El PSOE no es la CUP
El golpe de efecto de S¨¢nchez pone en peligro la unidad de su partido
La consulta a la militancia socialista sobre un posible pacto de investidura, anunciada por Pedro S¨¢nchez, aporta una novedad muy discutible al complicado tablero en el que se juegan los intentos de dotar a Espa?a de un Gobierno. Se entiende mal que la consulta sea no vinculante, si tan importante es como garant¨ªa de lo pactado. Tampoco se espera al PSOE en el terreno del asamblearismo ni en la imitaci¨®n de Podemos, que convoca consultas con censos y resultados dudosos, siempre muy controladas por una direcci¨®n de estilo leninista. Pero lo que roza lo irreal es ponerse a discutir los detalles de la ratificaci¨®n de un pacto cuya negociaci¨®n ni siquiera ha comenzado.
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S¨¢nchez se vio ayer obligado a aceptar la celebraci¨®n de un congreso del partido en mayo, en contra de su criterio de retrasarlo todo lo posible, y decidi¨® responder a sus cr¨ªticos con un golpe efectista. Trata de desbordar a los aparatos territoriales refugi¨¢ndose en la militancia, de la que al parecer espera m¨¢s calor que de los dirigentes.
Lo m¨¢s criticable de este anuncio teatral es que a?ade problemas a la b¨²squeda de una soluci¨®n estable para Espa?a, que es lo que importa a los ciudadanos. Pero hay otras razones para censurar a S¨¢nchez por su arriesgada iniciativa. Primero, porque deja en evidencia su falta de liderazgo. Esa tendencia de acudir a las bases cuando el dirigente tiene problemas es recurso de pol¨ªticos mediocres y de organizaciones populistas, no de un partido serio y comprometido en la gobernabilidad de Espa?a. Hacerlo, adem¨¢s, sin contar con los dem¨¢s dirigentes del partido ¡ªpeor a¨²n, burlando su autoridad, puesto que se hab¨ªa reunido con ellos d¨ªas antes y no les inform¨® de sus planes¡ª significa desconfiar de la democracia interna del partido y saltarse a la torera las reglas del juego. Dinamitar las estructuras por discrepar de una decisi¨®n muestra poca responsabilidad de parte de S¨¢nchez.
Y este paso demuestra tambi¨¦n su desconocimiento de la naturaleza verdadera del PSOE: un partido de electores m¨¢s que de militantes, como ¨¦l mismo ha se?alado en ocasiones recientes.
Las divisiones internas de los partidos reducen sus opciones electorales, sea quien sea el candidato
Nadie va a ganar con esta maniobra: someter al PSOE a esta pelea ficticia entre los que se suponen que est¨¢n m¨¢s o menos a la izquierda solo va a servir para profundizar en la desuni¨®n del partido, poner en peligro su futuro y reducir las opciones electorales del pr¨®ximo candidato, sea quien sea. Ojal¨¢ que S¨¢nchez entienda la gravedad de su decisi¨®n y la corrija. Ya que tan sensible es al modelo de Podemos, ser¨ªa bueno que considere que ni siquiera ese partido, aut¨¦nticamente populista, consulta a sus bases las grandes decisiones, a menos que se entienda como consulta el suced¨¢neo que han practicado a veces entre sus registrados en Internet.
Todo parte de la estrecha base parlamentaria de los socialistas: solo 90 esca?os, que les obliga a negociar el apoyo de casi otros tantos para alcanzar la mayor¨ªa absoluta. S¨¢nchez est¨¢ dispuesto a intentarlo, favorecido por la espantada de Mariano Rajoy. Sin embargo, significados dirigentes de su partido desconf¨ªan fuertemente de Podemos y vetan cualquier acuerdo que pase por los independentistas catalanes.
La peor de las soluciones es ir a unas nuevas elecciones sin garant¨ªa de resultados muy distintos
A la hora de armar una combinaci¨®n, el l¨ªder socialista no debe jugar al equ¨ªvoco de decir que va a reunir una imposible mayor¨ªa progresista o de izquierdas. Las urnas no alumbraron ninguna mayor¨ªa de izquierdas, ni siquiera aceptando la hip¨®tesis extremadamente generosa de que Podemos sea considerado como tal; sus diputados, junto con los de IU y los socialistas, suman 161 esca?os. No es menos cierto que tampoco existe una mayor¨ªa de derechas y por eso la minor¨ªa socialista, que normalmente deber¨ªa ir a la oposici¨®n, tiene la oportunidad de participar en alguna combinaci¨®n de Gobierno. S¨¢nchez pide margen para tender la mano ¡°a derecha e izquierda¡±, pero deja en el aire si eso significa intentar un pacto simult¨¢neo con Albert Rivera y Pablo Iglesias, incompatibles entre s¨ª, en medio de la desconfianza de importantes figuras de su partido hacia este ¨²ltimo. Lo ¨²nico que S¨¢nchez dej¨® muy claro es que no apoya a Rajoy.
Con los resultados del 20-D, la gobernabilidad solo puede resolverse de dos maneras: o el PP se abstiene a la hora de votar a un presidente que no salga de sus filas o el PSOE hace lo propio respecto a un jefe del Ejecutivo de otro partido. En previsi¨®n de ese escenario, Felipe Gonz¨¢lez ha advertido que el PSOE y el PP no deber¨ªan impedir que el otro gobierne, si cada uno es incapaz de hacerlo por s¨ª mismo. Por m¨¢s vueltas que se le d¨¦, el futuro poder ejecutivo depende de que uno de los dos acepte abstenerse en la investidura. Si ninguno da el paso, ambos habr¨¢n de reconocer su impotencia y pedir a los electores que arreglen lo que ellos se muestran incapaces de resolver. Es decir, la peor de todas las soluciones posibles: Gobierno interino de Rajoy y nuevas elecciones, sin garant¨ªa de resultados sustancialmente distintos. Y sin que ni siquiera est¨¦ claro c¨®mo podr¨ªan convocarse antes de que alguien haya aceptado someterse a una primera votaci¨®n de investidura, como exige la Constituci¨®n.
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