M¨¢s a?os
La obra de Anne Wiazemsky nos muestra c¨®mo la impostura intelectual pasa por encima del sentido com¨²n
Desconozco cu¨¢ndo aparecer¨¢ en Espa?a la ¨²ltima entrega de las novelas testimoniales de Anne Wiazemsky. Su ambicioso proyecto de obras humildes y breves, que recorre cada a?o de su vida pasada con aires de novela de aprendizaje, arranc¨® en 2007 con La joven. En ese primer libro contaba su llegada al cine tras ser elegida por Robert Bresson para protagonizar la pel¨ªcula Al azar de Baltasar cuando solo ten¨ªa 17 a?os. Corr¨ªa el a?o 1966 y esa ni?a mimada de la burgues¨ªa, nieta del escritor cat¨®lico Fran?ois Mauriac, descubrir¨ªa el mundo de los adultos a trav¨¦s de ese microcosmos infantil y caprichoso que es muchas veces el empe?o art¨ªstico. Revelaba la fina l¨ªnea entre lo grotesco y lo sublime, visto por los ojos sabios de una adolescente que empieza a devorar los secretos de la existencia.
La segunda entrega, aunque traducida como A?o ajetreado, en el original franc¨¦s hac¨ªa referencia al a?o de estudios que pas¨® en la universidad de Nanterre, inmersa en su noviazgo con el venerado director Jean-Luc Godard. La tercera entrega, a¨²n por aparecer en nuestro pa¨ªs, se titula Un a?o despu¨¦s. Se ocupa de mayo de 1968 con una visi¨®n lateral de las luchas callejeras, con su pareja, Godard, reconvertido en un cineasta comprometido. A bombo y platillo, el cineasta trata de reinventarse, agarrado a un discurso pol¨ªtico que choca con su capricho, su f¨¢cil hast¨ªo de toda causa y con gestos esclarecedores, como el de la tarde en que huyendo de las cargas policiales contra los estudiantes parisienses tropieza, se le rompen las gafas y exige un taxi de inmediato para volver a su coqueto apartamento del Barrio Latino.
El aroma de ruptura amorosa entre la joven actriz y el director sagrado, que se consumar¨¢ dos a?os despu¨¦s y varias pel¨ªculas juntos m¨¢s tarde, no est¨¢ tratado con rencores sino con la mirada recuperada de aquella ni?a pija, sensible y con los ojos abiertos, entre soflamas de moda que le resultaban algo forzadas. Son tres libros que nos acercan la respiraci¨®n veintea?era con credibilidad y ternura, donde lo ¨ªntimo cobra a¨²n m¨¢s fuerza por el contexto hist¨®rico memorable. Godard sale malparado en su futilidad pol¨ªtica, pero el relato no elude la ternura. Lo mejor es el sincero escaparate para entender c¨®mo la impostura intelectual pasa por encima del sentido com¨²n, las injusticias y el totalitarismo, entonces representado en el mao¨ªsmo, para fabricar un para¨ªso imposible sostenido en ideas ajenas a la informaci¨®n veraz, todo cocinado en un delirio del que te puedes bajar un d¨ªa, y muchos muertos despu¨¦s, como uno se baja del autob¨²s.
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