El actor feliz
El esp¨ªritu de Jorge Sanz ha invadido la serie de David Trueba, consagrada como un festival de la autoparodia
?Qu¨¦ fue de Jorge Sanz?, la serie de David Trueba, pudo nacer porque un s¨ªmbolo de nuestro cine se mostr¨® encantado con la idea de re¨ªrse de s¨ª mismo y de la imagen que los dem¨¢s ten¨ªan de ¨¦l. Esa actitud era casi transgresora: solemos ser muy f¨¢ciles para re¨ªrnos de los otros o de las taras nacionales, pero, al tiempo, sufrimos un alto sentido del rid¨ªculo. Sobra demasiada gente que se toma demasiado en serio.
El esp¨ªritu de Jorge ha invadido la serie, consagrada como un festival de la autoparodia. Cary Grant se?alaba que, para un actor, hab¨ªa pocas cosas m¨¢s complicadas que interpretar a alguien muy parecido a ¨¦l. El reto se multiplica si ese personaje incluye una iron¨ªa tan fina como la deslizada por Trueba. Pero Juan Diego Botto, en la primera entrega, y Pedro Ruiz, Willy Toledo o Natalia Abascal en El actor feliz ¡ªel s¨¦ptimo cap¨ªtulo¡ª, est¨¢n sembrados.
Ver a Willy es una alegr¨ªa. No hace falta insistir, pero lo hago, en que, para disfrutar de su talento, no es imprescindible compartir su modo de entender el mundo. Tambi¨¦n merece la pena subrayar que lo que ¨¦l deja caer en la pel¨ªcula ¡ªque figura en listas negras¡ª, es completamente cierto. He conocido a dos directores de cine empe?ados en trabajar con Willy a los que su productora les par¨® los pies. En algunos cerebros retorcidos se ha instalado el prejuicio de que el p¨²blico le rechaza, qu¨¦ barbaridad.
Lo de Natalia Abascal, la hermana de Silvia, es caso aparte. Natalia padece s¨ªndrome de Down y su romance con Jorge es una trama cuya gracia, delicadeza y aire subversivo definen muy bien esta serie asombrosa.
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