¡®Espa?ahog¨¢ndose¡¯
En el r¨¦gimen de 'precariado', una baja es interpretada como un defecto de fabricaci¨®n
He ah¨ª el ¨²ltimo y verdadero rostro de la crisis: el grito de los desdentados. De la especulaci¨®n inmobiliaria a la especulaci¨®n de los cuerpos. La gente puede sobrevivir sin propiedades, pero todav¨ªa necesita un cuerpo para vivir. Es un patrimonio que tienes que mantener con u?as y dientes. El contrapunto al triunfalismo oficial del pos-Gobierno son esos miles de bocas con muelas desahuciadas e implantes hipotecados. Las estad¨ªsticas son abstracciones. Las bocas hay que contarlas una a una. Y esta multitud expresionista de bocas desvalijadas, rumiando la estafa con las enc¨ªas, mostrando el expolio ante las c¨¢maras, es la versi¨®n selfie del esperpento.
Veo estos retratos, las bocas abismadas, como un manifiesto de todos los cuerpos vulnerables. De todos los huecos humanos. Los que no se cuentan, en lo que no se cuenta. Esa parte de la realidad que est¨¢ espa?ahog¨¢ndose. Qu¨¦ precisi¨®n ind¨®mita para inventar un verbo as¨ª: espa?ahogarse. Lo hizo Blas de Otero, en Pido la paz y la palabra. Espa?ahog¨¢ndose, cu¨¢nto quer¨ªa a Espa?a esta anti-Espa?a. En esa patria triste, en un tiempo que tiraba de los pies ¡°hasta arrancar los huesos de la esperanza¡±, tuvo el valor de diagnosticarse con un humor b¨ªblico envidiable: ¡°Yo soy un hombre literalmente amado por todas las desgracias¡±. Y eso es lo que permite una modesta proposici¨®n, m¨¢s cl¨ªnica que ¨¦pica, frente a la Espa?a del malestar: ¡°He aqu¨ª a tu hijo. ?ngenos, madre. Haz habitable tu ¨¢mbito¡±.
Y aqu¨ª estamos, Blas, en el siglo XXI, espa?ahog¨¢ndonos y creciendo a la vez, con un conflicto iconogr¨¢fico de dentaduras triunfales y bocas desahuciadas.
Cuando leo informes, triunfalistas o no, me voy a una esquina y me pongo a rumiar cifras y porcentajes como una vaca. Porque s¨¦ que esos n¨²meros est¨¢n llenos de gente ensilada. As¨ª hice con la tan celebrada Encuesta de Poblaci¨®n Activa, ¡°la mejor del ciclo hist¨®rico¡±. Todav¨ªa ten¨ªa el sabor de las ortigas del informe de Oxfam Interm¨®n, sobre la desigualdad y el aumento de la pobreza, y de la Organizaci¨®n Internacional del Trabajo, donde se denunciaba el r¨¦gimen de precariado y el paro juvenil. Documentos que las autoridades econ¨®micas obviaron, como si procedieran del Mar de las Palabras Congeladas.
Sigue habiendo m¨¢s de medio mill¨®n de hogares donde nadie tiene un empleo, ning¨²n ingreso
Hay un gran enigma en la Encuesta triunfal. Baj¨® el desempleo, creci¨® la ocupaci¨®n, pero lo m¨¢s asombroso de esa Encuesta es que han desaparecido 567.000 personas. No consigo rumiar esa cifra, y llevo d¨ªas en el comedero de informes. El hueco equivale a una gran ciudad o a una provincia. Cayeron del mercado laboral, y se habla de ellas como de la hojarasca, pero su hueco es una Islandia. S¨®lo hay informaciones difusas sobre su paradero. Yo no comprendo este pa¨ªs. Desaparece el Peque?o Nicol¨¢s de Gran Hermano VIP y se monta tremendo revuelo. Hay 567.000 personas que en un a?o se encuentran en paradero estad¨ªstico ignorado y nadie parece inquietarse. Dicen que se han desanimado. No creo que la gente se haga invisible o se pierda en la nada por un des¨¢nimo. Sigue habiendo m¨¢s de medio mill¨®n de hogares donde nadie tiene un empleo. Ning¨²n ingreso. Hogares donde los paraguas se utilizan dentro. ?Y si est¨¢n espa?ahog¨¢ndose? Dicen que la gente acude menos a los ambulatorios, aunque aumente el malestar f¨ªsico y ps¨ªquico. Por una parte, los desaparecidos de la poblaci¨®n activa no necesitan bajas de enfermedad. Los que trabajan, aunque est¨¦n enfermos, tampoco. En el r¨¦gimen de precariado, una baja es interpretada como un defecto de fabricaci¨®n. El propio trabajador interioriza el problema como una culpa. As¨ª que se lleva la culpa al trabajo, aunque sea una costilla rota o una piedra en el ri?¨®n. Un estudio muy solvente del brit¨¢nico BMC Public Health Journal demuestra que el largo desempleo es causa de trastornos mentales, pero que el precariado multiplica las dolencias som¨¢ticas y amenaza tanto la salud como el paro. El trabajo precario suele tener l¨ªnea directa con el estr¨¦s. Un amigo, camarero, con un problema lumbar, me cuenta que ni loco puede pedir la baja, por lo que ha convertido su cojera en una propiedad profesional. Su jefe es muy liberal: ¡°Quiero que me digas siempre lo que piensas, aunque te cueste el puesto¡±.
Me dice: ¡°?Sabes? He descubierto que a todo el mundo le duele algo¡±.
Los expertos hablan de un ¡°periodo de latencia¡± en la manifestaci¨®n de los problemas de salud que provoca una crisis. Ese periodo se ha desbordado. Estamos en el espa?ahogamiento. Creo que las bocas desahuciadas e hipotecadas han sido como el grito que retrat¨® Edvard Munch, pero en colectivo. ?No la oyen? Hay una gran red social del dolor, murmurando, espa?ahog¨¢ndose, mientras los pol¨ªticos especulan qu¨¦ hacer con sus peque?as o grandes propiedades de poder. A m¨ª no se me va de la cabeza la sencilla utop¨ªa para Espa?a del poeta amado por todas las desgracias: ¡°Haz habitable tu ¨¢mbito¡±.
elpaissemanal@elpais.es
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