Salud mental y psiquiatr¨ªa, una evoluci¨®n necesaria
El presidente de la Confederaci¨®n Salud Mental Espa?a llama a reformas estructurales en la atenci¨®n a los enfermos
En las ¨²ltimas semanas hemos sido testigos de la intensificaci¨®n y el salto a la esfera p¨²blica de un debate que viene produci¨¦ndose desde hace a?os acerca del papel que la psiquiatr¨ªa tiene y, debe tener, en lo que a salud mental concierne. Como organizaci¨®n estatal representativa de un movimiento asociativo formado por personas con trastorno mental y familiares, con m¨¢s de 30 a?os de historia, que agrupa a 300 entidades y cuenta con m¨¢s de 44.000 socios/as, desde la Confederaci¨®n Salud Mental Espa?a aportamos nuestro parecer a partir de nuestra vocaci¨®n de servicio de inter¨¦s p¨²blico y social.
1986 fue un a?o clave. Con la aprobaci¨®n de la Ley General de Sanidad se abr¨ªa la puerta a situar a la persona en el centro de la atenci¨®n bajo el paraguas del modelo comunitario. A?os despu¨¦s y a la luz de la normativa generada, planes espec¨ªficos y conocimientos adquiridos parec¨ªa superado, al fin, el debate sobre si los trastornos mentales son una cuesti¨®n estrictamente biom¨¦dica. Parec¨ªa haber tambi¨¦n un amplio consenso sobre el impacto que producen en las personas los factores sociales, econ¨®micos, culturales, pol¨ªticos y ambientales.
Llegar al punto en el que estamos no ha sido sencillo. Y por eso precisamente tal vez sea el momento de reflexionar sobre lo que se ha hecho bien y qu¨¦ es lo que se podr¨ªa mejorar. As¨ª, nuestra humilde pero convencida opini¨®n es que podr¨ªamos estar en el momento adecuado para dar un paso adelante y asumir que, sobre la base del aprendizaje, el intercambio de experiencias y la evaluaci¨®n de resultados, avancemos para lograr una verdadera inclusi¨®n social y que las personas con trastorno mental puedan ejercer los derechos y obligaciones que cualquier ciudadano tiene por el hecho de serlo.
Puede que ya sea la hora de que dejemos de cuestionarnos qui¨¦n busca m¨¢s el bienestar de las personas, si es conveniente o no la farmacolog¨ªa, si hemos de reducirlo todo a un diagn¨®stico o cu¨¢les han sido las bondades y la revoluci¨®n que supusieron a?os atr¨¢s ciertos descubrimientos en psiquiatr¨ªa. Lo que subyace al hablar de problemas de salud mental es dar respuesta a necesidades de personas. Lo que tenemos delante es la obligaci¨®n de estar al servicio de esas necesidades, tanto de quienes tienen, han tenido o tendr¨¢n un trastorno mental como de aquellas que, desde el amor y no sin sentimientos de desesperanza y soledad, sobre todo en los momentos de primer contacto con esta cuesti¨®n, buscan la mejor manera de garantizar que sus seres queridos est¨¦n bien.
La persona con trastorno metal tiene derecho a participar, a opinar, a manifestar si siente mejor¨ªa con el tratamiento m¨¦dico y psicoterap¨¦utico o si, por el contrario, preferir¨ªa probar otras alternativas
Nuestro convencimiento es firme: superemos la barrera invisible que levanta el diagn¨®stico, olvidemos la caridad y recordemos que una persona con trastorno mental tiene derecho a intentar cumplir sus sue?os, tener un trabajo, tener amistades y pareja, vivir de forma aut¨®noma, sentirse ¨²til y ser identificada por sus capacidades en vez de por las dificultades que pueda tener en un momento dado. Y tiene derecho a participar, a opinar, a manifestar si siente mejor¨ªa con el tratamiento m¨¦dico y psicoterap¨¦utico o si, por el contrario, preferir¨ªa probar otras alternativas. Y desde este prisma es imperativo realizar el acompa?amiento.
El enfoque es hol¨ªstico. No podemos ver a la persona como un ¡°paciente¡±. Hay que ver a Fran, a Mar¨ªa, y a tantas otras que, en un momento de su vida, se han podido romper por dentro. Vivir con dignidad no es f¨¢cil en el mundo actual. Esta sociedad que aplaude el individualismo, la mera supervivencia, el consumo desmedido, ir deprisa, intentar ser mejor que el otro... se ha convertido en nuestra propia trampa y en lo que muchas veces nos hace enfermar. Y cuando hablamos de salud mental esta realidad no la deber¨ªamos obviar. Por eso no es una cuesti¨®n ¨²nicamente sanitaria. Por eso pedimos a la Administraci¨®n P¨²blica que incluya la salud mental en sus pol¨ªticas de empleo, de vivienda, de educaci¨®n¡ Con este contexto tenemos que trabajar.
?Por qu¨¦ no superar ideas que distraen de lo que es verdaderamente importante: dignidad, derechos, calidad de vida, bienestar?, ?por qu¨¦ no debatir abiertamente sobre reformas estructurales que ayudar¨¢n a que la atenci¨®n sea m¨¢s adecuada? La puesta en marcha de algunas de ellas ser¨¢ ineludible y urgente y otras pudieran esperar a ma?ana. De lo que no nos cabe duda es que, para llevarlas a cabo, son fundamentales la colaboraci¨®n de los actores implicados y un pensamiento evolutivo. Y, el papel de la voluntad pol¨ªtica y de la Administraci¨®n P¨²blica como impulsora y garante del Estado social y de Derecho, es un imperativo.
Es necesaria la intervenci¨®n, coordinada y en igualdad de condiciones, de profesionales de distintas disciplinas que recurran al di¨¢logo, la escucha activa y la empat¨ªa con las personas afectadas, garantizando tratamientos m¨¢s humanos
El modelo comunitario no se ha desarrollado completamente, ni est¨¢ dotado de recursos suficientes, ni cuenta con la misma implantaci¨®n en las comunidades aut¨®nomas. Con el objetivo de construir, trasladamos algunas propuestas con las que, quiz¨¢s, se dar¨ªa soluci¨®n terap¨¦utica a necesidades imperiosas:
1) Situar a la persona en el centro de la intervenci¨®n. Trabajar a partir de planes individualizados de atenci¨®n consensuados.
2) Intervenci¨®n, coordinada y en igualdad de condiciones, de profesionales de distintas disciplinas (psiquiatr¨ªa, psicolog¨ªa, enfermer¨ªa, trabajo y educaci¨®n social, terapia ocupacional, integraci¨®n laboral¡) que recurran al di¨¢logo, la escucha activa y la empat¨ªa con las personas afectadas garantizando tratamientos m¨¢s humanos
3) Fomento del empoderamiento de personas con trastorno mental y apoyo a la creaci¨®n de grupos de ayuda mutua auto-gestionados.
4) Desarrollo de procesos de planificaci¨®n anticipada de decisiones en salud mental para as¨ª salvaguardar los derechos que le son inherentes a las personas.
5) Acompa?amiento en el entorno domiciliario, acceso a tratamientos integrales y adecuados seg¨²n las circunstancias de cada persona y continuidad de cuidados a lo largo del tiempo.
6) Programas de intervenci¨®n familiar.
7) Acortar tiempos de espera de los encuentros cl¨ªnicos y mayor dedicaci¨®n temporal.
8) Formaci¨®n continua y espec¨ªfica con perspectiva psicosocial a los/as psiquiatras sostenida por la Administraci¨®n P¨²blica.
Ojal¨¢ estas propuestas y muchas otras enriquezcan el debate que se est¨¢ produciendo. Seguiremos defendiendo que la salud mental sea interpretada y tenida en cuenta de forma global y trabajaremos por la inclusi¨®n social, aceptaci¨®n de la diversidad de las personas, defensa de su capacidad de decisi¨®n y autonom¨ªa, protecci¨®n de derechos y reivindicaci¨®n de una atenci¨®n social y sanitaria integral, continuada y centrada en quien lo necesita.
?Si estamos en la puerta de la evoluci¨®n psiqui¨¢trica, ?por qu¨¦ no cruzar el umbral?
Nel A. Gonz¨¢lez Zapico. Presidente de Confederaci¨®n Salud mental Espa?a
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