Los retos de Espa?a tras la Cumbre del Clima de Par¨ªs
Los expertos creen que los pa¨ªses cumplir¨¢n sus promesas de mitigaci¨®n del cambio clim¨¢tico al estar sometidas al escrutinio p¨²blico
Casi todo el planeta ha participado en la Cumbre del Clima de Par¨ªs. Un total de 195 pa¨ªses se han comprometido a contener o reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Espa?a, como miembro de la Uni¨®n Europea, deber¨¢ contribuir al objetivo que ha avanzado el club comunitario para 2030: reducir en un 40% las emisiones de di¨®xido de carbono, frente a los niveles de 1990; conseguir que el 27% de la energ¨ªa proceda de fuentes renovables; y lograr la misma mejor¨ªa en eficiencia energ¨¦tica. ?Qu¨¦ retos debe afrontar el pa¨ªs para lograrlo? A esta pregunta han respondido los expertos que participaron el pasado viernes en la conferencia Climate futures: the road after Paris, organizada por el Centro de Barcelona para los Asuntos Internacionales (CIDOB) y el Consejo Asesor para el Desarrollo Sostenible de Catalu?a. Los ponentes, que han debatido acerca de las consecuencias de la Cumbre del Clima creen que la opini¨®n p¨²blica presionar¨¢ para que los pa¨ªses a cumplan sus promesas. De no hacerlo, se juegan su reputaci¨®n frente al resto de Estados de la COP21.
Los ponentes, reunidos en Barcelona, avanzan una lista de deberes para Espa?a. La pol¨ªtica energ¨¦tica, por ejemplo, debe ser m¨¢s coherente. El recorte de las primas a las renovables no solo limit¨® las posibilidades de crecimiento de estas fuentes de energ¨ªa. Tambi¨¦n provoc¨® la p¨¦rdida de inversiones en el sector, y redujo el atractivo de Espa?a, apunta Luigi Carafa, investigador del CIDOB especializado en pol¨ªtica energ¨¦tica y cambio clim¨¢tico: ¡°Los inversores privados necesitan certeza. Si ven que el Gobierno es discontinuo, ser¨¢ m¨¢s dif¨ªcil. Es un deber, [porque] hay que apostar por las renovables¡±. De una opini¨®n parecida es Teresa Ribera, exsecretaria de Estado para el Cambio Clim¨¢tico, quien se?ala que el pa¨ªs no cuenta ¡°con herramientas que aseguren la coherencia en las pol¨ªticas¡±.
Otro reto pasa por la definici¨®n de las pol¨ªticas energ¨¦ticas. Estas, seg¨²n Ribera, deber¨ªan pasar por ¡°una verdadera transici¨®n hacia un modelo eficiente y renovable¡±, junto a una ¡°reforma de calado del sistema fiscal¡± para incentivar las ¡°inversiones y consumos eficientes¡±. De desarrollarse esta pol¨ªtica, el pa¨ªs ofrece oportunidades para desarrollar ¡°las energ¨ªas renovables¡±, a?ade Bert Metz, excopresidente del Panel Intergubernamental sobre el Cambio Clim¨¢tico de Naciones Unidas. En particular, el campo de la eficiencia energ¨¦tica, requiere ¡°m¨²ltiples pol¨ªticas¡± para desarrollar su potencial.
Durante la conferencia los ponentes debatieron acerca de las consecuencias de la COP21. El hecho de que en Par¨ªs se consiguiera incluir ¡°b¨¢sicamente a cualquier planeta del mundo¡± sienta un precedente para las pr¨®ximas cumbres del cambio clim¨¢tico, apunta Miranda Schreurs, directora del Centro de Investigaci¨®n en Pol¨ªtica Ambiental de la Universidad Libre de Berl¨ªn. La investigadora compara este acuerdo con el protocolo de Kioto: Los pa¨ªses participantes de aquel pacto inclu¨ªan el 14% de las emisiones mundiales, frente al 98% de Par¨ªs.
Que el acuerdo se base en compromisos voluntarios es otra raz¨®n. Los pa¨ªses, adem¨¢s, ¡°tendr¨¢n que pensar en sus propias estrategias¡± de reducci¨®n de emisiones, a la vez que facilitan que ¡°las inversiones vayan a fuentes de energ¨ªa sostenibles¡±, avanza Metz. Estas promesas se revisaran cada cinco a?os, lo que permitir¨¢ pactos m¨¢s ambiciosos ¡°teniendo en cuenta que habr¨¢ m¨¢s informaci¨®n cient¨ªfica [sobre la evoluci¨®n del clima] y la tecnolog¨ªa habr¨¢n mejorado¡±, a?ade Schreurs. Los pa¨ªses, adem¨¢s, no pueden revisar a la baja sus compromisos.
C¨®mo hacer rendir cuentas cuando el acuerdo no es vinculante
Llevar a la pr¨¢ctica los compromisos requiere, sin embargo, mecanismos de supervisi¨®n. No est¨¢ claro, como apunta Carafa, ¡°hasta qu¨¦ punto [los pa¨ªses] estar¨¢n sometidos a la transparencia y la rendici¨®n de cuentas, si no se trata de un pacto totalmente vinculante¡±. Pero la estructura del acuerdo puede ayudar, sostiene Ribera. Al fin y al cabo, ¡°todas las partes aceptan la obligaci¨®n de dar cuenta de lo que hagan¡±. E, incluso si los compromisos individuales no tienen fuerza legal, la ¡°reputaci¨®n¡± de los Estados est¨¢ en juego, a?ade la exsecretaria de Estado para el Cambio Clim¨¢tico: El hecho de que est¨¦n sometidos al ¡°escrutinio¡± de la ciudadan¨ªa y de otros pa¨ªses ayudar¨¢ a su cumplimiento.
Un escollo en este punto es la falta de informaci¨®n comparable sobre los esfuerzos de los pa¨ªses. El hecho de que ¡°no haya una m¨¦trica com¨²n¡± para comparar los esfuerzos de cada pa¨ªs dificulta la supervisi¨®n, apunta Schreurs. Como tambi¨¦n lo hace que ¡°algunos Estados se centren en distintos sectores y objetivos¡±, a?ade Carafa.
?Una promesa a largo plazo?
Para que los esfuerzos contra el calentamiento global tengan ¨¦xito, los pa¨ªses deben mantener y mejorar los compromisos que avanzaron. De no hacerlo, apunta Carafa, no solo peligran los esfuerzos p¨²blicos en la lucha contra el cambio clim¨¢tico. Tambi¨¦n las inversiones privadas que representar¨¢n una parte de la transici¨®n hace un modelo energ¨¦tico sostenible. En el caso de las econom¨ªas emergentes, adem¨¢s, existe el riesgo de que se vean tentadas a optar por combustibles f¨®siles para atender a una poblaci¨®n creciente, con el riesgo de que estas inversiones les obligar¨¢n a emitir gases de efecto invernadero durante d¨¦cadas: ¡°Durante 20 a?os tendr¨¢s que producir carb¨®n en una central, porque si no econ¨®micamente no te sale a cuenta por el ciclo de vida¡±. Si optan, en cambio, por las fuentes renovables, lo har¨¢n a un coste similar o menor, por el desarrollo de la tecnolog¨ªa. Y lograr¨¢n atraer inversiones crecientes. ¡°Hay mucha financiaci¨®n p¨²blica y privada, as¨ª que cualquier pa¨ªs que se mueva y lo haga bien atraer¨¢ un mont¨®n de dinero¡±, resume.
Los inversores apuestan cada vez m¨¢s por las energ¨ªas renovables, apunta Shcreurs. Y esto har¨¢ dif¨ªcil que hasta grandes potencias como Estados Unidos puedan dar un giro de 180 grados. ¡°Los republicanos dicen que cambiar¨¢n el compromiso de reducir las emisiones [de 7.000 plantas energ¨¦ticas] en un 30%, pero es dif¨ªcil que lo hagan porque ya hay constricciones institucionales¡±, avanza. La opini¨®n p¨²blica, asimismo, ¡°obliga a los Estados a desarrollar pol¨ªticas clim¨¢ticas¡±, a?ade Josep Llu¨ªs Llebot, exsecretario de Medio Ambiente del Gobierno catal¨¢n.
El tiempo apremia
¡°Con las tasas de emisi¨®n actual¡± en 20 a?os se alcanzar¨¢n los temidos dos grados de aumento de temperatura, advierte Metz. Pese a esta urgencia, el investigador apunta a que algunas de las potencias que han liderado hasta ahora la lucha contra el calentamiento global, como la Uni¨®n Europea, han evitado asumir compromisos m¨¢s ambiciosos: ¡°Para 2030 han prometido reducir las emisiones al 40%, pero no ser¨¢ suficiente¡±.
Menos claro a¨²n es que se pueda lograr el objetivo m¨¢s ambicioso planteado en Par¨ªs ¨Cuna reducci¨®n de 1,5 grados en el objetivo de emisiones¨C. Para Metz, investigador de la European Climate Foundation, es dif¨ªcil de saber porque ¡°pocos estudios han mostrado que sea posible¡±. Llebot es m¨¢s optimista: ¡°El acuerdo reconoce que para 2030 los pa¨ªses llegar¨¢n a las 55 gigatoneladas de emisiones de CO2, m¨¢s all¨¢ de los dos grados. No obstante, esto significa que las partes admiten que vamos en la direcci¨®n equivocada. Puede que no sea posible lograr los objetivos hoy, pero s¨ª ser¨¢ posible si lo hacemos en la direcci¨®n correcta¡±.
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