Todos a la c¨¢rcel
El espect¨¢culo es tan obsceno que los noticiarios televisivos y los peri¨®dicos parecen cr¨®nicas de tribunales
Espa?a es un gran juzgado. Pongas la televisi¨®n a la hora que la pongas y abras el peri¨®dico por la p¨¢gina que quieras, lo que ver¨¢s son im¨¢genes de personas entrando y saliendo de los juzgados como si todo el pa¨ªs estuviera acusado de algo. Hay d¨ªas en que uno tiene la impresi¨®n de que los ¨²nicos libres de culpa son los periodistas que montan guardia a la puerta de los juzgados y de las audiencias y los conserjes de ¨¦stos.
En 1993, el director de cine Luis Garc¨ªa Berlanga se anticip¨® a lo que suceder¨ªa luego y a lo que contin¨²a sucediendo hoy en una pel¨ªcula, Todos a la c¨¢rcel, considerada menor en su filmograf¨ªa pese a que obtuvo diversos reconocimientos, entre ellos el premio Goya al mejor director y a la mejor pel¨ªcula de ese a?o. Se le critic¨® a Berlanga dar una imagen de Espa?a demasiado irreal y esperp¨¦ntica por m¨¢s que ya entonces fueran reconocibles los hechos y las conductas que en la pel¨ªcula se parodiaban: pol¨ªticos, banqueros, empresarios, gente de la far¨¢ndula y del espect¨¢culo coinciden en la c¨¢rcel Modelo de Valencia (s¨ª, la de Valencia precisamente, donde tambi¨¦n se rod¨® la pel¨ªcula, toda una premonici¨®n) en la celebraci¨®n de un homenaje a los presos pol¨ªticos del franquismo que terminar¨¢ en un aquelarre disparatado y lleno de humor, con todos los visitantes (Jos¨¦ Sazatornil, Jos¨¦ Sacrist¨¢n, Juan Luis Garliardo, Jos¨¦ Luis L¨®pez V¨¢zquez, Amparo Soler Leal, Santiago Segura, el cantante italiano Torrebruno¡) intentando hacer negocios de todo tipo aprovechando su paso por la prisi¨®n. Tanto el t¨ªtulo como el final de la pel¨ªcula fueron premonitorios de lo que suceder¨ªa muy pronto: la conversi¨®n de Espa?a en un gigantesco patio de Monipodio que, a poco que la justicia se empe?e, requerir¨¢ que se dupliquen las c¨¢rceles para acoger a todos los candidatos a terminar con sus huesos y sus corbatas de seda en ellas. El espect¨¢culo es ya tan obsceno que los noticiarios televisivos y los peri¨®dicos parecen cr¨®nicas de tribunales, con polic¨ªas y guardias civiles entrando y saliendo de sedes de partidos y de empresas con ¨®rdenes de registro, acusados haciendo lo propio en juzgados y audiencias para declarar y hasta futbolistas multimillonarios enfrent¨¢ndose sorprendidos a la mirada inquisitorial de un juez que gana en todo el a?o lo que ellos en el tiempo que dura su declaraci¨®n.
Que alguien pare este espect¨¢culo, por favor, si no queremos que el pa¨ªs entero arda en una falla aut¨¦ntica. Y, si no puede ser, que por lo menos vuelva Berlanga desde su tumba y lo retransmita. Con ¨¦l al menos nos lo tomar¨ªamos a broma.
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