Los miserables somos nosotros
Los dejamos ahogarse en el mar o morir extenuados en interminables marchas. A los que sobreviven los dejamos caer en manos de mafias que se lucran a costa de su desgracia, literalmente les ponemos zancadillas en su carrera hacia la libertad, les imponemos cupos o los retenemos en las fronteras y les lanzamos comida al aire. A los que acceden a un pa¨ªs, les confiscamos sus bienes o los criminalizamos tach¨¢ndoles de terroristas. A los que permanecen en sus casas asoladas, los dejamos morir de inanici¨®n. ?Hace falta que siga? Pues parece que s¨ª, porque, y me incluyo, seguimos igual. No nos conmovemos ante nada, no nos movemos ni ponemos el grito en el cielo. Estamos alcanzando cotas de deshumanizaci¨®n ciertamente preocupantes. La vileza ha sepultado toda sensibilidad y capacidad de empat¨ªa. Eso s¨ª, maldigamos nuestra existencia cuando en nuestra burbuja de comodidad no nos funcione la conexi¨®n wifi o nos quedemos una ma?ana sin poder ducharnos por la dichosa caldera.¡ª Jordi Juli¨¤ Manresa.
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