¡°Recuerdo perfectamente mi pubertad. Sufr¨ª mucho¡±
La autora fue sometida a la peor versi¨®n de la mutilaci¨®n genital femenina, la infibulaci¨®n, cuando era ni?a. Hoy, se dedica a combatir esta pr¨¢ctica desde la ONG Plan
Mi madre me dec¨ªa a menudo que ¡°las mujeres tienen que sufrir, las mujeres tienen que resistir¡±. Ella dec¨ªa: ¡°tienes que mantener la boca callada en todas las circunstancias, porque una mujer es un granero donde se guardan todos los secretos¡±. Esta es la forma de pensar con la que mis hermanas y yo, y muchas generaciones de mujeres anteriores a nosotras, hemos crecido.
Soy de Mali, soy una mujer Fulani, de origen Diawando y tengo 50 a?os. En mi familia, la mayor¨ªa de las mujeres y ni?as, incluida yo misma, hemos sufrido la mutilaci¨®n, infibulaci¨®n en la mayor¨ªa de los casos, que es la forma m¨¢s dura de mutilaci¨®n genital femenina (MGF).
Hemos sufrido y seguimos sufriendo en nuestras carnes y nuestro esp¨ªritu las consecuencias de esta pr¨¢ctica. Pens¨¢bamos que el dolor era normal, que no deb¨ªamos exteriorizarlo, mostrarlo o hablar de ¨¦l. Esto es lo que nuestra cultura nos hab¨ªa ense?ado y ten¨ªamos que aceptarlo.
Una vida sufriendo en silencio
No recuerdo qu¨¦ edad ten¨ªa cuando sufr¨ª la mutilaci¨®n. Tampoco recuerdo si tuve complicaciones o dificultades justo despu¨¦s de ser mutilada. Pero recuerdo perfectamente mi pubertad. Sufr¨ª mucho durante mis menstruaciones, era muy doloroso y faltaba dos o tres d¨ªas al colegio cada mes.
Como era la mayor de la familia, mis padres quer¨ªan que fuera al colegio, pero, para darles esa misma oportunidad a mis hermanas, yo ten¨ªa que ser excelente en mis estudios.
No es posible imaginar la decepci¨®n, el terror y el sufrimiento que pasa una ni?a el d¨ªa de su boda cuando se da cuenta de que, despu¨¦s de haber sido mutilada, tiene que sufrir otra cirug¨ªa para poder consumar su matrimonio.
Pens¨¢bamos que el dolor era normal, que no deb¨ªamos exteriorizarlo, mostrarlo o hablar de ¨¦l
El proceso de infibulaci¨®n crea un muro de piel y carne alrededor de la vagina y el resto de la zona p¨²bica para condenar a una chica a la inactividad sexual. Los tejidos antes conectados tienen que ser cortados con un cuchillo para que puedan mantener relaciones sexuales.
En la mayor¨ªa de los casos, la intervenci¨®n la realiza un practicante tradicional, sin anestesia y con escasas medidas de higiene, a menudo en el suelo del ba?o. Despu¨¦s la ni?a es considerada libre y se espera que tenga su primera experiencia sexual ese mismo d¨ªa.
No hay palabras para expresar la verg¨¹enza, el miedo y el horror al que se enfrenta una novia. Lo ¨²nico que puede hacer es aceptar la situaci¨®n.
No obstante, nada de esto es comparable con la experiencia de volver a coser el perineo de nuevo despu¨¦s de dar a luz.
Luchar contra la tradici¨®n
Cuando, en 2001, Plan International Mali me dio la oportunidad de coordinar un proyecto contra la MGF, supe inmediatamente que mi propia familia ser¨ªa la primera barrera a la que deb¨ªa enfrentarme, ya que ellos nunca aceptar¨ªan que yo contribuyera a esta lucha.
No fue f¨¢cil para m¨ª y durante los primeros seis meses no fui capaz de decir a mi madre que hab¨ªa empezado a trabajar con Plan International Mali. El d¨ªa que mi madre descubri¨® que estaba trabajando, me dijo: ¡°Tienes que resignarte, una mujer de buena familia no debe discutir en p¨²blico sobre temas tan sensibles como la mutilaci¨®n genital¡±.
La forma de pensar de mi madre demuestra la ignorancia de la gente sobre las complicaciones y los efectos negativos de la mutilaci¨®n genital para las mujeres y especialmente para las ni?as. Finalmente la he convencido y he recibido su apoyo, es muy tradicional y conservadora y esto le debe recordar las complicaciones que han ocurrido en su propia familia. A m¨ª me da fuerza y seguridad para seguir comprometi¨¦ndome en la lucha para acabar con esta pr¨¢ctica perjudicial y da?ina.
La MGF ¨Cllamada escisi¨®n en Mali¨C es sin duda una de las formas m¨¢s extremas de violencia contra las ni?as y una violaci¨®n de sus derechos fundamentales. La pr¨¢ctica es muy antigua y est¨¢ muy extendida en el pa¨ªs, tradicionalmente basada en la cultura y unida injustificadamente a la religi¨®n. Todas las religiones en Mali practican la excisi¨®n, aunque en menor medida en el norte.
La MGF se reconoce como un ritual tradicional para preparar a las ni?as para la edad adulta, por lo que se suele practicar antes de que se casen, entre los 13 y los 15 a?os. No obstante, a veces se practica a ni?as de menos de cinco a?os en zonas rurales y antes de que cumplan 40 d¨ªas en las zonas urbanas. Una ni?a de esta edad es demasiado joven para hacer valer sus derechos.
El d¨ªa que mi madre descubri¨® que estaba trabajando, me dijo: ¡°Tienes que resignarte, una mujer de buena familia no debe discutir en p¨²blico sobre la mutilaci¨®n genital¡±.
La intervenci¨®n de Plan International
Seg¨²n la Organizaci¨®n Mundial de la Salud, el 85,2% de las mujeres de entre 15 y 49 a?os han sufrido mutilaci¨®n genital en Mali. Un estudio de Plan International Mali, llevado a cabo en diciembre de 2010 en sus zonas de actuaci¨®n, mostr¨® que la prevalencia general de la mutilaci¨®n genital es del 49,5% para las ni?as de entre 0 y 5 a?os y del 77,5% para las ni?as de entre 6 y 14 a?os.
El informe indica que el 53,5% de los padres y el 35,5% de las madres de las zonas en las que Plan International trabaja contra la mutilaci¨®n genital quieren mantener la pr¨¢ctica, mientras que el 56,5% de las ni?as y el 44,25% de los ni?os quieren luchar contra ella. Es un indicador importante porque, como futuros padres y madres, la pr¨¢ctica tiene menos probabilidades de continuar si los ni?os y ni?as se oponen a la mutilaci¨®n genital femenina.
A trav¨¦s de un enfoque multidimensional basado en iniciativas locales para promover los derechos de la infancia y luchar contra la MGF, Plan International y sus socios locales han roto tab¨²s y abierto el debate en torno a la mutilaci¨®n genital. Esto ha dado la oportunidad a las ni?as de expresar sus opiniones y animarlas a tratar el problema en p¨²blico, con sus padres, las autoridades y los l¨ªderes comunitarios. Despu¨¦s de las sesiones de concienciaci¨®n, las charlas y las exposiciones, muchas comunidades ya han prohibido la MGF.
Concha L¨®pez, directora de Plan International Espa?a, defiende que ¡°eliminar la mutilaci¨®n genital femenina debe ser una prioridad para la agenda internacional. Si las leyes no se aplican con firmeza y no se destinan los recursos suficientes a su cumplimiento, el esfuerzo ser¨¢ en vano. Es una pr¨¢ctica que vulnera los derechos fundamentales de las ni?as y mujeres y conlleva graves consecuencias f¨ªsicas y psicol¨®gicas para ellas¡±.
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