Chupachups

Es como si un adulto le planteara a un ni?o el siguiente dilema: a ver, guapo, ?qu¨¦ prefieres, la bicicleta o el chupa-chups? Como es obvio, el ni?o elegir¨ªa la bicicleta. El adulto, sin desanimarse, le har¨ªa una nueva propuesta. Estoy dispuesto a a?adir al chupachups dos chicles y cinco gominolas, ?qu¨¦ me dices? El ni?o seguir¨ªa diciendo que no, que la bicicleta. Ante tama?a tozudez, el adulto se?alar¨ªa con el dedo a un cr¨ªo parado en la otra punta del patio. ?Pero, bueno! Con lo mal que te llevas con ese, ?vais a acabar escogiendo lo mismo? ?l ya me ha dicho que prefiere la bicicleta, as¨ª que lo l¨®gico ser¨ªa que t¨² escogieras el chupa-chups. En ese punto, un ni?o bien educado se limitar¨ªa a darle la espalda. Uno maleducado se partir¨ªa de risa en su cara y le preguntar¨ªa por qu¨¦ clase de imb¨¦cil le ha tomado. Una bicicleta es un bien incomparablemente m¨¢s valioso que un chupachups. Lo saben todos los ni?os del mundo y, con m¨¢s raz¨®n, deber¨ªan saberlo los adultos, pero por lo visto no es as¨ª. Porque si la bicicleta es el poder y el chupachups la abstenci¨®n en una sesi¨®n de investidura, lo que pretenden S¨¢nchez y Rivera es que el PP o Podemos se conformen con un triste chupachups ¡ªvale, y dos chicles, y cinco gominolas¡ª para dejarles a ellos una bicicleta id¨¦ntica a la que podr¨ªan ganar dentro de cuatro meses. Y el argumento, propio de cr¨¢neos privilegiados, que se les ha ocurrido para convencerles es que no es l¨®gico que dos rivales tan antag¨®nicos adopten la misma postura. Hasta ahora no est¨¢ claro qui¨¦n es el ni?o bueno que va a darles la espalda y qui¨¦n el gamberro que se reir¨¢ en su cara, pero una cosa, al menos, est¨¢ clara. Para llegar a la gran coalici¨®n que propone Rajoy desde el 20 de diciembre, no necesit¨¢bamos tantas alforjas.