?De d¨®nde ha salido esa onda gravitacional?
La destrucci¨®n de dos invisibles agujeros negros gener¨® m¨¢s energ¨ªa que la luz que emiten todas las estrellas del Universo visible
Incluso para los astrof¨ªsicos acostumbrados a manejar conceptos como supernovas, estrellas de neutrones y agujeros negros, la se?al que han captado los dos observatorios LIGO es extraordinaria: un mero ¡°blip¡± de apenas dos d¨¦cimas de segundo tan breve que, para que los asistentes a la conferencia de prensa pudieran escucharlo, ha habido que pasar el audio varias veces a velocidad muy lenta.
Ese modesto chasquido contiene informaci¨®n sobre una cat¨¢strofe c¨®smica de proporciones inauditas: el choque ¨Cm¨¢s bien la?fusi¨®n- de dos agujeros negros de masa mediana, que giraban alocadamente uno en torno a otro, emitiendo en cada giro una perturbaci¨®n gravitatoria. Es un proceso similar al de los electrones que al moverse por los circuitos de una antena emiten ondas de radio. S¨®lo que aqu¨ª, los electrones son en realidad?singularidades, enormes masas concentradas en un simple punto al que su propia gravedad a¨ªsla de nuestro universo.
Los dos agujeros negros que protagonizaron la cat¨¢strofe se encontraba a unos 1.300 millones de a?os luz de nosotros, m¨¢s o menos en la direcci¨®n general de la Gran Nube de Magallanes. Con s¨®lo dos detectores, es dif¨ªcil afinar m¨¢s; si hubiese estado en marcha un tercero ¨Ccomo el VIRGO europeo, situado cerca de Pisa-, quiz¨¢ hubiese podido precisarse m¨¢s.
Ese modesto chasquido contiene informaci¨®n sobre una cat¨¢strofe c¨®smica de proporciones inauditas
Los dos agujeros negros ten¨ªan masas 36 y 29 veces mayores que nuestro Sol. Al principio, hab¨ªan estado separados por una distancia c¨®moda y su rotaci¨®n mutua se hac¨ªa a velocidades razonables. Pero en cada giro, emit¨ªan una debil¨ªsima perturbaci¨®n gravitacional, con el resultado de ir perdiendo paulatinamente energ¨ªa, acerc¨¢ndose cada vez m¨¢s entre s¨ª y acelerando su movimiento. A medida que ¨¦ste se hac¨ªa m¨¢s r¨¢pido, las ondas gravitacionales aumentaban su frecuencia, que fue pasando paulatinamente desde unos tonos baj¨ªsimos a otros m¨¢s y m¨¢s altos.
En sus momentos finales, los dos agujeros negros giraban a aproximadamente la velocidad de la luz. Y recordemos que estamos hablando de unos cuerpos con la masa de treinta soles. En esas condiciones, la frecuencia de las ondas iba aumentando hasta alcanzar valores comparables a los de una nota de piano. Ese es el ¡°blip¡± que detectaron los observatorios, con una diferencia de s¨®lo 7 milisegundos, primero en Washington y despu¨¦s en Louisiana. Ese es el tiempo que tard¨® la onda en cubrir los 3.000 kil¨®metros que separan los dos detectores LIGO. Y esa diferencia es la que ha permitido triangular muy burdamente la posici¨®n de la fuente.
La frecuencia de las ondas iba aumentando hasta alcanzar valores comparables a los de una nota de piano
Como si fueran dos bolitas de mercurio que entran en contacto, despu¨¦s de la colisi¨®n los dos agujeros negros se fusionaron en uno solo de 62 masas solares. Efectivamente, las masas originales no suman. La diferencia, unos tres soles, se convirti¨® en una tit¨¢nica oleada energ¨ªa: en gran parte la onda detectada son sus restos f¨®siles. Entre perturbaciones gravitatorias y radiaci¨®n electromagn¨¦tica, se calcula que desprendi¨® tanta energ¨ªa como nuestro Sol en 15 billones de a?os. Billones europeos, o sea, unas cien veces la edad del Universo.
Por un brev¨ªsimo instante, hace m¨¢s de mil millones de a?os, en un lugar lejano mucho m¨¢s all¨¢ de nuestra galaxia, la destrucci¨®n de dos invisibles agujeros negros gener¨® m¨¢s energ¨ªa que la luz que emiten todas las estrellas del Universo visible.
Rafael Clemente es ingeniero industrial y fue el fundador y primer director del Museu de la Ci¨¨ncia de Barcelona (actual CosmoCaixa).
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