Para¨ªsos de muerte
La sencilla veracidad del testimonio de la norcoreana Yeonmi Park nos obliga a recordar la realidad de los refugiados
Hoy voy a hacer algo poco recomendable para un periodista, y es centrar mi art¨ªculo en una noticia ya vieja. Pero, por desgracia, se trata de un tema que sigue estando de plena actualidad. Si google¨¢is las palabras ¡°yeonmi park espa?ol¡± os encontrar¨¦is con un v¨ªdeo de YouTube en el que la refugiada norcoreana Yeonmi cuenta su historia. Es una intervenci¨®n que hizo en 2014 durante una conferencia de One Young World en Dubl¨ªn. Quiz¨¢ ya lo conozc¨¢is: la pel¨ªcula ha dado la vuelta al mundo. Si no lo hab¨¦is visto, por favor, no dej¨¦is de hacerlo. Son cinco minutos estremecedores, hipnotizantes. Yo no pude contener las l¨¢grimas. De hecho, hay otras personas que aparecen en la filmaci¨®n, espectadores de las palabras de la chica, que tambi¨¦n se echan a llorar como magdalenas. Resulta imposible no emocionarse.
En 2014, Yeonmi Park ten¨ªa 20 a?os. En el v¨ªdeo parece muy joven, una ni?a vestida con sus mejores galas, con una rosita de tafet¨¢n en la cabeza y un primoroso traje oriental de pesadas y crujientes sedas. Parece una figurita de porcelana, una tanagra. Y de pronto esta ni?a fr¨¢gil abre la boca y llora, abre la boca y habla. Y cuenta que el r¨¦gimen norcoreano es una pesadilla; que la gente es condenada a muerte por el simple hecho de haber telefoneado sin autorizaci¨®n al extranjero; que cuando ten¨ªa nueve a?os asisti¨® a la ejecuci¨®n de la madre de una amiga suya por el delito de haber visto una pel¨ªcula de Hollywood. Nos explica que por fin su familia logr¨® escapar del pa¨ªs cuando ella ten¨ªa trece a?os; que la huida fue terrible, infernal; que en Mongolia vio c¨®mo los traficantes chinos violaban a su madre, la cual se ofreci¨® para evitar que la violaran a ella; y que, durante el largo tiempo que vagaron en busca de refugio, se sintieron completamente abandonados, desamparados, ignorados en su dolor, como si tan solo las estrellas del cielo los miraran. Cuenta todo esto sin parar de llorar, pero sus l¨¢grimas son educadas, modestas, silenciosas, no le alteran el gesto ni rompen su discurso, son las l¨¢grimas de alguien que ha llorado tanto que se ha acostumbrado a hacerlo sin aspavientos. Al escucharla, es imposible no pensar en la marea imparable y ag¨®nica de los refugiados sirios, en esas columnas de gente desesperada que atraviesan a pie Europa sin que nadie los mire, salvo las estrellas. Esas v¨ªctimas a las que los daneses, los suizos y varios Estados alemanes arrebatan sus pocas posesiones, su dinero, sus joyas, un robo que para mayor verg¨¹enza es votado en los Parlamentos democr¨¢ticos ante la indiferencia de todos nosotros. Por eso es tan necesario ver este v¨ªdeo de Park: porque la sencilla veracidad de su testimonio nos obliga a recordar la realidad dantesca de los refugiados, a ponernos en su piel, a salir de nuestra confortable desmemoria.
El af¨¢n de justificar lo injustificable para seguir creyendo en utop¨ªas es una patolog¨ªa intelectual repetitiva y tenaz
Pero a¨²n hay algo peor en todo esto, aunque parezca dif¨ªcil. Y es que colgu¨¦ el discurso de Yeonmi en mi Facebook y hubo unos cuantos comentarios¡ ?a favor del r¨¦gimen norcoreano! S¨ª, lo repito porque s¨¦ que parecer¨¢ mentira: unas pocas personas defendieron esa dictadura disparatada, aberrante y psicop¨¢tica. De hecho, aprovecharon la ocasi¨®n para soltar el viejo discurso de las izquierdas, como si Corea del Norte fuera un lugar revolucionario y progresista. Encontrarme con semejante nivel de ignorancia y de fanatismo a estas alturas me dej¨® bastante desconsolada.
El af¨¢n de justificar lo injustificable para seguir creyendo en utop¨ªas es una patolog¨ªa intelectual repetitiva y tenaz. Los para¨ªsos no existen: ni en el cielo, por m¨¢s que la Inquisici¨®n o el ISIS hayan quemado viva a la gente en su nombre, ni en la tierra, aunque los nazis hayan gaseado y los totalitarios marxistas fusilado para implantarlo. Y por cierto: tan bestial es el totalitarismo de derechas como el de izquierdas, aunque la progres¨ªa occidental siempre ha sido mucho m¨¢s tolerante con este ¨²ltimo (yo tambi¨¦n lo he sido, a m¨ª tambi¨¦n me ha costado verlo). Es ese dogmatismo criminal, ya sea isl¨¢mico o norcoreano, el que subyace tras el drama de los refugiados. Por otra parte, los dogm¨¢ticos no son necesariamente tontos. Los hay eruditos y bastante listos, que no inteligentes, porque para m¨ª la verdadera inteligencia, la verdadera sabidur¨ªa, exige madurez emocional, autocr¨ªtica y empat¨ªa. Pero, en cualquier caso, lo que falla en ellos no es el cerebro, sino el coraz¨®n. Creo que es gente emocionalmente muy cobarde que necesita respuestas absolutas a las que agarrarse. Son como ni?os: tienen miedo de la complejidad del mundo, de la incertidumbre de la vida, y exigen que les cuenten cuentos tranquilizadores y consoladores. Pero lo terrible, lo imperdonable, es que sus dulces sue?os irreales se terminan convirtiendo en atroces pesadillas verdaderas para incontables v¨ªctimas.
@BrunaHuskywww.facebook.com/escritorarosamonterowww.rosamontero.es
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