El primer ¡®asesinato¡¯ entre orangutanes
Unos cient¨ªficos observan por primera vez un brutal ataque entre hembras de esta especie
Pasado el mediod¨ªa del 13 de julio de 2014, la primat¨®loga Anna Marzec presenci¨® un acontecimiento tan excepcional como desagradable. En medio de las selvas de Borneo, una hembra adulta de orangut¨¢n llamada Sidony sufri¨® una brutal paliza que terminar¨ªa cost¨¢ndole la vida. Sus atacantes, la hembra Kondor y el macho Ekko se convert¨ªan en los primeros asesinos de su especie observados por la ciencia, en un brutal episodio con truculentas ramificaciones.
"Una cosa es ver algo por primera vez cuando se sabe que puede pasar, pero en este caso era algo que no esperaba en absoluto", explica Marzec
Este tipo de violencia extrema ya se hab¨ªa descubierto en chimpanc¨¦s hace cuatro d¨¦cadas, cuando Jane Goodall nos cont¨® el sangriento conflicto que se desat¨® entre dos clanes tras la matanza de Godi. Pero nada hac¨ªa sospechar que algo as¨ª pudiera suceder entre orangutanes, y con las hembras como principales protagonistas: un ataque coordinado que provoque la muerte de una orangutana adulta.
Van a ser las 14.00 en la reserva de Tuanan (Indonesia) cuando Kondor, una hembra joven (15 a?os) est¨¢ en pleno cortejo con Ekko, un macho que est¨¢ alcanzado un posici¨®n importante en la zona. En ese momento se cruzan con Sidony, una hembra adulta (35 a?os), y su peque?o Sony (4 a?os), y deciden acercarse hasta ella. Ekko opta por inspeccionarla sexualmente y, sin mostrar m¨¢s inter¨¦s, regresa junto a Kondor, con quien empieza a copular. Entonces, Sidony comienza a alejarse pero Kondor decide interrumpir el coito y abalanzarse contra ella.
Kondor ataca a Sidony, y Ekko decide apoyar a su pareja en la agresi¨®n, desatando juntos un ataque de una furia inusitada, que dur¨® 33 minutos en una violenta primera fase: primero golpea Kondor, luego Ekko, de nuevo Kondor, los dos a la vez... Altern¨¢ndose en los golpes y dentelladas, mientras uno hiere a su v¨ªctima, el otro le cierra el paso para evitar que pueda huir. "El ataque fue en coalici¨®n, continuo y coordinado. Todos los ataques fueron iniciados por Kondor, pero Ekko infligi¨® las lesiones m¨¢s graves y fue m¨¢s efectivo en negar a Sidony la oportunidad de escapar", determinan Marzec y el resto de primat¨®logos que publican este caso en la revista cient¨ªfica Behavioral Ecology and Sociobiology.?
La hembra atacante hab¨ªa perdido a su cr¨ªa en misteriosas circunstancias hac¨ªa un mes y era muy atractiva para los machos en ese momento
Los gritos de Sidony atrajeron a otro macho dominante, Guapo, que consigui¨® alejar a Ekko y repeler los siguientes ataques de Kondor, la joven hembra que segu¨ªa decidida a causar el mayor da?o posible, volviendo a intentarlo una y otra vez durante tres d¨ªas. Guapo frenaba las acometidas mientras la hembra y su hijo Sony lam¨ªan sus heridas. Pasados diez d¨ªas desde el ataque, Sony se alej¨® de su madre. Cuatro d¨ªa despu¨¦s, Sidony mor¨ªa como consecuencia de las lesiones sufridas.
?C¨®mo se explica este episodio? Los investigadores consideran que hay varios factores determinantes. En sus notas, aparece un ataque de Sidony a Kondor en 2009, cuando esta quiso molestar a una de sus hijas. Pero sobre todo, un episodio traum¨¢tico: un mes antes del altercado, Kondor hab¨ªa perdido a su hijo de tres a?os en misteriosas circunstancias. "Es muy raro que una madre orangut¨¢n pierda a su cr¨ªa", asegura Marzec, investigadora de la Universidad de Zurich, quien recuerda que es algo que no se hab¨ªa visto en m¨¢s de una d¨¦cada.
Desde que perdi¨® a su peque?o, Kondor estuvo rodeada de machos y, precisamente, debi¨® quedar pre?ada en los d¨ªas del conflicto, seg¨²n los c¨¢lculos de los investigadores. Esas condiciones implican que en aquel momento era extraordinariamente atractiva para machos como Ekko. "Esta ser¨ªa la raz¨®n por la que la apoy¨® en este ataque, para prolongar la asociaci¨®n con ella y aumentar sus posibilidades de engendrar su siguiente descendencia", deduce Marzec. Los escasos conflictos entre hembras, cuando ocurren, no suelen durar mucho tiempo, apenas una escaramuza. En este caso, Kondor fue muy persistente en su agresi¨®n porque ten¨ªa apoyo masculino, algo que nunca se hab¨ªa visto: ni ayudar en una ataque ni proteger a una agredida, como hizo Guapo. Ekko volvi¨® a cruzarse con su v¨ªctima posteriormente y no mostr¨® ninguna intenci¨®n de causarle da?o.
La parte m¨¢s violenta del ataque coordinado dur¨® m¨¢s de media hora. Pero la hembra Kondor pas¨® tres d¨ªas tratando de hacer m¨¢s da?o a Sidony, que muri¨® dos semanas despu¨¦s
El territorio en el que se desenvuelven se ha reducido por culpa de la industria maderera. Aunque ahora se empieza a recuperar, cuenta Marzec, el h¨¢bitat de los orangutanes se est¨¢ reduciendo. Los machos pueden alejarse pero las hembras permanecen donde nacieron y tienen que competir por el espacio y los recursos limitados con otras hembras. "A consecuencia de la p¨¦rdida de su h¨¢bitat, esper¨¢bamos ver una mayor competencia entre las hembras, pero no observar ataques m¨¢s letales", asegura.
"Este caso es muy diferente de los ataques letales reportados para los chimpanc¨¦s. Primero fue una competencia entre hembras: iniciado y mantenido por la hembra y dirigido contra otra. Y tampoco fue un ataque infanticida, la cr¨ªa de la v¨ªctima no fue objetivo y no sufri¨® ninguna lesi¨®n", se?ala la primat¨®loga. Los orangutanes forman un g¨¦nero de primates socialmente muy distintos de los chimpanc¨¦s y este tipo de ataque violento no solo no se hab¨ªa visto nunca, es que se trataba de una posibilidad incre¨ªble.
"En el momento del ataque yo estaba desconcertada, por supuesto. Una cosa es ver algo por primera vez cuando se sabe que puede pasar, pero en este caso era algo que no esperaba en absoluto", explica Marzec. Sacudido el pasmo, comenz¨® a tomar notas: "Sab¨ªamos que era muy inusual y nuestra prioridad era documentar el ataque con el mayor detalle posible". El trabajo de los cient¨ªficos, incluso los que tienen la suerte de dedicarse a observar primates en plena selva, puede ser tan tedioso como las guardias de los paparazzis: tomando notas sobre las rutinas de los animales, a qui¨¦n se acercan, qu¨¦ comen y d¨®nde, etc. As¨ª hab¨ªan pasado 26.000 horas de observaciones en el equipo de la reserva de Tuanan, a lo largo de 11 a?os, hasta que la sangre salpic¨® la tranquila vida de estos orangutanes.?
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