Encuentro estrafalario

Los peque?os c¨¢lculos tacticistas de los dos principales partidos produjeron ayer una reuni¨®n tan absurda como extravagante. Pedro S¨¢nchez convoc¨® al l¨ªder del Partido Popular con la firme voluntad de no llegar a acuerdo alguno con ¨¦l. Y Mariano Rajoy, que confes¨® haber acudido sin saber a lo que iba, dej¨® incluso en el aire la mano que le tend¨ªa Pedro S¨¢nchez (aunque el l¨ªder socialista dijo despu¨¦s que Rajoy no le hab¨ªa visto y que se hab¨ªan estrechado la mano en privado).

S¨¢nchez no parece entender lo que significa negociar apoyos para una investidura. Su tarea no es la de ejercer de jefe de Estado bis, llamando a consultas a los grupos con representaci¨®n parlamentaria. El trabajo de un candidato a la presidencia del Gobierno consiste en negociar apoyos o abstenciones; por tanto, carece de sentido sentarse con el dirigente de un partido con el que no cuenta para nada en el esquema de pacto que trata de poner en pie.

Y qu¨¦ decir del espect¨¢culo protagonizado por Mariano Rajoy, que lleva pr¨¢cticamente ocho semanas inactivo desde el punto de vista de la formaci¨®n de Gobierno, sumido en el extra?o juego de declinar la investidura que le propone el Rey y asegurar despu¨¦s que mantiene su opci¨®n a La Moncloa. Ni ha negociado apoyos para su propuesta de ¡°gran coalici¨®n¡±, ni se ha molestado en aclarar el proyecto del PP, salvo que hayamos de considerar como tal la obviedad de un ¡°pacto por la unidad de Espa?a¡± en una reuni¨®n donde, seg¨²n inform¨® ¨¦l mismo, ni siquiera se habl¨® de Catalu?a. L¨ªder de un partido asfixiado por la corrupci¨®n, Rajoy ha sido capaz de decir que si alguien tiene ¡°alguna idea¡± sobre c¨®mo combatirla, est¨¢ dispuesto a escuchar: no nos tome el pelo, presidente, h¨¢ganos ese favor.

El desencuentro tiene consecuencias. Sin la participaci¨®n del PP es imposible abordar la reforma constitucional, dadas las mayor¨ªas cualificadas que la operaci¨®n requiere en el Congreso y en el Senado, c¨¢mara esta ¨²ltima dominada por los populares. El PSOE no tiene posibilidad alguna de cumplir uno de los puntos m¨¢s importantes de su programa electoral mientras mantenga el cord¨®n sanitario en torno a la minor¨ªa m¨¢s votada. La pretensi¨®n de S¨¢nchez de excluir al PP de la f¨®rmula de gobierno, pero pedirle que colabore en la reforma constitucional, es otra de las improvisaciones destinadas a justificar una reuni¨®n en la que, seg¨²n los protagonistas, apenas se mencion¨® ese punto.

La alta participaci¨®n y el ambiente de normalidad democr¨¢tica que caracterizaron las elecciones del 20 de diciembre contrastan con la desastrosa administraci¨®n de sus resultados por los actores pol¨ªticos principales. Una cultura del pacto no implica solo una actitud menos sectaria, sino trabajarse una mayor superficie de acuerdo entre ellos. No se puede manejar las negociaciones para la formaci¨®n de Gobierno pensando todo el tiempo en hacer campa?a para la repetici¨®n de las elecciones o en lo que viene bien a cada l¨ªder para sostenerse al frente de sus respectivos partidos. Aqu¨ª se trata de formar Gobierno y de dotarle de un programa. Pol¨ªticamente, escenificar un encuentro entre dos dirigentes que ambos sab¨ªan condenado al fracaso ha sido un acto estrafalario.