En el pueblo por fuera, en el mundo por dentro
FOTO: Tomaz Gregoric
Aunque John Ruskin dej¨® claro que a la hora de considerar la preservaci¨®n de un edificio las piedras no lo son todo, el l¨ªmite entre la innovaci¨®n y la conservaci¨®n es todav¨ªa una de las discusiones habituales de los restauradores. Como el ensayista ingl¨¦s, los arquitectos eslovenos del estudio OFIS opinan que la mejor manera de mantener viva la tradici¨®n consiste en llenarla de vida, esto es, en evitar convertirla en s¨ªmbolo. Argumentan su idea con un hecho: en los pueblos de su pa¨ªs la arquitectura vern¨¢cula que no ha sido destrozada ha sido siempre por ese motivo: porque no ha llegado a morir y ha sabido mantenerse ¨²til y valorada por la comunidad.
ALPINE BARN APARTMENT from OFIS architects on Vimeo.
Con ese ideario en mente, su transformaci¨®n de un pajar en una vivienda trata de hacerse con lo mejor de dos mundos opuestos. La escala y la tradici¨®n constructiva del pueblo marcan una identidad local por fuera y el confort mundano define una identidad global en el interior. Ambos mundos conviven en la rehabilitaci¨®n de este pajar que, sin tener un gran valor patrimonial, demuestra que adem¨¢s de una vivienda privada sabe comportarse como un fragmento del pueblo alpino donde est¨¢ ubicado.
As¨ª, ¡°integrado en la vida eslovena y no solo como s¨ªmbolo cultural¡±, el pajar es, tras la intervenci¨®n de los arquitectos, una vivienda de madera, un loft espacioso, una c¨¢scara de madera que ha dado la vuelta a la organizaci¨®n del inmueble original. El antiguo establo en la parte baja y el viejo granero en el piso superior son hoy una vivienda y una zona de invitados. Todos los espacios de esta casa, del comedor al dormitorio, est¨¢n conectados. Todos suman sus metros ¨Ccuadrados y c¨²bicos- y casi todos pierden su intimidad ¨Cque queda relegada a la zona de vestidor, ba?os y sauna-. Tambi¨¦n tiene intimidad el antiguo granero, en el piso superior, convertido hoy en habitaci¨®n de invitados. Eso en el interior de esta vivienda. Por fuera no ha pasado nada. El pueblo contin¨²a imperturbable. La madera que recubre el pajar y la cubierta de hormig¨®n solo se han saneado. La misma rampa que conduc¨ªa al porche, sobre el establo, es ahora la entrada en el apartamento que ocupa el viejo granero. El porche es hoy una terraza con vistas a los Alpes.
Esta es una casa hecha literalmente a mano. Los arquitectos cuentan que el suelo, los muebles y las paredes de madera fueron dise?adas para ese granero. Y concienzudamente construidas con picea, el ¨¢rbol local parecido al abeto.
Precio por metro cuadrado seg¨²n arquitectos con el mobiliario incluido: 1.500 euros.
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