bratz en 2001. Con su aspecto adolescente y descarado, las Bratz, cabezonas y de enormes ojos, se ?convirtieron en n¨²mero uno en Francia, Espa?a, Italia, Jap¨®n, Reino Unido¡ Fue la primera se?al de alarma en Mattel del declive de Barbie y el inicio de una agresiva y costosa batalla en los tribunales contra el fabricante de las Bratz, MGA Entertainment. Mattel ?denunci¨® que hab¨ªan sido ideadas por uno de sus propios dise?adores cuando a¨²n trabajaba para la empresa. Tras perder la contienda jur¨ªdica, cre¨® unas mu?ecas muy similares, las Monster High, en agresiva competencia a las Bratz. Pero tambi¨¦n a ?Barbie. Los enemigos de esta ya estaban dentro de su casa.
En Navidades, Elsa, la protagonista de Frozen, super¨® a Barbie, pero Mattel no perdi¨® beneficios porque posee sus derechos de venta. Fiel a la pol¨ªtica de poner una vela a Dios y otra al diablo, la compa?¨ªa, al mismo tiempo que se cubre las espaldas con las nuevas mu?ecas, se prepara ahora para dar la batalla por su estrella principal. Es un duelo sin cifras. Mazzocco zanj¨® con presteza las preguntas.
¨CSolo pensamos en las ni?as, nunca en los n¨²meros ¨Cdijo.
Pero el declive de las ventas hab¨ªa provocado la dimisi¨®n de un presidente y el nombramiento de otro hac¨ªa apenas un a?o.
¨C?Ha impulsado el cambio el nuevo presidente?
¨CSe han unido el negocio y la creatividad. La compa?¨ªa experimenta una gran transformaci¨®n, est¨¢ m¨¢s abierta a los riesgos y a la innovaci¨®n.
Entramos, por fin, en una sala ocupada por una gran mesa rectangular. Nos sentamos, mientras Mazzocco permanec¨ªa de pie con gran solemnidad, escoltada por su equipo.
¨CCuando iniciamos el Proyecto Amanecer, nos planteamos qu¨¦ har¨ªamos si no hubiera reglas. ?Crear¨ªamos una Barbie m¨¢s real? ?La cambiar¨ªamos por completo? Nuestro trabajo ha sido tan secreto como el del equipo que ha rodado la ¨²ltima entrega de La guerra de las galaxias.
A su espalda, frente a nosotras, hab¨ªa un cartel con retratos de Barbies muy distintas. Igual que un cat¨¢logo de cirug¨ªa est¨¦tica, mostraban c¨®mo hab¨ªa ido variando su rostro, dulcific¨¢ndose, ani?¨¢ndose. Los sucesivos intentos de Mattel para adaptarla a los tiempos.
Robert Best levant¨® dos cajas arrumbadas contra la pared y cubiertas con dos pa?os rosas y las coloc¨® en el centro de la mesa.
¨CEste es el renacimiento de la marca. El inicio de una nueva era ¨Cafirm¨® Mazzocco y, sin m¨¢s dilaci¨®n, levant¨® los pa?os.
Algo en el aire, vibrante de expectaci¨®n, pareci¨® aflojarse. En cada caja hab¨ªa dos hileras de mu?ecas, igual que peque?as estatuillas. Las hab¨ªa de distintos tama?os: altas, medianas y bajas; flacas y culonas; con cuerpo infantil, m¨¢s atl¨¦tico y con rotundas curvas. Con varios tonos de piel y diferentes colores de ojos y cabello.
¨C?As¨ª es el mundo! ¨Cdeclam¨® Mazzocco como un pastor en su p¨²lpito¨C. Los d¨ªas en los que la belleza era ¨²nica han terminado. Hoy este concepto es m¨²ltiple: tiene muchas formas y tama?os, muchos rostros. Barbie es todas esas encarnaciones.
Como en el misterio de la Sant¨ªsima Trinidad, la Barbie del siglo XXI era 33 mu?ecas distintas pero una sola Barbie verdadera.
Con un amplio gesto de la mano, Mazzocco a?adi¨®:
¨CPod¨¦is cogerlas.
Alargu¨¦ la mano y sujet¨¦ una de las gorditas. Llevaba una falda vaquera que resaltaba el culo resping¨®n, las caderas anchas, los muslos voluminosos. ?Hab¨ªan sido precisos dos a?os de trabajo para engordar a Barbie? Vaya, en la vida real sucede justo al contrario: lo que lleva a?os es quitarse los kilos de m¨¢s.
¨CEsa es una de las favoritas de las ni?as ¨Cme dijo Mazzocco¨C. Muchas dec¨ªan que les recordaba a su profesora ¨Cy sonri¨® con orgullo.
Cuando salimos de Mattel, tras asistir al inicio de una nueva era, eran las dos de la tarde y el mundo segu¨ªa igual.
elpaissemanal@elpais.es
Las nuevas Barbie saldr¨¢n a la venta?en Espa?a a mediados de marzo.
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