De Charlie a Rita

El problema de ponerse una camiseta de "Je suis Rita" consiste en que la indumentaria puede confundir al voluntario con un partidario de Rita Barber¨¢, pero convendr¨ªa arriesgar a la confusi¨®n si el gesto sirviera para evacuar del c¨®digo penal el delito anacr¨®nico de ofensa a los sentimientos religiosos.

Hablamos del juicio a Rita Maestre y al espect¨¢culo blasfemo que ofici¨® hace un lustro en la capilla complutense. Su performance representa una provocaci¨®n a las reglas de convivencia, una falta de respeto, pero se antoja desproporcionado dirimir sus consecuencias en un tribunal de connotaciones oscurantistas.

Y entiendo incluso que el juicio es inevitable, al menos mientras permanezcan vigentes los art¨ªculos que tipifican la apostas¨ªa desenfrenada. Esa fue la raz¨®n por la que Javier Krahe tuvo que escarmentar en un juzgado la ocurrencia de cocinar un crucifijo en televisi¨®n. Lo absolvieron. Como es previsible que archiven la causa de Maestre, pero estos vaivenes inquisitoriales remueven el fango del antiguo r¨¦gimen, exclusivamente cuando la religi¨®n concernida es la nuestra, la cat¨®lica, apost¨®lica y romana.

Cuando es otra la religi¨®n satirizada, de com¨²n la musulmana, ocurre que acudimos de urgencia a los chinos para comprar la camiseta de Je suis Charlie. Bien nos parecen las vi?etas en que retrata a Mahoma sodomizado. Nos re¨ªmos con turbante explosivo de los ayatol¨¢s. Y apadrinamos como a un n¨¢ufrago a un dibujante dan¨¦s.

Ya se ocupan los medios conservadores de airear las ilustraciones blasfemas y de asumir el liderazgo de la libertad de expresi¨®n. Puede compartirse el escarnio de Al¨¢, pero el mismo escr¨²pulo con la religi¨®n ajena debe adoptarse con la propia. Y eso no significa simpatizar con la blasfemia ni con la mala educaci¨®n de Rita Maestre en su aquelarre complutense. Significa plantear el debate del laicismo lejos el per¨ªmetro de un tribunal. De otro modo, la portavoz del Ayuntamiento, cuestionada en su idoneidad pol¨ªtica a cuenta de unos pecados de juventud, razones tiene para sentirse una bruja en el cadalso. As¨ª debieron reconocer las de Pussy Riot cuando la justicia rusa las conden¨® por haber organizado en una Iglesia. Rita Maestre no se expone a Siberia ni a la estepa turolense, pero su caso redunda en un inquietante escarmiento a los comportamientos no delictivos sino transgresivos. Los tuits de Zapata me parecen execrables. El problema es que va a expiarlos en la Audiencia Nacional. Y la dramaturgia de los titiriteros no resulta id¨®nea a un auditorio infantil, pero la Fiscal¨ªa y el juez hicieron jirones la camiseta de Je suis Charlie atribuy¨¦ndoles un delito de enaltecimiento del terrorismo. Ser Charlie no significa solidarizarse diez minutos con un problema remoto. Implica aceptar que la libertad de expresi¨®n, contenida en sus l¨ªmites naturales y legales, tanto vale reivindicarla cuando exalta nuestro esp¨ªritu tolerante como cuando perjudica nuestra sensibilidad.