Primer ensayo de ¡®edici¨®n¡¯ gen¨¦tica en embriones
Cient¨ªficos brit¨¢nicos han sido autorizados a modificar el ADN embrionario para estudiar su desarrollo
Una revoluci¨®n lleva siempre a otra. Al menos en el mundo de la ciencia. En 2012 se desarroll¨® una nueva t¨¦cnica, denominada CRISPR (acr¨®nimo de clustered regularly interspaced short palindromic repeats) que permite cortar y pegar partes concretas del ADN de forma relativamente sencilla y r¨¢pida. Disponer de un procedimiento de ¡°edici¨®n¡± del ADN como este supone un salto decisivo para el desarrollo de la ingenier¨ªa gen¨¦tica, pues permite identificar, extraer y sustituir material gen¨¦tico defectuoso o relacionado con patolog¨ªas.
Tres a?os despu¨¦s, la Autoridad en Embriolog¨ªa y Fertilidad Humana de Reino Unido ha aprobado usar la t¨¦cnica en el primer experimento legalmente autorizado de modificaci¨®n gen¨¦tica de embriones humanos. Lo llevar¨¢ a cabo el Instituto Francis Crick de Londres, un ambicioso consorcio creado en abril ¡ª1.250 cient¨ªficos y 175 millones de presupuesto¡ª con el que Reino Unido pretende situarse en la vanguardia de la investigaci¨®n biom¨¦dica. A la vista de los primeros pasos, determinaci¨®n no le falta. Con este experimento, el equipo de Kathy Niakan se propone identificar qu¨¦ genes son determinantes para que un ¨®vulo fecundado se desarrolle y obtener as¨ª informaci¨®n esencial para evitar abortos espont¨¢neos y mejorar el resultado de las t¨¦cnicas de fecundaci¨®n asistida. Se estima que solo la mitad de los ¨®vulos fecundados llegan a la fase de blastocito (cuando el embri¨®n tiene 256 c¨¦lulas), una cuarta parte logra anidar en el ¨²tero y apenas el 13% progresa m¨¢s all¨¢ de los tres meses de gestaci¨®n. Niakan ha identificado algunos genes decisivos en estas primeras fases del desarrollo embrionario. Manipularlos permitir¨¢ ver c¨®mo act¨²an. Pero, dadas las implicaciones ¨¦ticas, el experimento tiene limitaciones: solo podr¨¢n utilizarse embriones sobrantes de fecundaci¨®n in vitro y una vez manipulados no podr¨¢n ser implantados para su gestaci¨®n.
A nadie se le escapa, sin embargo, que si se logra un procedimiento para mejorar el desarrollo embrionario, r¨¢pidamente se plantear¨¢ su utilizaci¨®n. La ¡°edici¨®n¡± del material gen¨¦tico de las c¨¦lulas som¨¢ticas de una persona ¡ªsustituir un gen defectuoso para curar o evitar una dolencia¡ª no plantea problemas ¨¦ticos pues la intervenci¨®n se limita a esa persona. Pero la alteraci¨®n del material gen¨¦tico de un embri¨®n incide sobre la l¨ªnea germinal, es decir, sobre la herencia gen¨¦tica. Y eso s¨ª que plantea problemas. En primer lugar, porque la t¨¦cnica no es a¨²n suficientemente segura como para garantizar que la modificaci¨®n no afectar¨¢ a otras partes del ADN. Y porque quien puede lo m¨¢s puede lo menos: si alg¨²n d¨ªa puede alterarse el ADN de un embri¨®n con fines terap¨¦uticos, tambi¨¦n podr¨¢ hacerse para otros fines, por ejemplo, cambiar par¨¢metros f¨ªsicos.
Hace tiempo que el beb¨¦ a la carta asoma por lontananza y poco a poco nos vamos acercando. Para que ese salto no nos coja por sorpresa, tal vez sea buena idea adelantarse al debate de la mano del bio¨¦tico Michael J. Sandel, cuyo libro Contra la perfecci¨®n (Marbot, 2007) aborda los cambios y dilemas a los que tal posibilidad nos abocar¨ªa.
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