?Se puede reinventar un mito?

No es de extra?ar que San Francisco fuera elegida por el director Peter Yates en los a?os 60 para su pel¨ªcula Bullit. La ciudad californiana est¨¢ asentada sobre 43 colinas, el escenario ideal para rodar las trepidantes persecuciones que vertebran la trama. Steve McQueen, al volante de un Mustang GT del 68, brincaba por las pronunciadas pendientes de sus avenidas en algunas escenas que ya son aut¨¦nticos hitos del cine. Sin querer desmerecer al ic¨®nico actor, lo cierto es que su deportivo verde metalizado ten¨ªa tal presencia que, si no le robaba protagonismo, como poco, lo compart¨ªa; no en vano, aparecen los dos en el cartel de la pel¨ªcula. El Ford Mustang, adem¨¢s, puede presumir de haber ¡®actuado¡¯ m¨¢s que muchas estrellas de Hollywood: ha aparecido en pantalla (en la grande y en la peque?a) m¨¢s de 3.000 veces en sus 50 a?os de historia. A sus mandos se han puesto algunos de los personajes m¨¢s memorables del star system: de Sean Connery ¨Ccomo James Bond¨C a Nicolas Cage en 60 segundos pasando por Sean Boswell en la saga The Fast and the Furious adem¨¢s de estrellas de la m¨²sica entre las que destacan Elvis Presley o Eminem.

El Mustang aterriza en Europa

Para cumplir su medio siglo de vida, la sexta generaci¨®n de este autom¨®vil salta el charco y llega por primera vez a nuestro continente con novedades como un dise?o renovado que har¨¢ girar cabezas a su paso para adaptarse a exigencias del conductor europeo y una vuelta a las l¨ªneas maestras del modelo original en la carrocer¨ªa que aportan un irresistible aire retro.

El estilo de conducci¨®n europeo es diferente al americano: nos gustan los coches que se agarran en las curvas sin balanceos de carrocer¨ªa, eficaces cuando los exprimimos, y confortables a la hora de viajar. El nuevo Ford Mustang destierra el eje trasero r¨ªgido y monta ahora uno mucho m¨¢s sofisticado, multibrazo y con suspensi¨®n independiente. El resultado se nota desde los primeros metros: pasa por las curvas con absoluto aplomo y pegado al asfalto, permitiendo una conducci¨®n deportiva con una seguridad total. Pero no olvidemos las siglas que definen a este deportivo: GT significa Gran Turismo, deportivos capaces de subirte la adrenalina y, al mismo tiempo, aut¨¦nticos viajeros. El nuevo Ford Mustang hace honor a estas siglas y muestra dos caras: una salvajemente adictiva para quienes quieran disfrutar por una carretera de monta?a, y otra sol¨ªcita para devorar kil¨®metros por autov¨ªas con la comodidad de una berlina premium.

Por primera vez el Ford Mustang ofrece otra opci¨®n m¨¢s europea: un motor con garra, poseedor de unas prestaciones soberbias pero conteniendo el consumo y las emisiones. ?La raz¨®n? Su sistema EcoBoost (de inyecci¨®n directa de gasolina y turbocompresor) de 317 CV aporta un empuje brutal al desplazamiento cada vez que se acaricia el pedal del acelerador lo cual har¨¢ que su espalda se incruste en el respaldo sintiendo un inevitable cosquilleo de excitaci¨®n gracias al sonido que produce.

El mejor Mustang de todos los tiempos

Subrayar que estamos ante la mejor versi¨®n de un coche con 50 a?os de vida que ha pasado por seis generaciones es ambicioso porque cada una de ellas, especialmente las primeras, son aut¨¦nticos mitos de la historia de autom¨®vil. La reinvenci¨®n de una leyenda no es tarea f¨¢cil y Ford sab¨ªa lo delicado del reto a¨²n antes de afrontarlo. Un dato: el portal on line AutoScout24 realiz¨® una encuesta a m¨¢s de 75.000 usuarios europeos sobre cu¨¢l era su deportivo favorito de todos los tiempos y el Mustang gan¨® por goleada. Por eso, ?c¨®mo lograr que un mito sea a¨²n m¨¢s m¨ªtico?

La respuesta la han dado varias revistas especializadas de todo el mundo. Autobild, por ejemplo, no dud¨® en denominar a esta sexta generaci¨®n ¡°el mejor Mustang de todos los tiempos¡±. Lo cual no es de extra?ar en un coche que lo tiene todo: deportividad, un dise?o que deja con la boca abierta, motores potentes y eficientes¡­ Y mucho lujo interior. Porque ir al volante de una leyenda con medio siglo a sus espaldas no implica renunciar a la tecnolog¨ªa m¨¢s avanzada: faros de LED, aplicaciones que miden tu rendimiento para que te sientas como un aut¨¦ntico piloto, c¨¢mara de visi¨®n trasera con pantalla de alta resoluci¨®n, asistentes de conducci¨®n que leen las se?ales de tr¨¢fico, te mantienen autom¨¢ticamente en tu carril o avisan si otro coche entra en el ¨¢ngulo muerto de los retrovisores y, para redondear el conjunto, un sistema multimedia y de conectividad SYNC 2 con navegador de ¨²ltima generaci¨®n. Bastar¨¢ con que pronuncies en voz alta el nombre de tu m¨²sico favorito para que suenen sus canciones, podr¨¢s dictar SMS o que te los ¡®lea¡¯ el propio sistema, y tendr¨¢s en todo momento informaci¨®n del tr¨¢fico para seleccionar la ruta m¨¢s r¨¢pida. Todo esto, sin soltar las manos del volante en un puesto de conducci¨®n deportivo y con lo mejor de un veh¨ªculo premium, rodeado de lujosos acabados con materiales de calidad.

El caballo vuelve a galopar

Mustang es una raza de caballos salvajes de Norteam¨¦rica y el creador del m¨ªtico deportivo, Lee Iacocca, no pod¨ªa haber elegido mejor nombre; un animal que, en sus propias palabras, ¡°simboliza la libertad, la potencia y la belleza¡±. As¨ª va representado en la parrilla de todos los Mustang de la historia. El entonces vicepresidente de Ford Motor Company fund¨® en 1961 el Comit¨¦ Fairlane (nombre del hotel donde se reunieron varios especialistas) para empezar la b¨²squeda del coche perfecto. Deb¨ªa ser deportivo, ligero, compacto, accesible y con un interior bien acabado. El resultado se present¨® por primera vez en el Sal¨®n del Autom¨®vil de Nueva York de 1964, y el ¨¦xito se les fue de las manos. Muchos concesionarios de Ford tuvieron que retirar aquel primer Ford Mustang de sus escaparates, porque multitudes ingentes se api?aban contra el cristal. El efecto que causaba era el mismo que el de una estrella del rock. El lanzamiento de la sexta generaci¨®n no iba a ser menos: un precioso Mustang descapotable de color amarillo coron¨® hace un a?o, durante varios d¨ªas, la azotea del Empire State de Nueva York. La expectaci¨®n que ha generado este modelo, y los pedidos masivos en nuestro pa¨ªs, resucitan las pasiones que gener¨® aquel primer pony car de 1964. Si Elvis levantara la cabeza, se har¨ªa con uno sin dudarlo.