Diario de una voluntaria debutante
La autora trabaja en un centro mozambique?o que recoge a menores abandonados o enfermos
Llevo dos semanas viviendo en Mozambique. Ya puedo comentar m¨¢s detalles que el primer golpe de calor, la constante transpiraci¨®n por la humedad, el olor de las nubes, la presencia de hormigas voladoras tama?o XL o ese portugu¨¦s tan dulce que sale de bocas siempre sonrientes.
Vivo en Casa do Gaiato. Es un lugar extraordinario a una hora de Maputo, pero est¨¢ tan mal comunicado que solo he estado una tarde en la ciudad. Por suerte asist¨ª a un divertido Festival de Marrabenta. Es un tipo de m¨²sica tradicional mozambique?a, con letras sat¨ªricas y costumbristas, que arrasa entre la juventud. Cuando canta Stewart Sukuma, es el delirio.
En este instante escucho el vocer¨ªo de los ni?os que salen de clase en turno de ma?ana. Son las doce y cuarto del mediod¨ªa. Hora de comer. Aqu¨ª, en Casa do Gaiato ¡ªuna instituci¨®n con medio siglo de vida, apoyada desde espa?a por la fundaci¨®n Mozambique Sur¡ª hay 150 internos de tres a 20 a?os, rescatados de la excusi¨®n social m¨¢s grave. No es un orfanato al uso, ni un reformatorio para chicos dif¨ªciles o delincuentes juveniles. Tampoco recoge a los estudiantes imposibles que no aprueban ni copiando. Aqu¨ª viven los condenados a no tener m¨¢s techo que el cielo ni m¨¢s lecho que el suelo.
Gaiato significa ¡°ni?o de la calle¡±. Los chicos llegan tras peinadas policiales por las esquinas, desde orfanatos donde se les aparca y amontona o por avisos de vecinos denunciando su abandono. Tambi¨¦n los hay con VIH o enfermos cuyos tratamientos son inasumibles por sus familiares. Muchos llegan con escenas de violencia machista en la retina. A veces el resultado de aquellas ha sido la muerte. De la madre.
En estas dos semanas, y sin salir apenas de la casa, he conocido a ni?os con m¨¢s responsabilidades que muchos occidentales que les triplican en edad. Estudian, juegan, hacen labores dom¨¦sticas, trabajan en la finca, (mec¨¢nica, carpinter¨ªa, construcci¨®n, pastoreo, agricultura) y cuidan a los m¨¢s peque?os, como a ellos les cuidaron los que hoy son mayores. Con dulzura y disciplina.
¡°Este orfanato es una excepci¨®n, construida con much¨ªsimo trabajo¡±
Muchos han acabado sus estudios y emprenden otros superiores. Se emancipan, pero regresan cada fin de semana. Exactamente igual que hace cualquier estudiante cuando a?ora la lavadora y el men¨² rico de mam¨¢.
Pero adem¨¢s los gaiatos comparten aulas con alumnos externos cuyos padres hicieron lo imposible por conseguir una plaza. Es un centro con prestigio Infinitamente mejor que una escuela p¨²blica y mucho m¨¢s barato que un colegio privado.
He visto organizar el arranque de curso para 150 colegiales: los uniformes, (obligatorio en todos los colegios del Estado), zapatos y el material escolar fueron repartidos en un fin de semana. Y he recordado lo que me agotaba forrar los libros de mi ¨²nico hijo. Les oigo cantar cada ma?ana el himno nacional de Mozambique, y creo que ya memorizo un par de estrofas. "Acabar¨¢s sabi¨¦ndotelo entero", bromean mis compa?eros espa?oles.
Vine hasta aqu¨ª desde Madrid, para trabajar en la Comunicaci¨®n de Casa do Gaiato, y se me apilan las historias. Tambi¨¦n ayuda en unas clases de ingl¨¦s b¨¢sico hasta que llegue el profesor designado. Compruebo que ayudar a los dem¨¢s me hace feliz. Jam¨¢s hab¨ªa disfrutado tanto de vivir en un bucle.
Desayuno papaya casi todos los d¨ªas, compensando el madrug¨®n de las cinco y media de la ma?ana. Bebo buen vino los domingos y un d¨ªa a la semana ceno tortilla de patata.
En mis escasas salidas, he conocido Massaca y Boane, las aldeas m¨¢s cercanas, donde la mayor¨ªa de las familias viven de la nada. Este a?o por culpa de la sequ¨ªa, tendr¨¢n, la nada y menos. En la Fundaci¨®n Encontro ¡ªuna rama de Casa do Gaiato¡ª trabajan en ambiciosos proyectos de educaci¨®n para la salud, control de natalidad, prevenci¨®n de enfermedades de transmisi¨®n sexual¡ Lo mismo pesan a los reci¨¦n nacidos que cocinan para sus madres o sus hermanos mayores, adultos precoces. Les dan un plato de comida que para muchos ser¨¢ la ¨²nica del d¨ªa.
Publico fotos de Casa do Gaiato. "Pero qu¨¦ bien viven esos negritos, ?no?", comenta alguien desde Madrid. "S¨ª. Y, estudian en pupitres, como los blancos", les respondo. ?No se trataba de eso?
Este orfanato es una excepci¨®n, construida con much¨ªsimo trabajo, que ha de mantener el ritmo para no perder los fondos y patrocinios conseguidos. En las aldeas, sin embargo, la Fundaci¨®n Encontro lucha con grandes carencias por la falta de fondos.
Recuerdo que siendo muy jovencita, amadrin¨¦ a una ni?a africana a trav¨¦s del Domund, Domingo Mundial de las Misiones. No s¨¦ si llegu¨¦ a donar cinco pesetas. Me dieron una estampita, asegur¨¢ndome que la ni?a ser¨ªa cristianamente bautizada. Quise llamarla Inmaculada. Podr¨ªa ser de aqu¨ª. Suponiendo que existiera y que no est¨¦ muerta, ahora podr¨ªa tener mi edad. Me extra?a que alg¨²n canal cat¨®lico de televisi¨®n no est¨¦ buscando ya negritos convertidos.
Sol Alonso trabaja en Comunicaci¨®n para Casa do Gaiato.
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