La superproducci¨®n m¨¢s cara
La fascinaci¨®n que despierta el Chapo Guzm¨¢n es la perversi¨®n de una vieja historia
Estamos en plena chapoman¨ªa. Siendo el muy mentado Chapo Guzm¨¢n un mito, ya no sabemos cu¨¢nto hay en ¨¦l de verdad o de mentira. Su grueso bigote, ?es real, o pintado al carb¨®n, como el de Groucho Marx? Un aspirante al glamourde Hollywood con muertos a cuestas que s¨®lo pueden contarse de manera estad¨ªstica: 67% de los 45.000 que ha costado la guerra narco en M¨¦xico: y no con balas de mentira, con las que mataba John Wayne en las batallas de tramoya de la guerra de Vietnam.
Las telenovelas nos ofrecen argumentos sabidos. La campesina que entra en la mansi¨®n suntuosa como empleada dom¨¦stica, y saldr¨¢ casada con el hijo de los patrones venciendo la maldad de la suegra; o la empleadita sufrida que resultar¨¢, al final, bendecida por la herencia que le ha dejado su abuela, quien la ha buscado afanosamente por a?os sin encontrarla. Todos son caminos para llegar al dinero f¨¢cil, pero a la postre inocentes.
Ahora el guion se ha pervertido, nos lo dice el mism¨ªsimo Sean Penn: el h¨¦roe sumido en la miseria campesina desde su infancia, ha sido empujado desde los 15 a?os a vender drogas para poder sobrevivir. Y se hizo a s¨ª mismo, como en las mejores historias rom¨¢nticas del capitalismo, donde brillan aquellos magnates que enmarcan el primer d¨®lar ganado.
Nos advierte que los carteles no van a desaparecer ni con su prisi¨®n perpetua, ni con su muerte, lo cual no deja de servirnos de consuelo moral: ¡°El d¨ªa que yo no exista, no va a mermar lo que es nada el tr¨¢fico de droga¡±. No es m¨¢s que una v¨ªctima de los apetitos del mercado. Ser¨ªa un honrado labriego o pastor de cabras en Badiraguato, si los viciosos consuetudinarios de Wall Street y Beverly Hills no fueran tan buenos clientes. ?l no prueba drogas, una de las formas de reclamar honestidad. S¨®lo comercia con ellas.
El guion de esta formidable superproducci¨®n ya est¨¢ siendo escrito, y de la telenovela hogare?a recibe los toques maestros: ¡°No duermo mucho desde que te vi. Estoy emocionada con nuestra historia. Es en lo ¨²nico que pienso¡¡±, susurra. Katia, la hero¨ªna en un mensaje de texto. Y el gal¨¢n del bigote poblado responde: ¡°Eres lo mejor de este mundo. Te cuidar¨¦ m¨¢s que a mis ojos¡±. Y entonces, ella: ¡°Me mueve demasiado que me digas que me cuidas, jam¨¢s nadie me ha cuidado¡±.
El gal¨¢n tiene un coraz¨®n sentimental: 7 esposas, 18 hijos, amantes a granel. Un semental que para no desmerecer de su fama, antes de ir una vez m¨¢s a prisi¨®n se hab¨ªa hecho una cirug¨ªa de los test¨ªculos para mejorar su rendimiento sexual. Pero Sean Penn no fue en su b¨²squeda para encontrarse con un gara?¨®n patriarcal, sino con alguien enlistado por la revista Forbes entre los supermillonarios, y por la revista Foreign Policy entre los superpoderosos. ?l mismo lo revela con toda candidez, cuando nos dice que en M¨¦xico hay dos presidentes. Dos sillas del ¨¢guila, una de ellas la ocupa su entrevistado. Conoce el poder medi¨¢tico, pero aqu¨ª se halla frente al verdadero, y su er¨®tica.
Hab¨ªa visto, dice, ¡°v¨ªdeos y fotograf¨ªas de decapitados, reventados, desmembrados o acribillados a balazos: inocentes, activistas, periodistas valientes y enemigos por igual del c¨¢rtel¡±, pero eso no ataja su seducci¨®n por la er¨®tica del poder, precisamente porque su entrevistado tiene poder de vida o muerte, que ejerce a trav¨¦s de redes secretas, de ¨®rdenes que llegan al ¨²ltimo rinc¨®n y se cumplen puntuales.
Los asesinatos en serie, los cr¨ªmenes masivos, no atajan tampoco nuestra fascinaci¨®n porque vivimos frente a la gran pantalla, donde la ¨¦pica nunca deja de estar te?ida de sangre, y frente a la peque?a, donde se celebra el ascenso de los pobres hacia la riqueza, cualquiera que sea el camino. Y en ambos casos, nos conectamos sin pudor al mercado que espera a todos con sus fauces abiertas.
La firma Barabas agot¨® las existencias del modelo Fantasy de sus camisas, que el Chapo luce en la foto que se tom¨® con la estrella de cine. Se trata de una extravagante prenda de sicario, de esas muy apropiadas para lucirse abiertas y ense?ar la gruesa cadena de oro en el pecho, y para usarse por fuera, de modo que el fald¨®n pueda esconder la pistola de grueso calibre. ?Si hay novelas, telenovelas, series, m¨²sica de grupera, y altares para los narcos, por qu¨¦ no camisas? El glamour debe ser total.
Sergio Ram¨ªrez es escritor.
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