Mbuyi Kabunda: ¡°?frica ser¨¢ en un siglo un continente emergente¡±
Este pensador y profesor universitario conf¨ªa en el futuro de la regi¨®n
Tras ver c¨®mo esquilmaban sus riquezas las potencias coloniales y corruptos dirigentes locales, cree que queda mucho por hacer, pero conf¨ªa en el futuro de la regi¨®n. El despegue suceder¨¢, cree, gracias a su gente: ¡°Contamos con un gran potencial: el 70% de la poblaci¨®n tiene menos de 20 a?os¡±.
?El alto crecimiento econ¨®mico actual de ?frica nos permite ser optimistas ante lo que ser¨¢ el continente dentro de un siglo? Eso dicen algunos neoliberales, s¨ª. Partiendo de las tasas de crecimiento hablan del despertar de ?frica, del arranque de ?frica. No hay que perder de vista que, en 2014, el continente alcanz¨® una tasa de crecimiento del 6% y se prev¨¦ que este a?o y el pr¨®ximo algunos pa¨ªses alcancen el 7%. Es el caso de Nigeria, la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo, Ghana, etc¨¦tera. Es decir, pr¨¢cticamente la misma tasa de crecimiento que los dragones asi¨¢ticos. Pero otros muchos economistas no comparten ese optimismo ante el futuro y creen que ?frica sigue siendo la misma de siempre, la de la pobreza, de las enfermedades, las guerras, y que por tanto no hay esperanza. Es cierto que la zona petrolera ha conseguido esa tasa de crecimiento¡, pero sin desarrollo. Un crecimiento que se explica por el auge del precio de las materias primas, pero que no se acompa?a ni del desarrollo social o humano ni de la justicia social.
?Y entonces? Pues hay que tener en cuenta ambas valoraciones para saber hacia qu¨¦ futuro vamos. Porque ya se han dado saltos cualitativos que se deben tomar en cuenta. Precisamente, esta tasa de crecimiento nos permitir¨ªa, si estuviese bien gestionada, crear las bases del desarrollo, adem¨¢s de importantes avances democr¨¢ticos. Ya no es el continente de hace 20 a?os de los reg¨ªmenes dictatoriales del partido ¨²nico. No, tenemos cada vez m¨¢s unos dirigentes democr¨¢ticos y respetuosos con los derechos humanos. Es esta imagen totalmente dicot¨®mica, esta ?frica de paradojas que dec¨ªa el antiguo presidente de Senegal, el presidente poeta, L¨¦opold S¨¦dar Senghor.
Y para el pr¨®ximo siglo¡ Yo creo que tiene que tomar las riendas de sus econom¨ªas, de su destino. Eso es lo primero, porque el desarrollo es ante todo ruptura, m¨¢s cuando en el continente africano el resultado de 60 a?os de cooperaci¨®n al desarrollo ha sido un fracaso. Se ha mantenido la dependencia externa, la supeditaci¨®n tecnol¨®gica, la falta de inversiones extranjeras ¨Csolo se han dirigido como he dicho al ?frica petrolera, a la minera, y no se ha aprovechado para beneficiar a todo el continente¨C. Tiene que dar prioridad a los mercados internos, y tambi¨¦n a lo que yo considero como los saberes y las pr¨¢cticas end¨®genos. Favorecer los mercados e iniciativas locales, eso es lo que la puede permitir salvarse.
?Y ser¨¢ as¨ª el ?frica del siglo XXII? Eso espero, porque no hay otra alternativa. Las presiones populares van en el mismo sentido. No hay que perder de vista que la situaci¨®n en la que se encuentra es consecuencia de las salidas il¨ªcitas de capitales, favorecidas por una econom¨ªa mundial en manos de las instituciones financieras internacionales y de las multinacionales que obtienen beneficios en el continente africano en detrimento de sus pueblos. Por tanto, los dirigentes de esos pa¨ªses no tienen otra salida que intentar reconciliarse con su gente, ocuparse de ellos. De esto depende su propia supervivencia.
El subdesarrollo no es una fatalidad, sino un problema de organizaci¨®n
Hablemos del ?frica de 2116. Tendr¨¢ que haber muchos cambios. Claro. Hay cosas que me preocupan much¨ªsimo. Por ejemplo, que el 75% de los pobres del mundo en 2030 van a estar en el continente africano. Es un dato que no predispone mucho al optimismo, pero si somos capaces de cambiar esas relaciones econ¨®micas, financieras y tecnol¨®gicas, como antes le dec¨ªa, a¨²n tenemos una posibilidad. Habr¨¢ que potenciar, adem¨¢s, la cooperaci¨®n sur-sur. Ya se habla de la Chindi¨¢frica, China, India y ?frica, que van a ser las potencias de aqu¨ª al a?o 2030. ?Ve la contradicci¨®n? De aqu¨ª al a?o 2030 estos dos pa¨ªses y un continente van a constituir m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n del mundo. ?frica ya tiene 1.200 millones de habitantes, China 1.300 millones e India 1.200, y es seguro que en el siglo XXII seremos muchos cientos de millones m¨¢s. Y dentro de 100 a?os tambi¨¦n tendremos m¨¢s de la mitad del producto interior bruto mundial. Si extrapolamos los datos de ahora mismo, en 100 a?os nos convertiremos en un continente emergente.
?Y China e India estar¨¢n tan interesadas en ?frica? S¨ª, porque la tercera parte de los recursos naturales del mundo y la mitad de las tierras cultivables est¨¢n en nuestro continente. Y tenemos, adem¨¢s, un importante mercado interno. Esto interesa a pa¨ªses como China o India, que necesitan materias primas para financiar su industrializaci¨®n, y que se encuentran ante un mercado casi virgen para sus bienes manufacturados. Somos, adem¨¢s, el continente m¨¢s joven. Ni m¨¢s ni menos que el 70% de la poblaci¨®n africana tiene menos de 20 a?os. La ¨²nica condici¨®n para un futuro mejor es proporcionar a esta juventud la formaci¨®n adecuada y crear perspectivas de empleo. De lo contrario, se convierte en una bomba de relojer¨ªa: el fen¨®meno de los ni?os de la calle, el consumo y tr¨¢fico de droga, la violencia urbana y callejera, la emigraci¨®n, los ni?os soldados. Tambi¨¦n hay otros datos terribles: m¨¢s de la mitad de la poblaci¨®n africana vive con menos de un d¨®lar al d¨ªa, 50 millones de ni?os no tienen acceso a la educaci¨®n, no est¨¢n alfabetizados. La media de duraci¨®n de vida es de 55 a?os. Esos indicadores sociales son alarmantes y crean temores en cuanto al futuro si no se consigue dominar, rentabilizar y aprovechar este capital humano que es la juventud. Luego, si le parece, hablamos de educaci¨®n.
?Pero todo esto ser¨¢ reversible en un siglo? Yo suelo partir del principio seg¨²n el cual el subdesarrollo no es una fatalidad. Todo es un problema de organizaci¨®n y de instituciones, es lo que hay que mejorar en lugar de caer, como se ha hecho hasta ahora, en el mimetismo. Porque ?frica ha sido el continente de todas las dominaciones, de todas las dependencias. Dominaci¨®n y dependencia econ¨®mica, dominaci¨®n y dependencia comercial, dominaci¨®n y dependencia financiera y, a¨²n peor, dominaci¨®n y dependencia cultural. Es el continente que m¨¢s ha dado la espalda a sus propias tradiciones para adoptar el modelo de desarrollo occidental. Pero ?qu¨¦ se entiende por desarrollo? Cuando se habla del fracaso del desarrollo en ?frica, nunca se ha definido lo que se entiende por desarrollo y simplemente se hace una equivalencia con occidentalizaci¨®n. Y lo que ha fracasado en ?frica es la occidentalizaci¨®n. El desarrollo pasa por la adopci¨®n de otro modelo distinto del occidental.
?Y c¨®mo se compagina ese conservacionismo de las tradiciones con las nuevas tecnolog¨ªas, por ejemplo? No hay ninguna contradicci¨®n; hay complementariedad. Nuestra propia tradici¨®n se fundamenta en el homocentrismo, es decir, el ser humano como centro de acci¨®n, en el centro de la propia sociedad. ?Qu¨¦ persiguen las nuevas tecnolog¨ªas, las nuevas industrias? Precisamente el desarrollo humano. No veo ninguna contradicci¨®n, con la ¨²nica condici¨®n de apropiarnos de estas nuevas tecnolog¨ªas, de estas nuevas t¨¦cnicas en tecnolog¨ªas de la informaci¨®n, que tenemos que conciliar con nuestros valores. Esa es la estrategia que se debe llevar a cabo en el continente africano: abandonar, de una vez por todas, el modelo importado. Hay que lograr que la agricultura, que ocupa a un 70% de la poblaci¨®n africana, gracias a los procesos de industrializaci¨®n y la construcci¨®n de infraestructuras que hay que desarrollar, sea capaz de dar de comer a sus campesinos y as¨ª acabar con la plaga del hambre. Estoy seguro de que en el siglo XXII lograremos dedicar nuestras tierras para el consumo de los africanos, y no para alquilarlas o enriquecer a otros.
Pero habr¨¢ que negociarlo con Occidente. Claro. Occidente lo sabe. Desde hace 30 a?os oigo el mismo discurso sobre la transferencia de tecnolog¨ªas y Occidente nunca, ?nunca!, ha querido de verdad transferir tecnolog¨ªas al continente africano, porque la utiliza, a la vez, como un instrumento de dominaci¨®n y de chantaje. En Asia fue important¨ªsima la transferencia de tecnolog¨ªa de Jap¨®n a sus vecinos, incluida China. La colonizaci¨®n europea tambi¨¦n favoreci¨® la construcci¨®n de infraestructuras orientadas hacia el interior en el caso de India, mientras que en ?frica se aplic¨® una colonizaci¨®n de pura explotaci¨®n: todo lo que sal¨ªa del suelo y subsuelo africano estaba destinado a la exportaci¨®n, y a¨²n hoy se sigue manteniendo ese esquema.
?Y c¨®mo podr¨ªa lograrse esa transferencia? Yo creo que con Occidente ya se nos ha acabado la paciencia, porque siempre ha aplazado esta transferencia, por eso la necesidad de la potenciaci¨®n sur-sur, porque hay una complementariedad entre los pa¨ªses del sur. Los pa¨ªses africanos productores de materias primas minerales, los pa¨ªses latinoamericanos productores de materias primas agr¨ªcolas y los dragones asi¨¢ticos productores de nuevas tecnolog¨ªas. Esto se puede intercambiar, esto se puede establecer. Con este puente, con este nexo sur-sur, tendremos acceso a estas nuevas tecnolog¨ªas o a la transferencia de las tecnolog¨ªas de cara al siglo XXII.
La crisis del continente, antes que econ¨®mica o pol¨ªtica, es educativa
Pero a¨²n faltan elementos b¨¢sicos en ?frica para desarrollar de verdad las nuevas tecnolog¨ªas. Por ejemplo, la electrificaci¨®n. La corriente el¨¦ctrica es fundamental. Lo considero como la primera inversi¨®n, la primera de todas las inversiones porque es alucinante ver que la capacidad el¨¦ctrica de Espa?a es el equivalente de la capacidad el¨¦ctrica de todo el continente africano. F¨ªjese, 30.220.000 km? frente a 500.000, y 1.200 millones de habitantes frente a 47, y la misma capacidad el¨¦ctrica. Sin electricidad no se puede hablar de industrializaci¨®n, ni de tecnolog¨ªa ni de la importaci¨®n de tecnolog¨ªa. Hay solo un 30% o un 40% de africanos con acceso a la electricidad en zonas urbanas, pero al 90% de las zonas rurales no llega la luz. ?C¨®mo vamos a hablar de ordenadores o de Internet? Es in¨²til.
?Y la soluci¨®n para el futuro? Construir las infraestructuras necesarias y acordes con las necesidades de cada comunidad. La colonizaci¨®n europea no las hizo y los Gobiernos poscoloniales tampoco. ?Cu¨¢ntas presas se han construido en ?frica? Akosombo en Ghana, Asu¨¢n en Egipto, Cahora-Bassa en Mozambique¡ Casi todas basadas en intereses pol¨ªticos de las potencias coloniales. Mire, hicieron una locura en la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo con la presa hidroel¨¦ctrica de Inga, la m¨¢s grande del mundo. Gigantesca, era un proyecto occidental en combinaci¨®n con el r¨¦gimen de Mobutu. Apenas se utiliza el 20% de su capacidad. Lo que hay que hacer es favorecer la construcci¨®n de peque?as presas hidroel¨¦ctricas, al tiempo que se construyen las infraestructuras precisas para la necesaria industrializaci¨®n.
?Y se est¨¢ haciendo? Las est¨¢ haciendo China: presas hidroel¨¦ctricas, ferrocarriles, carreteras¡ Se habla de neocolonialismo chino en el continente africano, pero lo cierto es que son ellos quienes est¨¢n haciendo las obras ¨Ctan necesarias para el desarrollo¨C que nunca hicieron los pa¨ªses occidentales en cinco siglos de ocupaci¨®n, ni los gobernantes posteriores. Dir¨ªa que con China se trata de una relaci¨®n casi de igual a igual. Ellos necesitan materias primas y nosotros infraestructuras. Es un intercambio, no una explotaci¨®n.
Mbuyi Kabunda Badi
Cuenta con un s¨®lido curr¨ªculo acad¨¦mico: se licenci¨® en Ciencias Pol¨ªticas y de la Administraci¨®n y en Relaciones Internacionales por la Universidad de Lubumbashi (R. D. Congo), se doctor¨® en la Universidad Complutense de Madrid, y es miembro del Instituto Internacional de Derechos Humanos de Estrasburgo y del Grupo de Estudios Africanos (GEA) de la Universidad Aut¨®noma de Madrid. Actual presidente de la Asociaci¨®n Espa?ola de Africanistas, entre su centenar de publicaciones destacan Derechos humanos en ?frica: teor¨ªas y pr¨¢cticas (2000) y Mitos y realidades de ?frica Subsahariana (2009). Ha colaborado en varios libros, entre ellos, M¨¢s all¨¢ de la barbarie y la codicia. Historia y pol¨ªtica en las guerras africanas (2012).
Pero los pa¨ªses europeos tambi¨¦n construyeron carreteras o puertos. ?Cu¨¢les? Totalmente para las exportaciones, puertos y aeropuertos para las exportaciones. Hay algo que inmediatamente llama la atenci¨®n cuando se mira el mapa de ?frica: las capitales est¨¢n casi todas a orillas del Atl¨¢ntico o, si est¨¢n en el interior, a orillas de los r¨ªos o de lugares estrat¨¦gicos para ver c¨®mo se fortaleci¨® ya, desde la colonizaci¨®n, la expropiaci¨®n de ?frica. Se vincularon minas y plantaciones con los puertos y aeropuertos para la exportaci¨®n, pero nunca se favoreci¨® la horizontalidad, nunca se crearon redes de comunicaci¨®n entre los propios africanos. Un ejemplo muy claro: hasta hace muy poco tiempo, en la telefon¨ªa m¨®vil, para las llamadas entre Kinsasa y Brazzaville, las dos capitales m¨¢s cercanas del mundo, tan solo separadas por el r¨ªo Congo, hab¨ªa que pasar por Bruselas, donde te pon¨ªan en contacto con Par¨ªs, y de ah¨ª al edificio de Brazzaville, que lo estabas viendo desde el otro lado del r¨ªo.
Sin embargo, el comercio exterior es fundamental. Claro, pero desde otras premisas. El comercio como factor de desarrollo en el caso africano ha fracasado. Porque el comercio internacional ha sido concebido seg¨²n las reglas de los ricos y para los ricos en detrimento de los africanos y de los pueblos del sur. En s¨ª el comercio, tal y como lo organiza la Organizaci¨®n Mundial del Comercio, impone las mismas reglas a socios totalmente desiguales. Cuando hablan de la famosa teor¨ªa de las ventajas comparativas ¨Cy ahora competitivas¨C, es cruel. Es cruel porque no estamos intercambiando lo mismo. Unos est¨¢n vendiendo sus bienes de equipo y otros sus materias primas, unas materias primas que desde hace 100 a?os son cada vez m¨¢s baratas y unos bienes de equipo cada vez m¨¢s costosos. Un intercambio desigual lleva al desarrollo desigual.
Tampoco los dirigentes africanos han ayudado mucho¡ Desde luego. ?Por qu¨¦ ha fracasado la cooperaci¨®n al desarrollo? Hay responsabilidades externas e internas. Porque los dirigentes africanos han dedicado los fondos recibidos a la corrupci¨®n. Raras veces a la lucha contra la pobreza. Mejor dicho, para mantener una administraci¨®n p¨²blica plet¨®rica y para mantener las redes neopatrimoniales y clientelares. Y los donantes del norte, los que vienen a desarrollarnos, han dado prioridad a sus intereses econ¨®micos, comerciales y geopol¨ªticos.
?Responsabilidades compartidas? Ser¨ªa totalmente deshonesto responsabilizar exclusivamente a Occidente de los fracasos del continente africano. Un an¨¢lisis objetivo y equilibrado debe poner de manifiesto los factores hist¨®ricos, tipo esclavitud, tipo colonizaci¨®n, y actuales, la mala gesti¨®n de muchos dirigentes africanos. Esos factores externos e internos, estructurales y coyunturales, son los que permiten comprender la situaci¨®n de ?frica.
Y a partir de ese an¨¢lisis, ?cu¨¢les son las medidas a tomar? Repito que cambiar todo el modelo de producci¨®n. ?frica ha fracasado por seguir siendo un continente de materias primas. Ning¨²n pa¨ªs en el mundo se ha desarrollado a partir de las materias primas o de la ayuda al desarrollo, que pueden ser solamente paliativos. Se ha cometido el grave error de dar prioridad en el desarrollo de ?frica a estos dos aspectos, que han conducido a la maldici¨®n de las materias primas. Porque se ve claramente en los pa¨ªses m¨¢s ricos en materias primas como Angola, Nigeria, Guinea Ecuatorial, la Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo. Estas materias primas, desde el petr¨®leo o los diamantes hasta el colt¨¢n, en lugar de contribuir al bienestar de la poblaci¨®n, a la mejora de las condiciones de vida de la poblaci¨®n, se han convertido en la fuente de sus desgracias. Es decir, del mal gobierno, de exclusiones, desigualdades, de la corrupci¨®n, de guerras, de golpes de Estado. Por lo tanto, no se debe seguir con este mismo modelo, por eso hay que emprender una labor de ruptura. Para el siglo XXII se imponen rupturas a todos los niveles. Mientras no se produzcan estas rupturas, ?de qu¨¦ estamos hablando?
Si se hacen bien las cosas, ?frica ser¨¢ en un siglo un continente emergente
Por ejemplo¡ Hay que romper la estructura que nos han impuesto de un Estado jacobino que ha estado en guerra permanente con su sociedad. De ah¨ª la prioridad de descentralizaci¨®n, que consiste en fomentar las iniciativas locales y el respeto del pluralismo ¨¦tnico y cultural. Y ello debe ir tambi¨¦n de la mano del federalismo interno. ?Por qu¨¦ no crear Estados multi¨¦tnicos? Al tiempo, sin que por ello haya contradicci¨®n, habr¨ªa que crear grandes espacios de soberan¨ªa pol¨ªtica y econ¨®mica. La ¨²nica soluci¨®n para que ?frica sea un continente equiparable a los dem¨¢s en el siglo XXII pasa por lograr en el ¨¢mbito local la descentralizaci¨®n, y en el internacional, el federalismo externo para convertir a ?frica en una potencia mundial. Hablo en este cap¨ªtulo particular como panafricanista, o mejor, como neopanafricanista, un panafricanista supranacional convencido.
?Significa eso que habr¨ªa que cambiar las fronteras? ?Por qu¨¦ no? Si son solo fronteras coloniales que a?aden el insulto a la injusticia. ?Por qu¨¦ no se pueden revisar? A los 60 a?os de las independencias, ?frica camina m¨¢s hacia la desintegraci¨®n que hacia la integraci¨®n. Es totalmente inadmisible. M¨¢xime, cuando ning¨²n Estado africano posee la poblaci¨®n ni los recursos suficientes para conseguir el imprescindible desarrollo nacional. Incluso pa¨ªses como Nigeria, que es el quinto productor mundial de petr¨®leo. La Rep¨²blica Democr¨¢tica del Congo era un prodigio en recursos minerales y agr¨ªcolas. Y ni siquiera estos pa¨ªses pueden pretender un desarrollo aut¨®nomo. La l¨®gica m¨¢s elemental consiste en ver lo que ha ocurrido en Europa. Los pa¨ªses m¨¢s ricos del mundo se han unido y ?frica no puede permitirse el lujo de presentarse con sus 54 Estados balcanizados, producto de la colonizaci¨®n. En el siglo XXII hay que presentar un frente com¨²n: los Estados Unidos de ?frica. S¨¦ que puede ser ut¨®pico. Pero prefiero la utop¨ªa a un realismo de derrota.
Nos dejamos atr¨¢s la educaci¨®n. La crisis africana antes que econ¨®mica, antes que pol¨ªtica, es la crisis de la educaci¨®n. Le hablo como un profesional de la educaci¨®n, he dado clase en primaria, en secundaria y en la universidad, y he vivido el drama de los educadores en el continente. La educaci¨®n conoce en ?frica cuatro principales desequilibrios. El primero se da entre las ciudades y las zonas rurales. Todas las escuelas, el 80% o el 90%, est¨¢n concentradas en las ciudades en detrimento del mundo rural, donde vive la mayor¨ªa de la poblaci¨®n. Segundo desequilibrio, se dio prioridad, sobre todo con el programa de Robert McNamara, en los setenta, a las universidades en detrimento de la ense?anza b¨¢sica. Tercero: a la escuela van m¨¢s chicos que chicas. Y un cuarto desequilibrio es que se ense?aron m¨¢s las lenguas extranjeras que las lenguas locales. Nunca se ha definido el tipo de persona, el tipo de sociedad que se quiere crear. Por lo tanto, se est¨¢n fabricando lo que he llamado los desempleados formados, los desempleados intelectuales. Se est¨¢ produciendo para un mercado que no existe porque se ha mantenido fundamentalmente el tipo de educaci¨®n colonial. Todo pasa por un modelo que debe dar prioridad a lo local. Se precisa una educaci¨®n adaptada a las necesidades y aspiraciones locales.
?Pero cree posible que ?frica pueda tener en el siglo XXII altos niveles de investigaci¨®n y desarrollo? Parece un sue?o hablar de I+D cuando se ha descuidado tanto la educaci¨®n. Porque existe, adem¨¢s, otro desequi?librio: se estudia poco ciencias o ingenier¨ªas. ?frica necesita ingenieros, t¨¦cnicos, pero se han construido muy pocas escuelas de ingenier¨ªa y ahora, para el siglo XXII, es otro desaf¨ªo m¨¢s. Un problema a?adido es que en ?frica, desgraciadamente y eso me preocupa para el futuro, estamos asistiendo no solamente a lo que se ha llamado la fuga de cerebros, sino tambi¨¦n a la expulsi¨®n de cerebros. Porque es muy llamativo ver que hay m¨¢s cient¨ªficos africanos en Estados Unidos que en el propio continente. Hay m¨¢s m¨¦dicos angole?os en Portugal que en Angola. M¨¢s m¨¦dicos de Malaui en Gran Breta?a que en Malaui. Se trata de convertir esta p¨¦rdida de cerebros en la rentabilidad de cerebros, favoreciendo las condiciones de trabajo para lograr que esos cuadros en los que se gast¨® much¨ªsimo dinero para la formaci¨®n reviertan esos beneficios en sus pa¨ªses de origen.
La emigraci¨®n de j¨®venes africanos es tremenda. S¨ª, claro, porque no les ofrecemos oportunidades. Los desequilibrios, estos desequilibrios entre los dos polos, ?no?, desequilibrios econ¨®micos, desequilibrios demogr¨¢ficos y desequilibrios de situaciones democr¨¢ticas que hacen que ?frica se haya convertido pr¨¢cticamente en un infierno, que expulsa a sus propios hijos hacia una Europa que se hace cada vez m¨¢s atractiva. Pero tambi¨¦n es cierto que ?frica ha sido siempre un continente emigrante, un continente donde las inmigraciones africanas son m¨¢s horizontales que verticales. Se producen dentro del propio continente, donde hay 40 millones de migrantes y refugiados, mientras que los pa¨ªses de la OCDE apenas si reciben cuatro millones. Pa¨ªses como Costa de Marfil o Sud¨¢frica son de los que m¨¢s inmigrantes reciben en el mundo.
?Conf¨ªa en un mundo mejor para ?frica en el siglo XXII? Sin guerras, sin hambre, sin esas emigraciones masivas¡ Conf¨ªo much¨ªsimo, soy un hombre con fe, un afrooptimista. Creo que lograremos volver a tener el destino en nuestras manos, sabremos encauzar a esa prodigiosa fuerza que es la juventud, y podremos utilizar las enormes riquezas de nuestro continente, ese 33% de los recursos naturales del mundo que se encuentra en nuestras tierras para el beneficio de ?frica y los africanos. As¨ª es como tenemos que acabar con las guerras, el hambre y las emigraciones masivas.? Estoy seguro de que esa ?frica volcada en potenciar sus numerosos valores tiene mucho, mucho futuro.
elpaissemanal@elpais.es
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