El v¨¦rtigo de tener algo que decir en pol¨ªtica

El Estado de California es el m¨¢s rico y el m¨¢s poblado de Estados Unidos y no pinta absolutamente nada en la elecci¨®n del presidente. Es un alivio. Con 38 millones de habitantes y un tama?o parecido al de Espa?a, California es muy ¨²til como fuente de financiaci¨®n, pero hacer aqu¨ª una campa?a es la peor pesadilla de cualquier candidato. En Iowa, con tres millones de habitantes, los candidatos han gastado m¨¢s de setenta millones de d¨®lares solo en anuncios, sin contar gastos de campa?a. En New Hampshire, con un mill¨®n de habitantes, el gasto en anuncios ha superado los 100 millones de d¨®lares. Eso viene a ser lo que se gastan los lobbies a favor y en contra de una iniciativa popular en California.

El Estado elige 546 delegados de la Convenci¨®n Dem¨®crata y 172 delegados de la Convenci¨®n Republicana, m¨¢s que Iowa, Nuevo Hampshire, Nevada y Carolina del Sur juntos. Pero no tiene ninguna influencia porque los elige en ¨²ltimo lugar, el pr¨®ximo 7 de junio, cuando ya deber¨ªa haber un ganador claro con una mayor¨ªa de delegados a su favor para ser el nominado. Para esa fecha estar¨¢n asignados el 82% de los delegados dem¨®cratas y el 87% de los republicanos. No es un error. Saltarse California es deliberado. Sin embargo, la igualdad en la campa?a de este a?o, y especialmente la divisi¨®n en el bando republicano, aumentan las posibilidades de que la mayor econom¨ªa de EE?UU acabe decidiendo un desempate en el ¨²ltimo momento.

La remota posibilidad ya tiene haciendo c¨¢balas al comentariat californiano. Apenas hay encuestas en un Estado que vota dem¨®crata s¨ª o s¨ª. Tres sondeos anticuados daban ventaja entre los republicanos a Ted Cruz (Orange County es el coraz¨®n de la derecha cristiana) y Donald Trump (al fin y al cabo, este es el Estado que vot¨® a Schwarzenegger y a Reagan, dos veces), y a Hillary Clinton entre los dem¨®cratas. A nadie le importa. Porque la mera posibilidad de que importe da v¨¦rtigo.