Las palabras de Francisco

La visita de Francisco a M¨¦xico ha sido una nueva demostraci¨®n por parte del Papa de su dominio de la escena medi¨¢tica. Lo que iba a ser una visita de car¨¢cter religioso ha estado marcada desde el principio por lo social y pol¨ªtico. Comenzando por el hist¨®rico encuentro en Cuba con el patriarca de la Iglesia ortodoxa rusa, siguiendo por las denuncias de corrupci¨®n ante el Gobierno mexicano y la exigencia al alto clero de ese pa¨ªs para que se deje de juegos de palacio y discuta las diferencias ¡°como hombres, a la cara¡±, y concluyendo con sus declaraciones ¡ªya volando hacia Roma¡ª sobre Donald Trump y la utilizaci¨®n de anticonceptivos contra el virus zika, Bergoglio ha estado siempre en el centro de los focos.

El l¨ªder de los cat¨®licos ha hablado ante cientos de miles de personas en M¨¦xico como estas jam¨¢s han escuchado a sus pol¨ªticos. Su denuncia en lugares tan castigados por la violencia del narcotr¨¢fico y la desesperanza ante la ineficacia del Gobierno como Ciudad Ju¨¢rez o tan abandonados por el Estado como Chiapas han resonado en una audiencia esc¨¦ptica con los discursos oficiales. Bergoglio ha empleado giros caracter¨ªsticos del espa?ol que se habla en M¨¦xico, como cuando ante la curia local critic¨® los privilegios de los que disfrutan: todos, dentro y fuera de la catedral de la capital del pa¨ªs, le entendieron perfectamente. Tampoco pas¨® inadvertido que, en el Palacio Nacional, no bendijera a la ¨¦lite pol¨ªtica, cuando muchos de sus miembros se lo demandaban.

La guinda del viaje fue la dura cr¨ªtica a Donald Trump y su promesa de levantar un muro entre EE?UU y M¨¦xico. Bergoglio sabe d¨®nde apretar y que su voz no solo es escuchada entre los cat¨®licos. Con una frase, Francisco le ha privado al millonario precandidato de uno de sus argumentos favoritos: que es un defensor de la cristiandad. Y Trump, famoso por sus insultos, con Francisco no se ha atrevido.