Ondas de gravedad, otro paso de gigante
No hay nada en nuestro entorno actual que no provenga de aquella forma nueva de mirar al cosmos y a sus criaturas
Los mayores avances suelen venir de mirar a las cosas m¨¢s cotidianas. ?Por qu¨¦ algunos planetas se dan la vuelta en el cielo del ocaso? ?Cae primero la piedra o la pluma? ?Y por qu¨¦ no cae la Luna? En manos de Cop¨¦rnico, Galileo y Newton, esas tres preguntas que podr¨ªa haber hecho un ni?o iniciaron una revoluci¨®n que cambi¨® el mundo. El mundo de las ideas, s¨ª, pero tambi¨¦n el de las cosas, porque no hay nada en nuestro entorno actual ni en nuestra vida pr¨¢ctica que no provenga, al final, de aquella forma nueva de mirar al cosmos y a sus criaturas, incluidas las b¨ªpedas. La detecci¨®n de ondas gravitatorias anunciada ayer es el ¨²ltimo paso de gigante de la f¨ªsica, la ¨²ltima respuesta a las preguntas m¨¢s simples de un ni?o y, por tanto, y por todo lo que sabemos, el probable germen de una cascada de aplicaciones pr¨¢cticas que ahora no podemos ni atisbar.
?Qu¨¦ ocurrir¨ªa si el Sol desapareciera de repente? La teor¨ªa gravitatoria de Newton, la primera gran s¨ªntesis de la ciencia moderna, predice que la Tierra abandonar¨ªa su ¨®rbita de manera instant¨¢nea, como si hubieran cortado la cuerda que la ataba al Sol, para emprender una huida indecorosa hacia la oscuridad del espacio. Para Newton, la gravedad es una fuerza instant¨¢nea, que se propaga a una velocidad infinita. Para Einstein, sin embargo, no hab¨ªa ninguna velocidad infinita ¡ªla de la luz era el m¨¢ximo¡ª y, en su teor¨ªa gravitatoria, si el Sol desaparece, la Tierra sigue girando alrededor de donde ¨¦l ya no est¨¢. Solo durante ocho minutos, pero nada menos que durante ocho minutos.
Porque, en la teor¨ªa gravitatoria de Einstein (la relatividad general), la fuerza de la gravedad no es instant¨¢nea, sino que se transmite en forma de ondas que se propagan a la velocidad de la luz: las ondas gravitatorias. Cuando el Sol desaparece, el efecto gravitatorio de su ausencia viaja igual que el efecto luminoso de su ausencia, como las ondas al caer una piedra al estanque, pero a la velocidad de la luz, y la Tierra tarda ocho minutos en enterarse. Es una de las cuestiones m¨¢s antiguas y profundas de la f¨ªsica, y la observaci¨®n de las ondas gravitatorias confirma una predicci¨®n clave de la relatividad general, la teor¨ªa en que se basa la cosmolog¨ªa moderna.
La pregunta inevitable que se har¨¢ la mayor parte del p¨²blico es ?para qu¨¦ sirven las ondas de gravedad? Es la versi¨®n c¨®smica del ?qu¨¦ hay de lo m¨ªo?, si se quiere, pero tambi¨¦n una cuesti¨®n perfectamente justa y necesaria. Una posible respuesta: cuando Watson y Crick descubrieron la doble h¨¦lice del ADN, en 1953, no lo hicieron para revolucionar la investigaci¨®n biom¨¦dica, pero eso es justo lo que est¨¢ ocurriendo ahora. Tal vez, honestamente, no tengamos ni idea de para qu¨¦ sirven las ondas gravitatorias, pero tenemos poderosas razones, hist¨®ricas y filos¨®ficas, para sospechar que un descubrimiento que afecta a una cuesti¨®n tan simple solo puede traer un iguaz¨² de aplicaciones que ni imaginamos ahora. Vuelvan en otros cien a?os.
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