El ¨¢rbitro de la belleza del siglo XX
Un libro proyecta el estilo de Ceil Beaton, un dise?ador y cronista de la alta sociedad que hizo de ¨¦l mismo su mejor obra
Cuando en 1963 Cecil Beaton dise?¨® el vestuario de Mi bella dama, la comedia musical trasladada a la pantalla por el director George Cukor, estaba creando la que ser¨ªa su Capilla Sixtina victoriana, su gran y ¨²ltima obra maestra como ¨¢rbitro de la elegancia y la belleza del siglo XX. Un beaton?que, como el profesor Henry Higgins ¡ªel personaje Pigmali¨®n de la obra¡ª, modelaba en la figura de Audrey Hepburn un estilizado vestuario en blanco y negro, su testamento est¨¦tico se?alado por ese deseo infinito de capturar la belleza en cada una de sus facetas profesionales.
Como recuerda el historiador de moda Benjamin Wild, autor del libro A Life in Fashion, The Wardrobe of Cecil Beaton (Thames and Hudson, 2016), desde sus primeras apariciones p¨²blicas Beaton (1904-1980) cultiv¨® el gusto por la originalidad y el toque exc¨¦ntrico en su propia figura. En 1922 lleg¨® a la Universidad de Cambridge ¡ªque abandon¨® sin graduarse¡ª vistiendo una llamativa chaqueta, zapatos rojos y pantalones blanco y negro que no pasaron inadvertidos entre alumnos y profesores. Tampoco sus modos afectados, una homosexualidad que siempre qued¨® en un segundo plano pero que su amigo y c¨®mplice Truman Capote se encarg¨® de desvelar en algunas secuencias divertidas y que intent¨® encubrir con un intento frustrado de matrimonio con la actriz Greta Garbo.
Durante m¨¢s de medio siglo, Beaton se convirti¨® en el cronista de la alta sociedad, fot¨®grafo de moda y retratista oficial de la familia real brit¨¢nica. Su imagen de dandi y esteta se adue?¨® de los salones de la alta burgues¨ªa de Nueva York, que lo recibieron con los brazos abiertos. Beaton luch¨® toda su vida por ser considerado como un creador y no quedar recluido en su ejercicio de fot¨®grafo, pero, parad¨®jicamente, fue este medio el que le abrir¨ªa las puertas a ese mundo de magia y fascinaci¨®n donde proyectar¨ªa sus dotes creativas.
En los a?os treinta desembarc¨® en Hollywood, donde percibi¨® la fascinaci¨®n por las estrellas de la gran pantalla como imagen de glamur y fantas¨ªa para el p¨²blico. Un voluminoso itinerario profesional con el par¨¦ntesis de la Segunda Guerra Mundial y sus trabajos para el Ministerio de Informaci¨®n por los diferentes paisajes b¨¦licos que le acab¨® granjeando enemigos a lo largo de su vida. Su verbo mordaz qued¨® reflejado en sus diarios editados despu¨¦s de su muerte en 1980, saliendo a la luz sus comentarios vitri¨®licos sobre algunos miembros de la monarqu¨ªa brit¨¢nica o personajes como Elizabeth Taylor a la que acus¨® de ¡°reunir todo el mal gusto brit¨¢nico y americano¡±.
A partir del guardarropa y el estilo, A Life in Fashion. The Wardrobe of Cecil Beaton recorre la historia de uno de los grandes notarios del gusto y la vida social del siglo XX desde sus ¨¢ngulos m¨¢s privilegiados. Beaton acab¨® haciendo, como m¨¢s tarde har¨ªa Andy Warhol, de s¨ª mismo su mejor obra, con una mezcla de originalidad y elegancia.
Cuando a mitad de los sesenta los j¨®venes londinenses desempolvaron los uniformes y levitas de sus antepasados, un Beaton ya maduro apareci¨® como figura pionera en ese rescate de la moda decimon¨®nica. Ese personaje esnob ¡ªun t¨¦rmino que en ¨¦l es una condecoraci¨®n¡ª, precursor ¡ªcomo se?ala Benjamin Wild en el libro¡ª del fen¨®meno vintage de la moda y homenajeado por dise?adores como Giles Deacon, Dries Van Noten o Stephen Jones.
Beaton revivi¨® en primera persona ese mundo fr¨¢gil y decadente, construido de belleza y extravagancia que el siglo XX acab¨® por sepultar. Sus fotograf¨ªas para El Baile Proust que ofrecieron los Barones Rothschild en su castillo de Ferrieres la noche del 2 diciembre de 1971 se?alaron su acta de defunci¨®n, el final de una ¨¦poca como protagonista absoluto.
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