Un poco de paciencia
El Gobierno de Macri necesita tiempo para arreglar los graves desajustes de Argentina
Cada tanto la Argentina se cita con la historia. No es un pa¨ªs moderado, que acepte las limitaciones de la realidad. Que el Papa, el mejor futbolista del mundo y una de las reinas mas populares de Europa, m¨¢s un actor que gana dos goyas, puedan ser argentinos, estimula esa idea del h¨¦roe salvador. Los Kirchner se sintieron refundacionales, como ocurri¨® con Menem. Despu¨¦s de la dictadura, el ¨²nico realmente ¡°refundador¡±, sin embargo, fue Ra¨²l Alfons¨ªn, que restaur¨® la democracia. Ahora se ha iniciado el per¨ªodo Macri, y todo aquel que no vot¨® a los Kirchner espera de ¨¦l poco menos que un milagro y esa expectativa es para ¨¦l tan riesgosa como la realidad de una Argentina distorsionada.
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Se vive un clima de optimismo y esa es condici¨®n necesaria para la recuperaci¨®n. Se respira libertad y sobre todo tranquilidad, sin esas crispadas acusaciones que lanzaba Fern¨¢ndez de Kirchner contra enemigos que aparentemente viv¨ªan confabulando para destruirla. El nuevo presidente se ha mostrado activo y decidido. Desde el primer momento encar¨® los temas urticantes: el llamado cepo cambiario, que restring¨ªa la circulaci¨®n de moneda extranjera y distorsionaba su vida econ¨®mica; las tarifas artificiales en los servicios p¨²blicos, de enorme costo; la negociaci¨®n con los llamados ¡°fondos buitres¡±, que alejaron a la Argentina de los mercados financieros, manteniendo ese ¨²ltimo retazo de su default; la pol¨ªtica exterior, alineada inexplicablemente con un chavismo que ha llevado a Venezuela a la peor crisis de su historia; la reorganizaci¨®n de un instituto de estad¨ªsticas sin credibilidad¡ Hasta una fuga de presos desnud¨® la fragilidad de los sistemas de seguridad, su falta de coordinaci¨®n nacional y hasta ciertos islotes de corrupci¨®n que llevar¨¢ tiempo erradicar.
Ahora el Gobierno se enfrenta a desaf¨ªos m¨¢s penosos, como retornar las tarifas de servicios p¨²blicos a la normalidad. La electricidad y el gas han vivido la contradicci¨®n de un mundo irreal y, adem¨¢s, injusto, porque los m¨¢s pobres pagaban su bombona de gas a un valor comercial, mientras los barrios acomodados de Buenos Aires recib¨ªan, a un precio irrisorio, el gas por ca?er¨ªa. La inevitable consecuencia de estas distorsiones fue la total falta de inversi¨®n y los cuellos de botella en la continuidad de los servicios.
La opini¨®n p¨²blica no es a¨²n consciente de la magnitud del descalabro
A la vez, se trata de disminuir los d¨¦ficits y moderar la inflaci¨®n, dos extremos siempre dif¨ªciles de conciliar. El desajuste fiscal es del orden del 7% de d¨¦ficit primario y de un 9% si se le a?adimos el pago de intereses, al cual se suma la acumulaci¨®n de d¨¦ficits provinciales. La inflaci¨®n, ocultada groseramente por las estad¨ªsticas oficiales, ronda el 30%. Naturalmente, un Gobierno sin mayor¨ªas parlamentarias y con un sindicalismo fuerte no pod¨ªa enfrentarse a esta situaci¨®n con la pol¨ªtica de choque que reclaman algunos economistas ortodoxos, subvaluando la variable pol¨ªtica. Se est¨¢ caminando por el estrecho sendero de mejorar la recaudaci¨®n, moderar los gastos, acompasar los salarios a la perspectiva de un clima m¨¢s estable y lograr que una econom¨ªa estancada hace cuatro a?os, no caiga en una recesi¨®n como la que hoy afecta al Brasil, principal¨ªsimo destino de la exportaci¨®n industrial argentina.
Estos ligeros pantallazos dibujan el dif¨ªcil panorama al que enfrenta el nuevo Gobierno. A nuestro juicio, la opini¨®n p¨²blica no es a¨²n consciente de la magnitud del descalabro. Esperemos que lo vaya entendiendo y no revierta negativamente sobre una administraci¨®n que necesita dos o tres a?os para apenas equilibrar el barco. La Argentina iba camino de Venezuela y no lleg¨® a algo parecido porque su econom¨ªa es much¨ªsimo m¨¢s diversificada, su sociedad civil es fuerte y la justicia salv¨® a los medios de prensa independientes de una destrucci¨®n promovida desde el oficialismo, que hubiera configurado una virtual dictadura .
El mundo de las expectativas es m¨¢s relevante que nunca. La paciencia no es una virtud frecuente en un pueblo creativo. Como dec¨ªa Ortega, el argentino ¡±es un fren¨¦tico idealista¡±, que ¡°tiende a resbalar sobre todo destino concreto¡±. Mirado desde la larga duraci¨®n braudeliana, el ¨¦xito alcanzado a lo largo de su historia avala ese optimismo casi org¨¢nico. Los ¨²ltimos a?os, sin embargo, ya no han ofrecido los mismos resultados. Vivimos en una globalizaci¨®n real y sin conducci¨®n. No es la globalizaci¨®n brit¨¢nica del siglo XIX y el primer tercio del XX, en que Argentina brill¨®. Estamos en otro mundo, para el cual posee, sin embargo, todo para crecer. Lo que ha faltado es estabilidad institucional. Y un poco de esa paciencia que, anhelamos, en esta oportunidad aparezca.
Julio Mar¨ªa Sanguinetti fue presidente de Uruguay.
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