De la muerte de un barrio
Por Jos¨¦ Mansilla (*)
El carrer Pere IV ¨¦s un carrer abandonat. Digues la teva! Participa!
Esta y otras frases se encuentran entre las que un grupo de vecinos y vecinas del Poblenou, en Barcelona, agrupados bajo el paraguas de la Taula Eix Pere IV utiliza para dar a conocer su iniciativa de revitalizaci¨®n de esta importante parte del barrio.
Desde los inicios de la psicolog¨ªa social y la sociolog¨ªa, all¨¢ en el siglo XIX, el crecimiento y la transformaci¨®n que se estaba produciendo en las ciudades ¨Cprincipalmente en zonas de Inglaterra, Francia y Alemania, pero tambi¨¦n en Catalunya- se manifestaron como objetos de inter¨¦s por parte de estas reci¨¦n nacidas disciplinas. Los diferentes procesos de industrializaci¨®n acelerada que estas ¨¢reas estaban viviendo, atra¨ªan a grandes grupos de poblaci¨®n desde las zonas rurales en busca de un empleo y un mejor futuro. Sin embargo, esta atracci¨®n por el estudio de las masas no era ¨²nicamente una cuesti¨®n de cariz intelectual, sino que pronto se mostr¨® tambi¨¦n interesada. As¨ª, la parte m¨¢s conservadora de la Academia estudiaba el fen¨®meno con la intenci¨®n de comprenderlo y encontrar los instrumentos pertinentes para su control y puesta al servicio de una burgues¨ªa que observaba como se pon¨ªa en peligro su hegemon¨ªa social y cultural.
Para autores como Georg Simmel, que escribi¨® sobre el Berl¨ªn de final de siglo, la vida en la metr¨®polis estar¨ªa basada fundamentalmente en principios intelectuales. Las relaciones sociales producidas en dicho medio, alejadas del antiguo c¨ªrculo cerrado de la aldea, se encontrar¨ªan mediadas econ¨®micamente, ya que todo aquello accesible a la raz¨®n es posible de formular de manera pecuniaria. Es decir, en la ciudad moderna, a la vez que aumenta la interdependencia entre los individuos debido a la divisi¨®n del trabajo, las ancestrales relaciones sociales de car¨¢cter primario se van desvaneciendo y ¨¦stas pasan a evaluarse desde el mero inter¨¦s econ¨®mico. Algo as¨ª como dejar de tener vecinos para pasar a tener proveedores. Esta y otras ideas ser¨ªan recogidas, posteriormente, por la sociolog¨ªa urbana de la Escuela de Chicago donde autores como Robert E. Park afirmaron que, en la ciudad, ¡°la solidaridad social (est¨¢) basada no ya en el sentimiento y en el h¨¢bito, sino en la comunidad de intereses¡±.
Nos hallar¨ªamos as¨ª ante la perspectiva de un entramado social urbano basado en los valores del individualismo y la eficiencia econ¨®mica y donde cierto tipo de vida colectiva ¨Cque no comunitaria- apenas tendr¨ªa cabida. Sin embargo, las ciudades han demostrado ser algo m¨¢s que todo eso. El ser humano, como ser social, ha creado relatos, memorias y discursos simb¨®lico-ideol¨®gicos que luego han podido ser proyectados socioespacialmente y usados como instrumentos solidarios en situaciones de conflicto. Magn¨ªficos ejemplos de estos fen¨®menos los encontrar¨ªamos en algunos barrios de Barcelona, aunque tambi¨¦n de otras ciudades.
Cuando la Taula Eix Pere IV reclama poder decidir sobre el futuro dise?o de una parte esencial del Poblenou -como bien se?ala el soci¨®logo Albert Martin sobre el tan manido Plan 22@, ¡°reformulando o derogando¡± los planes pendientes de ejecutar-, o cuando parte de los vecinos de Vallcarca, cargados de razones, exigen y plantean alternativas a la Modificaci¨®n del Plan General Metropolitano (MPGM) de 2002 que tan remarcables efectos ha tenido sobre su barrio, no estamos ante la manifestaci¨®n de simples intereses econ¨®micos individuales, sino ante la evidencia de la existencia de un grupo social que lucha por la supremac¨ªa del valor de uso frente al valor de cambio que parece primar en la ciudad contempor¨¢nea.
De esta forma, muchos de aquellos barrios que se dieron por ¡°muertos¡± siguen bien vivos, mientras que su ejemplo de acci¨®n y vida colectiva supone un aut¨¦ntico mazazo para los que previeron su desaparici¨®n o su disoluci¨®n en una simple suma de individuos.
* Jos¨¦ Mansilla antrop¨®logo y miembro del Observatori d'Antropologia del Conflicte Urb¨¤ (OACU)
Comentarios
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.